Así, la puesta a punto a de nuestro automóvil será fundamental para evitar percances. Se trata de uno de los principales factores que inciden en la siniestralidad. Es decir, una buena puesta a punto y un correcto mantenimiento de nuestro vehículo reduce el riesgo de sufrir una avería o accidente en carretera. En el caso de aquellos que han estado parados durante mucho tiempo, la cuestión todavía cobra más importancia.
La falta de uso puede generar problemas en los neumáticos, la batería, el motor, el aire acondicionado, el parabrisas y otros. Por desgracia, el mantenimiento continúa siendo una de las asignaturas pendientes de los españoles. Según los datos de acierto.com, dos de cada cinco conductores no realizan las revisiones estipuladas por el fabricante –el 18% ignora cuándo debe pasarla– y uno de cada cuatro no prepara su vehículo ni siquiera antes de un viaje largo.
En cuanto a las razones por las que actuamos de esta manera: mientras el 26,4%, apunta a la falta de tiempo; un 19% argumenta que le resulta demasiado caro. El resto alega otras razones. A esta falta de mantenimiento hay que sumarle el creciente envejecimiento del parque automovilístico español, cuya edad media se encuentra en los 12,4 años.
Pero, ¿en qué tenemos que fijarnos exactamente, después de tener el coche mucho tiempo parado?
Para empezar, revisar los neumáticos será fundamental. Entre otros, comprobar la presión y el dibujo, así como que no tengan ningún desgaste irregular.
En este punto cabe comentar otro dato del estudio: cerca del 60% de los conductores españoles no cambia sus neumáticos a tiempo –el 46,2% lo hace después de recorrer con ellos más de 50.000 kilómetros y el 11,7% tras superar los 65.000–. Los expertos establecen el límite en 40.000 kilómetros. Por desgracia, circular con los neumáticos en mal estado incrementa el riesgo de vernos involucrados en un accidente y de sufrir un reventón. Tampoco podemos olvidar la rueda de repuesto.
Comprobar que las luces funcionan correctamente (inclusive los intermitentes y antinieblas) será otro punto clave para nuestra seguridad. Por otra parte, revisar el estado de las escobillas y el líquido del limpiaparabrisas será sencillo. Basta con mirar debajo del capó. Allí podremos repasar el refrigerante, el líquido de frenos y el aceite.
También es fácil examinar el estado de los amortiguadores: para conseguirlo podemos presionar el capó hacia abajo y soltar. Si el coche oscila una vez es que funcionan correctamente, pero si lo hace reiteradamente quizás deberíamos cambiarlos. Observar cómo reaccionan los frenos será, asimismo, básico –si chirrían, se alarga la frenada o se comportan de forma anormal–.
En cuanto a la batería, se trata de la gran protagonista de la asistencia en carretera –es la responsable del 40% de las asistencias en carretera–. Si necesita mantenimiento, rellénala. En caso contrario comprueba que no muestre síntomas de que se está agotando, que no da problemas al arrancar, las luces no parpadean, etcétera.
Otros elementos que resulta conveniente mirar son los filtros del aire acondicionado –que estén limpios–, el combustible y la correa de distribución.
A la hora de arrancarlo, para acabar, lo haremos con prudencia, pues algunas piezas internas pueden haberse visto afectadas por el parón continuado del vehículo. Si al girar la llave notamos que tiene dificultades para arrancar, esperaremos y lo intentaremos reiteradamente. No es recomendable que la llave permanezca girada durante más de cinco segundos.
También es conveniente mantener el motor al ralentí durante cinco o diez minutos para que todas las piezas recobren su movimiento habitual y se distribuyen correctamente los líquidos.