La clave principal es seguir una dieta equilibrada. Aunque su metabolismo sea distinto al de los humanos, los perros también necesitan un variedad de alimentos que les aporten los nutrientes necesarios que les ayuden, entre otras funciones, a desarrollar masa muscular, al correcto funcionamiento de sus órganos o a renovar sus células.
Agua, proteínas, grasas, hidratos de carbono, vitaminas, minerales y oligoelementos son esenciales en la alimentación diaria de un perro, pero la cantidad de cada nutriente debe regularse según la raza, la edad o el tamaño del animal, además de tener en cuenta si tiene algún tipo de intolerancia, alergia o enfermedad. Por ello, es conveniente consultar con el veterinario previamente el número de veces al día y la cantidad de comida que debe tomar nuestro compañero peludo para un cuidado óptimo.
Lo ideal es que, tanto si se opta por una dieta a base de pienso seco como de comida húmeda de tipo comercial, se revisen previamente los ingredientes que contiene, para verificar si son adecuados para nuestra mascota, seleccionando aquellos que presenten carnes –el sustento principal–, pescados, frutas y verduras. No obstante, estos dos últimos elementos deberán aparecer en menor proporción, ya que son acompañantes.
Los piensos se clasifican en función de su calidad –de 2 a 5 estrellas– y de sus tipologías, que con su amplia variedad permiten adaptar la dieta a cada perro, de acuerdo con sus necesidades particulares, para que tengan todos los nutrientes requeridos: con grano, sin grano, hipoalergénicos, holísticos, sin gluten, sin extrusionar, ecológicos, veterinarios, húmedos y secos.
Por otro lado, hay quienes prefieren elaborar la comida de su perro en casa con productos frescos, evitando conservantes y otras sustancias que aparecen en los piensos, aunque también existen opciones comerciales que se adaptan a esta metodología y se pueden encontrar en Toppercan.
Este tipo de alimentación se conoce por las siglas BARF ('Biologically Appropriate Raw Food') y, en español, ACBA (Alimentos Crudos Biológicamente Apropiados). Como su nombre indica, se fundamenta en el uso de alimentos naturales y crudos, seleccionando los más apropiados para su correcta nutrición de entre aquellos que un perro salvaje comería por sí solo en la naturaleza y en el estado que él los comería. Por tanto, todas las opciones procesadas quedan fuera de esta dieta.
Carnes crudas o poco cocinadas de cualquier tipo y huesos carnosos son la base principal de su alimentación y deben comprender aproximadamente un 60% de su dieta diaria, así como las vísceras –hígados, corazones o riñones–, ya que los perros son carnívoros. En cuanto a los pescados, también hay que presentarlos crudos, sin quitarle la cabeza, la cola o las espinas.
Por su parte, la fruta y los vegetales también deben estar presentes, pero solo como acompañante y de forma triturada. En este sentido, vísceras y verduras comparten un porcentaje similar en la ingesta diaria, sobre un 15% cada uno.
Según esta dieta, tal y como explica TopperCan en su página web, la cantidad de comida dependerá del peso de cada perro, pero nunca superará el 7% del peso del mismo, dividida en dos o tres tomas diarias. Es de vital importancia tener en cuenta los nutrientes y porcentajes de cada tipo de alimento para evitar carencias nutricionales, así como disponer de tiempo suficiente para programar un calendario de comidas equilibrado.
Entre los beneficios que presenta esta alimentación en nuestra mascota están: una piel más hidratada, pelo más brillante, mejor sistema inmunitario, digestiones más ligeras, heces menos voluminosas y menos gases.
En definitiva, con una correcta nutrición, en cualquiera de las opciones posibles, nuestro perro estará más feliz, activo y tendrá todo el bienestar necesario, ya que la salud empieza en su plato, junto con el amor de su dueño.