El uso de la mascarilla, la distancia social y las medidas restrictivas ante los rebrotes se imponen a un verano post confinamiento. Un verano donde se presenta la convivencia de una sociedad que vive en conflicto: entre la precaución, miedo y prevención de unos y el olvido de lo vivido e irresponsabilidad de otros.
La COVID-19 nos ha llenado de preguntas, con pocas respuestas. Ponerse mascarilla parece ser una de las pocas que, sin ser una respuesta absoluta, es una oportunidad de disfrutar las relaciones. Las redes y los medios de comunicación se han rebosado de artículos, post, columnas de opinión, acerca de cómo afrontar los retos del futuro, en todas sus dimensiones, especialmente la salud y la economía.
Mientras nos preguntamos cómo será el futuro, parece que nos hemos despistado en cómo vivir el presente.
Al pasear por las calles, se ven más mascarillas en el antebrazo que en las caras. Primer síntoma de despiste. Conversaciones discerniendo, “mascarilla, si/mascarilla, no”. ¿En qué lugar de esta pandemia nos hemos quedado varados como barco que no encuentra puerto?
Agentes cívicos recorren las ciudades con brotes, para recordar, invitar, disuadir o convencer a los ciudadanos del uso de mascarillas en cualquier espacio público. Se suceden escenas tensas entre ciudadanos que se recuerdan, incluso reprochan el uso de mascarillas. Las teorías de la conspiración le ganan la delantera a la costumbre de la utilización. Mientras discernimos cómo y cuándo conspiran otros, nos olvidamos de nosotros.
¿Por qué cuesta el uso generalizado de mascarillas? “El uso de la mascarilla, no tiene solamente una dimensión sanitaria. Desde la mirada sociológica puede ser un indicador de individualismo, hiper-individualismo o sentimiento de comunidad de una sociedad.
Cuesta ver el uso generalizado de mascarilla, además de las incomodidades que supone, porque aún una gran parte de la población no ha entendido y ante todo no ha interiorizado la percepción de comunidad. Es decir, cuidar al prójimo, usando mascarilla, más que nunca, más que en otras situaciones, es cuidarse a sí mismo”.
El uso de la mascarilla no puede dar lugar a debate, ¿por qué?
• La utilización de mascarilla se ha convertido es un símbolo social de respeto y cuidado al prójimo.
• Como símbolo social, la mascarilla es también un código de comunicación muy potente.
• Utilizar mascarilla significa también cuidar, proteger y respetar tu comunidad.
• Estemos atentos a promover nuestra salud física y social, utilizando mascarilla.
• Sin el concepto comunidad, el concepto persona desaparece: somos lo que somos en base a la calidad de las relaciones que creamos en nuestro entorno.
Reflexionar sobre los peligros sociales que nos está evidenciando la COVID-19. Peligros como el individualismo, el aislamiento social, el egoísmo, la deshumanización… Podemos considerarlo la gran lección social de vivir una pandemia.