"El protocolo tiene que evolucionar y tratar de unir en la distancia", ha asegurado, en una entrevista el vicepresidente de la Asociación Española de Protocolo y director de Imseco (International School of Event Management and Communication), Carlos Fuente.
Por su parte, Ricardo Mateos Sáinz de Medrano, historiador y experto en realeza europea, incide en que el protocolo es algo "dinámico", que se adapta a distintas situaciones, aunque algunos actos "tendrán que esperar".
"El sector de eventos ha entrado en crisis y tardará en recomponerse", advierte Fuente. Miguel del Amo, experto en Protocolo Social y Etiqueta de RedScreen, reseña que "hasta las corbatas han dejado de tener un papel importante. Se ven muchas menos desde el inicio de la pandemia".
La sencillez y naturalidad se imponen en los saludos institucionales, señala Del Amo, "el respeto no necesita el contacto". Inclinando la cabeza, juntando las manos, cruzando nuestros brazos podemos ser "muy cercanos" con nuestros invitados. "Un gesto espontáneo con manos en el corazón es aceptable", entre mandatarios, añade Fuente.
Por otra parte, el experto augura que los eventos no se normalizarán hasta el verano próximo. Se ha demostrado, desde las instituciones a las juntas de accionistas, que "hay otra manera de hacer las cosas", con costes más bajos y sin perder el sentido mediático.
Los tres expertos coinciden en que no tiene sentido mantener las visitas de estado programadas y que tampoco se podrán celebrar cenas de gala. "Al tener que mantener la distancia de seguridad, se impide su función esencial: facilitar el dialogo, el intercambio de ideas y el acercamiento entre los asistentes", dice Mateos.
Del Amo no ve posible que los brindis o discursos en una mesa se realicen con una mampara de seguridad o con "mascarillas de etiqueta".
El experto en casas reales recuerda que incluso se han suspendido bodas, como la de Teodora de Grecia o la de Beatriz de York, nieta de Isabel II, unos enlaces que tienen una "función ornamental, donde la gracia es el show", precisamente, por la imposibilidad de cumplir las normas sanitarias.
De la misma manera, Fuente asegura que actos glamurosos, como las alfombras rojas de festivales de cine están condenados a "inventar nuevos formatos".
Mateos considera que no todos los cambios se perpetuarán en el tiempo. "Contrariamente a lo que generalmente se piensa, el protocolo no es algo rígido, sino muy flexible y muy dinámico", en él no importa tanto la norma per se, explica, sino lo que se precisa en cada ocasión para evitar "molestias y malos entendidos".
En cuanto a las campañas electorales, "tienen que ser mediáticas", apunta Carlos Fuente, de pequeños grupos, para generar la oportunidad de una imagen, algo en lo que coincide Mateos, al presagiar que no habrá momento para los grandes mítines, como se está demostrando en la campaña electoral de Estados Unidos.
"Se hará algo parecido, sin mucha gente, donde la escenografía cobrará importancia para proyectar una buena imagen en las redes sociales", añade Fuente.
"El concepto de campaña tradicional ha muerto". En un momento como este, sería difícil "justificar" ante los votantes un gasto "desmedido" en la organización de una campaña. Del Amo considera que "la lluvia de masas y los políticos saludando a diestro y siniestro hasta llegar al atril, será un recuerdo para la historia".
Fuente fija en el 12 de Octubre, día de la Fiesta Nacional, y en los premios Princesa de Asturias, la prueba de fuego, ya que será "complicado" llevarlos a cabo en el formato actual. "El reto de este tipo de actos es que no queden fríos, porque tratan de transmitir experiencias al público", eventos que sin espectadores se "desvirtúan".
A pesar de las dificultades, Carlos Fuente considera que, en el caso de los Princesa de Asturias de repercusión internacional, hay que trabajar en "alternativas" que cuiden la imagen de España. "No creo que sea bueno ver a los premiados y a los invitados con mascarillas y a gran distancia".
Y centra la atención en una cuestión peliaguda: el aforo se tiene que reducir. ¿Quiénes se quedarán fuera de un besamanos en el Teatro Campoamor o en el Palacio Real? Un momento crucial para observar si hay invitados "de primera y de segunda".
"Hay que cambiar el chip y adaptase al momento", aconseja Del Amo, aunque a los "países latinos quizá nos cueste más. Los besos y el apretón de manos los guardaremos en el cajón del olvido hasta nueva orden".
Mateos Sáinz de Medrano no es "fatalista" y está seguro de que, con el tiempo, todo volverá a ser como antes. "En cuanto esto pase, volveremos al espíritu mediterráneo. Lo llevamos en los genes", concluye Carlos Fuente.