La superproducción, que ha costado a Warner Bros. más de 200 millones de dólares (169 millones de euros), era la apuesta del estudio durante la pandemia del coronavirus: su estreno marcaría la reapertura de los cines y abriría el camino a otros títulos, pero las circunstancias actuales han convertido a esta cinta en el laboratorio de pruebas para toda la industria.
Este verano, había dos películas llamadas a rescatar la taquilla mundial que han seguido estrategias opuestas. Por un lado, Tenet decidió no traicionar a los cines y arriesgar su enorme inversión económica en un lanzamiento que solo será posible donde las condiciones lo permitan. Y con la posibilidad de que su plan cambie de un día para otro.
El contrapunto a esta postura lo pone otro gigante de la industria, Disney, que tras encadenar los mismos aplazamientos para la nueva -y costosa- versión de Mulan renunció a las salas y lanzará la producción por internet a través de su plataforma Disney+.
Hollywood seguirá con máxima atención las dos estrategias ante una crisis que ha debilitado aún más al reinado clásico de la industria, el de los cines y los grandes estudios ya tocados por la irrupción de las plataformas al estilo Netflix.
Si el estreno de Tenet resulta un éxito, o consigue salvar los muebles, títulos que aguardan desde marzo podrían animarse a confirmar su presentación al mundo a través de los cines: The King's Man: La primera misión, Wonder Woman 1984, Viuda negra, Sin tiempo para morir, Dune, Top Gun 2... Pero, si resulta un fracaso y termina generando pérdidas, la apuesta podría desanimar del todo a quienes se mantienen fieles las salas de exhibición y acabar trasladándose a internet. Un punto de inflexión absoluto.
¿Imitarían entonces el modelo improvisado por Disney? Solo si Mulan consigue captar una audiencia suficiente y dispuesta a pagar los casi 30 dólares (alrededor de 25 euros) que costará su alquiler en streaming.
Aunque, si el movimiento tampoco sale bien, la industria audiovisual se verá en apuros para sacar rentabilidad a proyectos con presupuestos mastodónticos, pensados en un mundo anterior al coronavirus con cines a pleno rendimiento.
Nolan (Londres, 1970) representa la capacidad de aunar el entretenimiento de masas con la personalidad artística. En su currículo cuenta a su favor el haber revolucionado el cine de superhéroes con Batman Begins (2005), que recaudó 370 millones de dólares (313 millones de euros). Las continuaciones de esa franquicia superaron los 1.000 millones (846 millones de euros) e Interstellar (2014) y Dunkerque (2017) recolectaron más de 600 y 500 millones (507 y 423 millones de euros), respectivamente.
Con Tenet la incógnita está en acercarse a cubrir costes, unos 200 millones de dólares (169 millones de euros), o al menos la mitad de los mismos. No lo tiene fácil, pues se estrenará de manera escalonada en cines de España, Australia, Canadá, Francia, Alemania, Italia, Japón, Corea del Sur, Rusia y Reino Unido, países donde las salas han abierto con aforo limitado y la sombra de un segundo confinamiento cada vez es mayor.
En Estados Unidos, el mercado más importante, quedará fuera de las grandes ciudades como Nueva York y Los Ángeles y además, por contrato, no podrá proyectarse en los autocines, que hasta ahora han servido de refugio al rechazo de internet.
Para hacer una idea, el estreno limitado de Salvaje se anotó la semana pasada 4,1 millones de dólares (3,5 millones de euros). Costó 30 (25 millones de euros). Y la mayoría de ingresos provino de los autocines.
Todo son preguntas para Tenet, un thriller de espías, protagonizado por John David Washington, Robert Pattinson y Elizabeth Debicki, que gira en torno a la manipulación del tiempo para desentrañar una conspiración criminal.
Por su parte, la nueva versión de 'Mulan' era una apuesta segura en la renovación de clásicos que Disney lleva haciendo con El rey león y Aladdin, entre otros.
Tan segura que supuso un desembolso más de 250 millones de dólares (211 millones de euros) y se presentó con una gran premiere en el Paseo de la Fama de Hollywood, en marzo, aunque días después su estreno se aplazó indefinidamente.
Después de casi seis meses de constantes aplazamientos, Disney tiró la toalla y abandonó los cines en un giro sin precedentes. Ahora, la superproducción llegará directamente a las televisiones a través de su plataforma de streaming, con un cargo extra de 29 dólares (24,5 euros) en Estados Unidos, algo que ha funcionado con títulos infantiles como Trolls, pero que hasta ahora ningún gigante se había atrevido a intentar.