Después de presentar una novela en el Museo de la Evolución Humana, Juan José Millás (Valencia, 1946) propuso al director científico de la citada institución, Juan Luis Arsuaga (Madrid, 1954), una asociación literaria “para hablar de la vida”.
“¿Asociarnos cómo?”, preguntó el paleontólogo. Respondió el escritor: “De la siguiente manera: tú me llevas a un sitio, al que quieras: a un yacimiento arqueológico, al campo, a una maternidad, a un tanatorio, a una exposición de canarios (…) y me cuentas lo que estamos viendo”. Durante dos años, Arsuaga y Millás conversaron sobre, entre otros temas, biodiversidad, la bipedestación, el dimorfismo sexual, el experimento de las sociedades sin dios o la autodomesticación de la especie humana recorriendo, por ejemplo, el Valle Secreto de los neandertales —sito en la Sierra de Guadarrama—, un parque infantil, un sex shop, el Museo del Prado o la cueva de La Covaciella, en Asturias. El fruto de estas salidas tiene 216 páginas y se llama La vida contada por un sapiens a un neandertal.
“El actual es un período lleno de contradicciones y vivimos entre dos polos, el de nuestras miserias y nuestra grandeza. Pero, ahora parece que el ser humano camina hacia la autodestrucción: cambio climático, que no es una broma; el virus, que nos está haciendo polvo y es producto de una mala relación con la naturaleza, o el capitalismo desenfrenado”, lamenta el autor.
En cualquier caso, Millás utiliza la ironía para asegurar que en caso de que “el hombre desapareciera, el mundo no perdería nada”. “De hecho, seguramente las cosas mejorarían, debido a esa capacidad autodestructiva que tiene el hombre. Siempre hay dos deseos, uno de vida y otro de muerte, y se supone que están equilibrados, pero ahora no estoy seguro ”, advierte.
La vida contada por un sapiens a un neandertal es el resultado del viaje de Millás y Arsuaga a más de 16 recorridos durante varios meses, en el que los protagonistas hablan con humor sobre la influencia de los antepasados humanos en la vida cotidiana: desde un supermercado, hasta un sex shop.
Millás asegura haber sido “una gran sorpresa” al acercarse a los Neandarthals de esta manera. “Es un período infinitesimal y, comparado con el ser humano en la historia, solo llevamos dos días. Creo que este fenómeno explica la Historia mejor que la Historia misma", indica.
Para el autor, hay una tendencia a “subestimar” este período y más aún en España – “si Atapuerca estuviera en Estados Unidos, iría mucha más gente que en España” – y, a su juicio, el “desastre” comenzó a desarrollarse con el paso del Paleolítico al Neolítico. “Nunca entendí que el neandertal pueda usarse como un insulto, porque todo lo que revela es una falta total de conocimiento. Si hubieran sobrevivido, probablemente seríamos mejores personas“, insiste Millás, que considera el Paleolítico” la mejor etapa del ser humano “.
“Aún no había propiedad privada, tenía un contexto socialista de distribución de bienes, el hombre no trató de acumular riquezas, sino que vivió feliz de lo que cazaba y recolectaba. El mejor momento de la historia del hombre es cuando éramos cazadores-recolectores“, asegura.
Por su parte, para Arsuaga, estos viajes le han ayudado a reconocer la diferencia entre el hombre moderno y el hombre neandertal. “Estamos muy retorcidos, es como si hubiéramos perdido nuestra ingenuidad. Tal vez somos más astutos, pero no el sentido de la inteligencia, sino maquiavélico“, ironiza.
Es “curioso” para el paleontólogo ver cómo “el ser humano ya no es visto como un animal”, algo que se evidencia al observar la vida cotidiana del hombre. “El ser humano es la forma doméstica del neandertal, como el perro es la forma doméstica del lobo“, concluye.