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El mercadillo que vuelve por Navidad

Por primera vez, conviven las terrazas con los puestos para, además de comprar, poder hacer un alto en el camino y degustar las variedades gastronómicas de la zona. (Foto: Ayuntamiento de Madrid).

Con menos puestos -sólo 56 casetas- y reducción de aforo, este año convive con las terrazas de la plaza

Redacción Centro | Domingo 13 de diciembre de 2020
Su origen se sitúa en el siglo XVII, en la plaza de Santa Cruz, y en sus más de tres siglos de historia sólo la Guerra Civil suspendió su montaje. Por primera vez, este año conviven las terrazas con los puestos para, además de comprar, poder hacer un alto en el camino y degustar las variedades gastronómicas de la zona.

Desde este fin de semana, se puede visitar el tradicional Mercadillo de Navidad de la plaza Mayor, uno de los símbolos de nuestra ciudad en esas fechas. Organizado desde hace varias generaciones por la Asociación del Mercado Navideño de la Plaza Mayor, la pandemia no es un impedimento para que sus puestos nos ofrezcan infinidad de propuestas, como decoración o artículos de broma. Eso sí, con menos puestos, menos aforo y un riguroso cumplimiento de las normas higiénico-sanitarias, mascarilla incluida.

El mercado ha reducido los puestos en un 50%, para poder ampliar la distancia entre ellos. Cuenta con 56 casetas ubicadas en el centro de la plaza bajo la estrecha mirada de la escultura a caballo de Felipe III. Su distribución nos recuerda a la famosa aldea gala de Astérix, plantándole cara a la pandemia desde ese baluarte que es la Navidad madrileña.

Y también como novedad, las terrazas convivirán con los puestos para permitirnos hacer una pausa y degustar las variedades gastronómicas de la zona. Para la correcta ubicación de ambas partes, las terrazas retrocederán 1,5 metros. Y el control del aforo lo realizarán profesionales, que velarán por que no se produzcan aglomeraciones de visitantes y se respeten las normas de seguridad establecidas.

Un poco de historia

Los inicios de este tradicional evento navideño se remontan al siglo XVII, cuando comenzó a hacerse popular un mercado de Navidad en la vecina plaza de Santa Cruz. Por aquella época, los vendedores tenían fundamentalmente alimentos, animales para criar en el hogar (pavos y pollos vivos) y, poco a poco, se empezaron a añadir elementos de decoración como adornos, flores y regalos de gran tradición en los países europeos de nuestro entorno. Desde la plaza de Santa Cruz, el mercado se fue extendiendo a otras calles que actualmente conforman el distrito de Centro. Comenzando en Arenal, atravesaba la plaza Mayor para llegar a la calle de Toledo, Puerta Cerrada y las Cavas.

En pleno siglo XVIII, con la llegada la dinastía de los Borbones, el país comenzaba a modernizarse y a importar tradiciones de Francia e Italia, donde la Navidad era una gran fiesta marcada por las reuniones familiares y donde los mercados suponían una parte fundamental para el negocio y la venta de productos.

La evolución urbanística y comercial que experimentaba Madrid, unida al éxito cosechado por el Mercado Navideño de la plaza Mayor y sus alrededores, trajeron consigo una regulación, con sus consiguientes tasas. Así, en el siglo XIX, el Ayuntamiento dictó una normativa que, a la vez que regulaba los puestos, obligaba a los comerciantes a solicitar su licencia de venta de productos navideños. De esta manera, por cada metro cuadrado o fracción en las calles de Ciudad Rodrigo, Zaragoza o las plazas Mayor y de Santa Cruz se debería abonar una tasa de cinco pesetas. Este año, por la crisis sanitaria, el Ayuntamiento bonificará el 100% de las tasas a los puestos, lo que supone una cifra cercana a los 12.000 euros.

En 1860, el Ayuntamiento de Madrid centralizó definitivamente el mercadillo en las plazas actuales, es decir, Mayor y Santa Cruz y, por otro lado, se volvieron a incluir productos alimenticios como los de antaño. Dulces como turrones y mazapanes, así como diversos alimentos típicos de Navidad volvieron a ‘tentar’ desde los puestos a los ciudadanos de la villa.

En los primeros años del siglo XX, las numerosas tiendas de los soportales aumentaban la oferta de los puestos. Fue en este siglo, concretamente durante la Guerra Civil española, cuando se produjo el primer y único parón desde su creación. La suspensión obligada por las circunstancias que vivía el país propició que la vuelta, en 1940, fuera con más fuerza y ganas, tanto por parte de los comerciantes como por la ciudadanía, deseosa de retomar una rutina de la que la Navidad formaba una parte importante.

Con una mayor y mejor variedad de productos, se volvió a reorganizar la venta en el año 1944, prohibiéndose nuevamente la oferta de productos alimenticios y circunscribiendo así la venta a los tradicionales adornos navideños y los artículos de broma.

Traslado provisional

En 1960, con la reordenación de la ciudad, se decidió llevar a cabo una reforma de la plaza Mayor. Las cabeceras de los tranvías desaparecieron y los vehículos se trasladarían al futuro aparcamiento subterráneo. Esa nueva construcción bajo tierra facilitaría la movilidad del peatón por la plaza y, además, mejoraría la instalación del mercadillo que, durante las obras, se desplazó a la vecina plaza de Santa Ana, también lugar de tradición y foco cultural de la época. Fue en 1969, con la finalización de las obras de reforma, cuando las casetas volvieron a la plaza más famosa de Madrid, su primera casa.

La última modificación se ha centrado en la modernización de los puestos. En la década de los 80, los toldos tradicionales desde sus inicios dieron paso a las casetas de madera. Las de los últimos años tienen un diseño más europeo, acorde con los mercadillos navideños de los países nórdicos: casetas de madera roja con tejados puntiagudos.

Tienes hasta el 31 de diciembre para visitar el mercadillo, en horario de lunes a jueves, entre las 10.30 y las 21.00 h, y los viernes, sábados, domingos y víspera de festivo, entre las 10.30 y las 22.00 h.

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