Cuando los ciudadanos nos dirigimos a las urnas en cada convocatoria electoral, esperamos que los gobiernos electos para nuestra ciudad, nuestra comunidad autónoma o nuestro país, se comprometan con los ciudadanos cumpliendo con sus programas electorales, que sean ejemplares en sus actuaciones, y también que sean justos y ecuánimes en las decisiones que han de tomar a lo largo de su mandato.
Un concepto que está muy presente en el mundo de los negocios y en el empresarial, y que marca la diferencia sustancial entre una mala gestión y una gestión excelente, es el de la adaptación al cambio. Este concepto, sin embargo, no lo asociamos tanto a la gestión política, probablemente porque en el estado de bienestar que disfrutamos en nuestro mundo occidental, desarrollado y democrático, esperamos pocos contratiempos o pocas transformaciones profundas que pongan nuestro mundo del revés y a los que nuestros representantes políticos tengan que adaptarse.
El año que pronto despediremos no ha sido un año al uso, y en este contexto, lo que también hemos pedido a quienes nos gobiernan desde las distintas instituciones, es que supieran adaptarse a las circunstancias y aplicaran medidas creativas, rupturistas y flexibles, dirigidas a minimizar los efectos de esta terrible crisis.
Son muchas las teorías económicas existentes sobre la oportunidad de la bajada de impuestos, y siempre es difícil encontrar el equilibrio entre la necesidad recaudatoria y la adecuada presión fiscal a los ciudadanos. Algunos gobiernos consiguen dar con ese equilibrio, así se habla ya hoy, por citar un ejemplo nacional, del 'efecto Laffer' en Andalucía, que con una serie de medidas de reducción de impuestos ha conseguido aumentar sus ingresos tributarios en más de 100 millones de euros en solo unos meses.
El actual Gobierno del Ayuntamiento de Madrid llegó con el firme propósito de bajar los impuestos a los madrileños, y así ha sido. Pero, además, ha sabido adaptarse a la excepcionalidad del momento, porque el momento requiere que los sectores más afectados puedan salir adelante. El Gobierno municipal, en un momento en que la asistencia social de nuestro ayuntamiento está en máximos históricos, facilitando ayudas para alimentación a más de 220.000 personas, ha sabido entender que el dinero que hará que nuestra economía se reactive estará mejor en el bolsillo de los madrileños que en las arcas municipales.
Así, los madrileños se ahorrarán 107 millones de euros en impuestos, con una batería de medidas que contribuyen a la recuperación de la actividad económica y a mantener y crear empleo:
• Rebaja del IBI a dos millones de madrileños, 40 millones de euros se quedan en el bolsillo de los madrileños, y mantenimiento de todas las bonificaciones fiscales existentes en IBI y en Plusvalías.
• Bonificación del 25% del IBI y del IAE para los sectores más afectados por la crisis
• Reducción del 25% de la tasa de basuras a 118.000 empresas
• Supresión de la tasa de terrazas a 9.000 negocios
• Bonificación de hasta 50% en IAE para quienes creen y preserven empleos.
También necesitamos una ciudad mas limpia, más sostenible, una ciudad de vanguardia, y se han puesto en marcha ayudas fiscales para mejorar el medio ambiente, como la bonificación en la cuota del IBI y del IAE por la instalación de soluciones de energía solar, y bonificación en la cuota del IAE por Plan de Transporte.
En momentos difíciles, los ciudadanos esperan respuesta y capacidad de adaptación de quienes les gobiernan, porque no todo el esfuerzo pueden hacerlo los ciudadanos. El Ayuntamiento de Madrid cumple.