Bajo los efectos de la recesión económica que estalló en 2008 y en el epicentro de una pandemia, parece un momento propicio para recuperar a Galdós y a su personaje Torquemada, porque cuando el escritor escribió, con cincuenta y tantos años, las novelas que tenían a este personaje como protagonista, era “un hombre maduro en la escritura y en la vida”, que venía "para advertirnos que todo negocio que pasa por la explotación de los débiles, de los más desfavorecidos, tiene un nombre feo, desagradable. El nombre es usura, y quien lo ejerce, usurero”.
Habla Juan Carlos Pérez de la Fuente, director del Año Galdós que celebra la Comunidad de Madrid con ocasión del centenario del fallecimiento del escritor canario, así como del montaje Torquemada, que se integra en esas conmemoraciones y cuyo estreno absoluto acoge la Sala Negra de los Teatros del Canal, hasta el 4 de enero.
Se trata de un monólogo que protagoniza Pedro Casablanc, que ha adaptado a la escena el dramaturgo Ignacio García-May, sobre la tetralogía de las novelas de Torquemada (1889-1895), de Benito Pérez Galdós: Torquemada en la hoguera, Torquemada en la cruz, Torquemada en el purgatorio y Torquemada y San Pedro.
“Se cuenta aquí lo que podríamos definir como la ascensión y caída de Francisco Torquemada, miserable usurero de barrio que presume (aunque nunca le creamos) de descender del célebre inquisidor y a quien una serie de imprevistos acontecimientos convierte primero en empresario respetable, luego en senador, y más tarde en marqués, para finalmente verse obligado a cuestionar el sentido de toda su escalada social al encontrarse cara a cara con la enfermedad y la muerte”, explica Ignacio García-May, que añade que “llevamos el material a nuestro terreno: allí donde el canario pone la espectacularidad del relato coral, responderemos con esa modesta herramienta del teatro que es el monólogo: un actor que interpretará a todos los personajes en un espacio único”.
El montaje recupera la vocación de retrato social que impulsó las novelas y teatro de Galdós, que se inspiraban no solo en lo que acontecía en España sino también en Europa ("ya es hora de recuperar al Galdós europeísta", sostiene Pérez de la Fuente), y se enmarcaba en “el lento ocaso de un mundo antiguo, tiempos convulsos a nivel político y social”, donde el dinero y la fortuna “son los nuevos dioses finiseculares; los usureros, los cambistas, los banqueros; la nueva jerarquía eclesiástica. Galdós tiene la necesidad de dar vida a su Torquemada en ese momento histórico”, analiza Pérez de la Fuente.
Por su parte, para el protagonista absoluto de la función, el actor Pedro Casablanc, los temas que se abordan son "codicia, extorsión, avaricia, y muerte. Afán desmedido de riqueza, envidia, necesidad de aparentar, materialismo que nos vuelve insensibles a cualquier valor espiritual. Vemos cómo un personaje vulgar, plebeyo y sin educación ingresa en un círculo social superior al suyo e intenta adquirir sus habilidades con tal de lograr la supervivencia económica. Las palabras de Galdós pertenecen a otro siglo, sin embargo, resuenan de lo más actuales hoy en día".
En opinión del actor, este es quizás "el mejor homenaje que se le puede tributar a Galdós" en el centenario de su desaparición, una puesta en escena de su gran tetralogía poco leída y poco conocida en los sistemas educativos, donde se hace más hincapié en Fortunata o Doña Perfecta.
El recorrido vital del protagonista, con sus caídas en desgracia, su recuperación a través de una boda interesada, la muerte de seres queridos, todo ello tratado con un humor sardónico y trágico, resulta "mucho más complejo que el de otros personajes parecidos de la dramaturgia universal, como pueden ser el Shylock de El mercader de Venecia o el Harpagón de Molière", afirma.