Inspirada en las novelas románticas de Julia Quinn, se trata de una creación del colaborador habitual de Rhimes, Chris Van Dusen (Scandal, Sin cita previa).
La serie, que consta de ocho episodios, narra la historia de Daphne Bridgerton, la hija mayor de la poderosa familia Bridgerton, en su debut en el competitivo mercado matrimonial de la Regencia londinense. Con el ánimo de seguir los pasos de sus padres y encontrar el verdadero amor, las perspectivas de Daphne parecen inicialmente esperanzadoras. Pero, todo empieza a desmoronarse cuando sale a la luz un diario repleto de escándalos sobre la alta sociedad escrito por la misteriosa Lady Whistledown, que lanza desafortunados rumores sobre Daphne.
La entrada en escena del rebelde Duque de Hastings, el soltero más deseado de la temporada, supone una válvula de escape para ambos, cuando deciden aliarse en una creciente batalla de ingenio para eludir las expectativas sociales sobre su futuro.
Los Bridgerton cuenta con un reparto coral, liderado por Phoebe Dynevor y Regé-Jean Page, a quienes acompañan Golda Rosheuvel, Jonathan Bailey, Luke Newton, Luke Thompson, Claudia Jessie, Nicola Coughlan, Ruby Barker, Sabrina Bartlett, Ruth Gemmell, Adjoa Andoh, Polly Walker, Bessie Carter y Harriet Cains y la interpretación estelar de Julie Andrews como narradora.
Una mezcla entre la clase de Donwton Abbey y Las amistades peligrosas, en cuanto a estética se refiere, pero que está lejos de tratarse de una serie de época, gracias a las licencias creativas, a la ironía y al lenguaje empleado.
La serie apabulla con decorados exhuberantes y un vestuario cuidado, a cargo de Ellen Mirojnick, una fábula en la que no faltan las maledicencias y rumores interesados.
El diseñador Jorge Vázquez, director creativo de Pertegaz y de la firma que lleva su nombre, ha explicado que la época en la que se desarrolla la acción "es increíble para la moda. Napoleón está al frente de Europa en ese momento y se pone muy de moda el estilo Imperio, una vuelta a la estética grecolatina, pero actualizada hasta ese momento". Vázquez, un virtuoso en la selección de las telas, reconoce que, personalmente, le "encanta" esa época y advierte de la "maravillosa" calidad de los tejidos.
El corte en los vestidos se coloca bajo el pecho, "la mujer vive, por primera vez en muchos siglos, una cierta comodidad o relax a la hora de vestir, exquisitamente vestidas, pero sin una coraza que no las deje respirar".
El vestuario de los protagonistas está delicadamente confeccionado, prestando atención a bordados y detalles mínimos, joyas y plumas que convierten en aristocrática hasta la escena más sencilla. Una serie donde tampoco faltan trajes extravagantes, tonos intensos y estampados muy atrevidos para ese momento. "Es un tiempo en el que todo se hacía a mano, a medida, son prendas que traslucen que están muy, muy trabajadas, con patrones no muy complicados, pero con muchas horas de taller", ha añadido Vázquez.
Según ha explicado Ellen Mirojnick, el equipo llegó a confeccionar 7.500 piezas, incluidos sombreros, chales y abrigos. Un buen vestuario, incide Jorge Vázquez, "siempre suma" y añade que una película envejece mejor si el vestuario está bien adaptado y "no se dejan llevar por las tendencia actuales. Te hace viajar a otro tiempo, sentirte un poco el Mr. Darcy de Jane Austen",.
Precisamente, una época, a principios del XIX, en la que el vestuario de caballeros también se cuidaba hasta el extremo, pues decía mucho de su clase social. "Los hombres en ese momento iban muchísimo mejor vestidos que en cualquier otro momento. Hay una sofisticación en prendas de abrigo, chaquetas, camisas... que ya nos gustaría tener ahora mismo".