Tanto el bloqueo o la parálisis por el miedo (por ejemplo, no querer salir de casa por miedo a contagiarnos) como cometer imprudencias, se deben a una mala gestión del miedo.
Para comprender este tipo de comportamientos es importante recordar que la forma de afrontar el miedo es el resultado de la suma de mecanismos instintivos y del aprendizaje adquirido a lo largo de nuestra vida. Es decir, cuando nos enfrentamos a una amenaza, primero se activa el instinto de conservación, pero también un proceso mental aprendido (o viciado), que nos induce a actuar de una forma u otra.
La buena gestión del miedo supone conocer y aceptar que el peligro es una realidad, analizar todo lo que depende de nosotros para prevenir y protegernos de dicho peligro. En resumen: ser prudentes.
Pero, hay otros dos factores que nos ponen muy difícil llevar a cabo esta prudencia y con los que tenemos que batallar todos los días: el cansancio y la rutina.
La neurociencia nos dice que, cuando el día a día se convierte en una rutina, el cerebro desconecta esa acción del consciente. Es lo mismo que cuando vas conduciendo todos los días por el mismo sitio, tu consciente lo tienes ocupado en otras cosas y vas conduciendo de forma inconsciente… Como en piloto automático. Eso significa que nos relajamos y damos por cierto que no hay riesgos y que controlamos totalmente la situación. Por eso, nos recomiendan ir por rutas diferentes, para obligar al cerebro a estar concentrado en lo que hacemos.
Como decían nuestras abuelas “No te preocupes, ¡ocúpate!”. Pasa a la acción y céntrate en todo lo que puedes hacer para prevenir contagios. ¡Asume tu responsabilidad! Haz un esfuerzo cada día por no caer en la rutina. Es un enemigo fuerte y si no hacemos un esfuerzo cada día, nuestro cerebro va a relajarse y podemos cometer imprudencias. Dedícate a diario un tiempo para infórmate y reflexionar sobre la importancia de las medidas que estás tomando.
Lucha contra el cansancio. Cuanto más cansado te sientas, más riesgo habrá de que te 'autoengañes' minimizando los riesgos y de que cometas imprudencias. Procura estar más alerta y concentrado, para no bajar la guardia.
Convierte las medidas de prevención en un hábito saludable. Vive, disfruta de todo lo bueno que te da la vida. No permitas que el miedo te bloquee, pero tampoco que te lleve a cometer imprudencias. Aplícalo a la COVID19, pero también en cualquier aspecto de tu vida.
Gestiona bien tus miedos y aparecerán la confianza, la esperanza y la ilusión.
¿Qué tal si lo convertimos en un propósito para el 2021? ¡Feliz año nuevo!