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Mondrian, De Stijl y la concepción de la belleza

El público que visite la exposición podrá contemplar 95 obras, 35 de Mondrian y 60 de artistas de De Stijl como Theo van Doesburg, Bart van der Leck, Georges Vantongerloo o Vilmos Huszár, entre otros, así como diversa documentación de la época. (Foto: Museo Reina Sofía).

Organizada por el Museo Reina Sofía y el Stichting Kunstmuseum den Haag, con la colaboración de la Comunidad de Madrid

Mª del Carmen García | Viernes 08 de enero de 2021
La muestra, que se enmarca dentro de la conmemoración del 30 aniversario del Museo Reina Sofía, revisa desde esta perspectiva la trayectoria e enorme influencia de Mondrian, considerado junto a Picasso como la gran figura de referencia de la Modernidad.

Mondrian comenzó su carrera en 1892 como pintor de bodegones y paisajes holandeses, un género clásico que durante casi veinte años le permitió adquirir una increíble pericia pictórica. Obras tempranas, como Naturaleza muerta con naranjas (1900) o Tarde en el Weesperzijde (1901- 1902) que pueden verse aquí, son piezas de corte naturalista y simbolista, en las que Mondrian se muestra como un pintor que, poco a poco, va incorporando influencias de corrientes artísticas emergentes, como el puntillismo, el fauvismo y el cubismo.

Mondrian y De Stijl es una exposición organizada por el Museo Reina Sofía y el Stichting Kunstmuseum den Haag, con la colaboración de la Comunidad de Madrid, que aborda la obra del artista holandés Piet Mondrian en el contexto De Stijl, un movimiento junto al que marcó el rumbo del arte abstracto geométrico desde los Países Bajos e imprimió un cambio drástico de la cultura visual después de la Primera Guerra Mundial.


La concepción de la belleza de Mondrian, basada en la superficie, en la estructura y la composición del color y las líneas, conformó un estilo novedoso e innovador que pretendía derribar las fronteras entre disciplinas y rebasar los límites tradicionales del espacio pictórico. De Stijl ('El Estilo'), la revista homónima creada por el pintor y crítico Theo van Doesburg, fue la plataforma para difundir las ideas de esta nueva plástica y superar el tradicional provincialismo holandés.

El primer número salió en 1917 y, hasta 1931, la publicación ofreció información sobre el desarrollo del arte abstracto a nivel internacional. Piet Mondrian, que nació quince años antes que el resto de los componentes de De Stijl, era el patriarca de este movimiento. Los integrantes de De Stijl perseguían un mundo que, gracias a la colaboración entre todas las disciplinas, pudiera abolir la jerarquía entre las artes. Pretendían así que estas se liberaran, se mezclaran y pudieran dar lugar a algo nuevo, una realidad que se adaptara mejor al mundo que empezaba a vislumbrarse, el mundo de la modernidad. Creadores de todo el mundo adoptaron este enfoque multidisciplinar y desarrollaron un intenso trabajo conjunto. Se trataba de un proyecto en el que sus participantes se comunicaban a través de la revista y mediante cartas.


La muestra, que se enmarca dentro de la conmemoración del 30 aniversario del Museo Reina Sofía, revisa desde esta perspectiva la trayectoria y enorme influencia de Mondrian, considerado, junto a Picasso, como la gran figura de referencia de la Modernidad. Una idea que corrobora en el catálogo de la exposición su comisario, Hans Janssen, al señalar que “existen razones de peso para afirmar que Piet Mondrian, un héroe en las artes visuales, es el artista moderno por antonomasia”.

Diálogo entre corrientes artísticas

Mondrian y sus compañeros de De Stijl operaban en un mundo en el que también se desarrollaban otras corrientes artísticas. De ahí que en cada una de las nueve salas de la exposición se ponga en diálogo la filosofía de este movimiento con otras iniciativas de la época que perseguían crear un arte genuinamente contemporáneo.

Así, el público que visite la exposición podrá contemplar 95 obras, 35 de Mondrian y 60 de artistas de De Stijl, como Theo van Doesburg, Bart van der Leck, Georges Vantongerloo o Vilmos Huszár, entre otros, así como diversa documentación de la época (ejemplares de De Stijl, correspondencia, fotos, catálogos, etc.).

En la primera sala, el espectador podrá observar ejemplos de diversos diseños del propio Berlage y de otros autores, como Karel Petrus Cornelis Bazel o Johannes Jacobus van Nieukerken, realizados a principios del siglo XX para interiores, edificios o planes urbanísticos de ciudades como La Haya, Leipzig o Amsterdam.

El siguiente espacio vuelve a retomar la obra de Mondrian, mostrando trabajos como Noche de verano (1906-07) o Paisaje grande (1907- 08), ambientes sosegados, depurados y de gran expresividad, que señalan a un artista que cree en el progreso, en un mundo que puede ser mejorado a través del arte. Se trata de obras que Mondrian tuvo la oportunidad de exhibir a modo de retrospectiva en el prestigioso Stedelijk Museum en Ámsterdam en 1909.

Para concluir este apartado dedicado a las distintas etapas de Mondrian previas a su vinculación con De Stijl, la muestra indaga en la búsqueda de la “belleza universal” que perseguía el holandés y que le motivó a viajar a París en 1911. Composición No. II (1913), exhibida en la cuarta sala de la exposición, es una de las primeras pinturas que le satisfizo en este sentido. A este respecto Mondrian escribió: "en el arte plástico, la realidad sólo puede expresarse a través del equilibrio del movimiento dinámico de la forma y el color, y los medios puros (limpios de funcionalidades de representación) ofrecen la forma más eficaz de conseguirlo".


Durante la Primera Guerra Mundial, Mondrian se siente parte de una multiplicidad de intentos de desarrollar un lenguaje plástico que sea al mismo tiempo sencillo y estructurado, y que haga patente el espacio ilusorio de la obra de arte como realidad accesible para cualquiera.

Una nueva forma de expresión

Como se puede apreciar en las tres siguientes salas de la exposición, centradas ya de lleno en el movimiento De Stijl, en aquel momento otros creadores coinciden con Mondrian en esta búsqueda de un nuevo arte completamente abstracto que se dirija directamente a las emociones. Es entonces cuando Theo van Doesburg consigue aunar estas fuerzas en la revista De Stijl, nacida en 1917.

Los comienzos del movimiento muestran la enorme diversidad en el afán experimental de los artistas del grupo. Para todos ellos, las formas de expresión tienen como único objetivo la modernidad. De esta manera, una maqueta de arquitectura, como las que se pueden contemplar en esta parte de la exposición de Théo van Doesburg y Cornelis van Eesteren, o incluso una silla, pueden convertirse en esculturas. Este aspecto experimental y la diversidad de un trabajo colectivo realizado como si se tratase de un taller virtual de debate, fue la fuerza del movimiento, pero también, como se descubriría al poco tiempo, y como refleja la exposición, su debilidad.


De hecho, en la década de 1920, lo que inicialmente se podía entender como un unánime movimiento utópico hacia el proyecto común de un arte realmente abstracto, se convirtió en un crisol de opiniones y concepciones del arte en continuo combate. Lo que permaneció fue la imagen de un 'estilo internacional', en el que la abstracción, la fuerte reducción de recursos plásticos y la geometría eran las características comunes, pero los caminos se diversificaron.

La exposición se cierra con dos salas dedicadas a las últimas etapas de Mondrian quien, aunque en 1922 pensaba que el experimento abstracto había acabado ya, siguió trabajando con el reducido repertorio de recursos visuales que manejaba (líneas horizontales y verticales que delimitan planos de color blanco, rojo, amarillo o azul) para descubrir con asombro la infinitud de oportunidades compositivas ocultas que eran posibles.

Su gran habilidad consistió precisamente en el uso de estos recursos limitados. Así, al final de los años 20 le fascinó cada vez más engarzar formas, pero en la década de los 30 sustituyó el equilibrio más clásico de sus composiciones por un equilibrio dinámico, como puede advertirse en Composición C (nº III) con rojo, amarillo y azul (1935).

Finalmente, en 1940, Mondrian emigró a los Estados Unidos, donde se llevó diecisiete pinturas que había realizado durante su estancia en París en los años anteriores, en las que se superponían densas cuadrículas de líneas horizontales y verticales, como el espectador puede apreciar en Cuadro II, (1936-43). Mondrian comenzó a cambiar estas pinturas y su lenguaje visual una vez más, introduciendo bloques de pintura de color que se movían libremente para complicar la estructura rítmica de su arte, algo que persiguió hasta el final de su vida.

Centro de Arte Reina Sofía

Hasta el 1 de marzo de 2021
Horario: Lunes, 10.00 - 21.00 h. Martes, cerrado. Miércoles-sábado, 10.00 - 21.00 h. Domingo, 10.00 - 14.30 h

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