Durante los meses de invierno, la tarea de cuidar el cabello se vuelve tan importante como en otras estaciones del año, ya que el pelo se encuentra más expuesto debido a los cambios constantes de temperatura, el frío, la humedad o el viento.
(Foto: Clínica MC360).
El efluvio telógeno de esta época exige una necesidad energética mayor en nuestro organismo, con una dieta basada en oligoelementos, cereales o frutos secos. El uso de champús o mascarillas hidratantes ayudarán a la hidratación de nuestro pelo y frenarán el encrespamiento capilar.
Durante los meses de
invierno, la tarea de
cuidar el cabello se vuelve tan importante como en otras estaciones del año, ya que el pelo se encuentra más expuesto debido a los
cambios constantes de temperatura, el
frío, la
humedad o el
viento, además de por el uso frecuente de elementos de calor intenso, como
el secador o las planchas de pelo, aseguran desde la
clínica de medicina capilar MC360. “La llegada de las bajas temperaturas produce en nuestro cabello un efecto exactamente igual que al resto de los mamíferos; produciéndose un
efluvio telógeno con la caída y la muda de ese pelo, que en verano ha sido un pelo más fino, por uno
más grueso, con mucho más cuerpo y más volumen”, explica la directora médica de MC360,
Cristina Morante. Este efluvio telógeno exige una
necesidad energética mayor para nuestro organismo, ya que éste tiene que volver a gastar nutrientes, vitaminas y oligoelementos en crear de nuevo ese pelo y mantenerlo sano. Por ello, será fundamental mantener una
alimentación equilibrada, basada en
cereales y frutos secos, que nos ayudan a incrementar el
aporte de vitaminas del grupo B, necesarias para la regeneración y vitalidad del pelo como la
biotina; alimentos ricos en
oligoelementos, como
el magnesio, el zinc o el silicio; así como
proteínas para generar los
aminoácidos que el folículo necesita para la queratinización del tallo, que harán que nuestro pelo tenga menos encrespamiento y se rompa menos.
Por otro lado, existen determinados
factores externos que pueden afectar a la salud de nuestro cabello, como la
calefacción, la polución o el frío extremo, “ya que hacen que las glándulas sebáceas del cuero cabelludo y la vascularización de la zona disminuya y, por tanto, llevan a que
el pelo se resienta y se encuentre menos nutrido. Además,
el calor extremo tampoco le viene bien al tallo y es un factor que agrede a nuestra estructura capilar, al resecarlo y producir un pelo más quebradizo”, recalcan desde MC360. De esta forma,
los expertos aconsejan no abusar de secadores o planchas y utilizar un
protector térmico que actúe de barrera en estos casos.
Para cuidar nuestro pelo durante esta época del año es recomendable el
uso de champús enriquecidos o mascarillas hidratantes, que ayudan a nutrir e hidratar el pelo para que recupere la fuerza y el volumen durante los meses de invierno. El empleo de estos productos, sumado al
aumento de la queratinización con aminoácidos, contribuye a frenar el encrespamiento capilar, la sequedad y la falta de brillo provocados por la humedad o las lluvias propias de esta temporada.
Según la directora médica de MC360,
este encrespamiento puede ser mayor o menor en función de la zona geográfica. “En los territorios más húmedos, el cuero cabelludo tiende a ser algo más graso que en aquellas más secas, aunque tampoco es lo mismo estar en zonas calurosas con mayor índice de humedad, que en áreas más frías”, concluye la Doctora Morante.