La correcta funcionalidad de las fosas nasales depende, entre otras, de una estructura interna llamada válvula nasal. Esta es un espacio comprendido entre la parte más alta del tabique y el cartílago situado en la pared nasal externa. Es el paso más estrecho de la vía respiratoria nasal. Ahora, con el uso generalizado de mascarillas, “nos hemos dado cuenta de que respiramos peor, no solo porque la propia mascarilla impide la llegada del aire a nuestras fosas nasales, sino porque la válvula nasal deja de funcionar adecuadamente”, subraya la Dra. Nieves Mata, jefe del Servicio de Otorrinolaringología del Hospital Nuestra Señora del Rosario.
Como explica la especialista, esta válvula interna debe tener un ángulo de 15 grados para funcionar adecuadamente. Cuando queremos evitar un olor desagradable pinzamos nuestra nariz con dos dedos justo en ese punto y conseguimos cerrar la válvula nasal interna. Si lo que queremos mejorar es nuestra respiración, ampliamos dicha válvula tirando con la mano de la mejilla o utilizando tiras nasales que aumentan su ángulo. De ahí que, “cuando apretamos el soporte nasal de la mascarilla para ajustarla, estamos realizando el efecto contrario a las tiras nasales y cerramos la válvula, empeorando la respiración”, aclara la Dra. Mata.
Este pequeño desequilibrio en la ventilación nasal al ajustar la mascarilla ha puesto de manifiesto problemas respiratorios debidos a desviaciones de tabique o deformidades nasales, que hasta entonces pasaban desapercibidos. Para los pacientes que presentan estos problemas, “es aconsejable no ajustar demasiado en la zona nasal la mascarilla, para no comprometer la ventilación nasal”, advierte la experta, quien añade que “respirar bien por la nariz facilita el deporte, el descanso nocturno y muchas de las actividades que realizamos día a día. Respirar bien por la nariz aumenta nuestra calidad de vida y el uso de la mascarilla ha puesto en evidencia esta necesidad en muchas personas”.
Si existe un problema subyacente, debe ser estudiado por un especialista. Y ello porque, como abunda la Dra. Mata:
- Una desviación del tabique nasal puede cerrar la válvula nasal, estrechando un lado de la nariz de forma permanente.
- Una debilidad de los cartílagos que conforman la válvula puede dar lugar a un colapso valvular cada vez que el paciente coge aire.
- La presencia de una rinitis crónica con hipertrofia de cornetes produce una congestión alternante.
- La poliposis nasal produce una congestión nasal permanente asociada a pérdida de olfato.
Las alteraciones del tamaño y de la forma de la nariz (nariz a tensión) suelen llevar asociadas problemas de la válvula y de los cartílagos nasales.
“En todos los casos, se recomienda una valoración por el otorrinolaringólogo por si fuera necesario un tratamiento quirúrgico de la desviación septal mediante septoplastia, de la hipertrofia de cornetes o de la poliposis por endoscopia o de la deformidad nasal y del colapso valvular mediante rinoplastia funcional y/o estética”, concluye la jefe de Otorrinolaringología del Hospital Nuestra Señora del Rosario.