Chamberí

Un barrio castizo, elegante y moderno

Fidel Verdugo es propietario de una de las tabernas clásicas de la calle de Ponzano, en el distrito de Chamberí, y relata cómo era su barrio y cómo ha cambiado. (Foto: Junta Municipal de Chamberi).

Fidel Verdugo, vecino y hostelero de Chamberí

Redaccion | Viernes 05 de marzo de 2021
Para conocer Chamberí, nada mejor el punto de vista de un vecino y hostelero de toda la vida. Fidel Verdugo es propietario de una de las tabernas de toda la vida en la calle de Ponzano, donde el aperitivo se convierte en religión en el centro de la capital. La siguiente entrevista se publicó a finales de enero, en diario.madrid.es.

Para empezar, se presenta: “Mi nombre es Fidel Verdugo, un vecino de Chamberí de siempre, desde que nací. Tengo 77 años y regento un negocio en esta calle en el que estoy trabajando desde mi juventud, una cervecería que fundó mi padre”.

Han sido muchos los cambios que han sufrido estas calles y bastante más respecto a los negocios comerciales que ocupan los tradicionales edificios. “Por ejemplo, aquí al lado, en el local pegado al mío, había una vaquería. Detrás de la tienda donde dispensaban la leche, estaba el corral donde se encontraban las vacas y allí mismo ordeñaban la mercancía que directamente vendían al público”.

Un Chamberí de ayer, que guarda la esencia, aunque falten personajes habituales entonces, por ejemplo, los limpiabotas, cuya presencia era frecuente en las calles, realizando su trabajo a quien lo solicitaba. Curiosamente, no muy lejos de aquí, en un conocido local restaurador de la zona, en la calle de Eduardo Dato, todavía se ve una persona que ejerce esta profesión.

“El nombre de la calle en que nos encontramos se debe al célebre escultor Ponciano Ponzano, que fue el autor de los leones que ocupan las escalinatas del Congreso de los Diputados, en la carrera de San Jerónimo”, nos cuenta.


Juegos infantiles en la explanada de la Tranviaria

“De mi infancia tengo muchos recuerdos y son recuerdos bonitos. Había una explanada que estaba al final de la calle de Ríos Rosas. Era un campo grande y allí los chicos jugábamos al fútbol. Se llamaba el campo de la Tranviaria. Hoy en día ya no existe, porque en ese solar se construyó lo que es la Basílica de San Juan de la Cruz, frente a los Nuevos Ministerios”.


Efectivamente, por el nombre de la Tranviaria se conocía al campo de fútbol que allí tenía la Compañía de Tranvías y que desapareció para convertirse en la actual iglesia de los Carmelitas Descalzos, en la denominada plaza de San Juan de la Cruz.

Paseando por las plazas y avenidas testigos de la vida diaria, encamina sus pasos hacia uno de los recintos más queridos por los vecinos de Chamberí, el Museo Sorolla. “En la calle del General Martínez Campos se encuentra la que en su momento fue casa del pintor. En ella vivió Joaquín Sorolla con su familia y el museo fue el resultado de una donación que hizo su mujer”.


Según información de la Fundación Museo Sorolla, la institución se creó a partir del legado de Clotilde García del Castillo, viuda del pintor. En su testamento de 1925 legó al Estado español los cuadros, apuntes y dibujos de Joaquín Sorolla que a ella pertenecían y la casa familiar con los objetos artísticos allí colocados, para que se creara un museo en memoria de su marido. Como tal se inauguró en 1932, abriendo al público su planta principal y siendo director su hijo, Joaquín Sorolla y García.

Antes de despedirnos, pedimos a Fidel una definición de lo que para él es este distrito. “Chamberí es un barrio castizo, es un barrio elegante y moderno. Y además un barrio que está de moda. Considero que es un barrio bonito y, para mí, es el mejor de Madrid”, manifiesta con orgullo.

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