Son los últimos en el plan de vacunación, y parece que va para largo. La estrategia diseñada en diciembre por el Grupo de Trabajo Técnico de Vacunación COVID-19 ya ha definido 9 de los 15 grupos que contempla, el último de ellos el de los enfermos de alto riesgo, pero los menores siguen sin estar ni se les espera.
Y es que a la falta todavía de evidencia científica se unen las dudas sobre la capacidad de las vacunas para evitar la transmisión y sobre el papel que juegan los menores en la propagación de los contagios. La estrategia lo deja bien claro: niños y adolescentes no pueden considerarse por ahora grupos prioritarios.
En España hay 7,3 millones de menores de 18 años. Según los expertos, a ellos también les tocará, pero no estarán entre la población inmunizada para finales de verano, si es que se cumple el objetivo común europeo de vacunar al 70% de los ciudadanos antes de otoño. Sólo los pequeños con ciertas patologías podrían ser inmunizados antes, pero no hay una fecha para el resto y todo apunta a que, al menos los menores de 12 años, no serán vacunados hasta 2022.
El proceso de vacunación tenía que empezar por los más vulnerables, como de hecho se está haciendo desde el pasado 27 de diciembre, dicen sin dudar Francisco Álvarez, coordinador del Comité Asesor de Vacunas de la Asociación Española de Pediatría (CAV-AEP), y Pablo Aldaz, portavoz de vacunas de la Sociedad Española de Medicina de Familia y Comunitaria (Semfyc).
Así lo fija la estrategia, que se vertebra sobre criterios etarios para priorizar los grupos diana. A mayor edad, más riesgo: el porcentaje de hospitalizaciones y defunciones de personas contagiadas aumenta con los años, alcanzando en España un 33,3% y 14,7% en mayores de 79, respectivamente, según datos del Instituto de Salud Carlos III.
Por el contrario, la población infantil y adolescente representa un 10% de los casos de COVID-19, el 0,4 % de las hospitalizaciones y menos del 3 por mil de las muertes: desde el 10 de mayo, han fallecido en España 32 menores de 15 años (17 de ellos tenían menos de 2; 11 estaban en el grupo de 5 a 14 y 4 en el de 2 a 4 años).
A nivel mundial, las cifras de la OMS apuntan a que los menores de 18 años representan solo el 8% de los casos globales; el 0,2 % de las muertes fueron de personas que no llegaban a los 20, a pesar de constituir casi el 29% de la población del planeta.
Además, los ensayos clínicos realizados hasta la fecha se han hecho a partir de los 16 años, en el caso de Pfizer, y de los 18 años, en las demás, lo que explica que no se puedan incluir niños en la vacunación. Sin embargo, los laboratorios ya se han puesto manos a la obra.
Pfizer está reclutando menores de entre 12 y 15 años y calcula que pueden tener resultados a lo largo de 2021. "Probablemente este año ya cambie la ficha técnica", apunta el doctor Vázquez, que recuerda que esta farmacéutica tiene previsto probar su suero en niños de 5 a 11 años, "pero de eso ya no vamos a tener resultados hasta 2022".
En el caso de Moderna, indica Álvarez, están inscribiendo participantes en un ensayo en menores de 12 a 18 años y "también dicen que pueden dar resultados a lo largo de 2021. Y luego estudiarán de 11 años a 6 meses, pero no los tendrán hasta 2022".
Mientras, la universidad inglesa de Oxford inició a mediados de febrero pruebas clínicas para comprobar la eficacia en niños de 6 a 17 años de la vacuna de AstraZeneca.
La última que ha recibido el visto bueno en Europa pero que no empezará a ser suministrada hasta abril, la de Janssen, también planea arrancar sus pruebas en menores, incluidos bebés recién nacidos, embarazadas y personas inmunodeprimidas, pero sin fecha.
Mucho se ha hablado del rol supercontagiador de los menores, una teoría que han ido desmoronando distintos estudios. La OMS lo descartó en enero, cuando sentenció que los colegios, de manera general, no han sido focos superpropagadores del coronavirus y los pocos casos en los que se convirtieron en fuente de transmisión, coincidieron con el incumplimiento de medidas de prevención.
"Los niños no son un grupo de riesgo importante, porque son más bien víctimas que propagadores de la infección; en general, se infectan a través de los adultos: cuando aparecen casos en los colegios es que se han contagiado en casa y luego llevan la enfermedad allí", apunta Álvarez.
¿Deberían establecerse subgrupos dentro de los menores? ¿Justifica el mayor contacto social de los adolescentes que vayan antes que los niños? En este sentido, la estrategia incide en que el grupo de entre 15 y 29 años es el que más alta incidencia de casos presenta dada su alta exposición, "con un mayor número de salidas al exterior relacionadas con el ocio, viajes, mayor número de relaciones interpersonales y un relajamiento excesivo de las medidas de seguridad".
Una edad más joven y el sexo masculino se asocian a un menor uso de las medidas higiénicas, "lo que promueve la exposición y el contagio" entre ellos "y de forma secundaria al resto de la población".
Sin embargo, la exposición en el ámbito escolar es baja y supone el 1% de los casos diagnosticados desde el 10 de mayo, muy alejado de los más frecuentes, que son el domicilio (33%) o entorno desconocido (40%), lo que refleja "el cumplimiento estricto de las medidas de seguridad en los centros educativos".
Todavía queda otro interrogante, el de la capacidad erradicadora de la transmisión de las vacunas, si bien cada vez hay más datos, sobre todo los que ha arrojado la vacunación masiva en Israel, de que los fármacos pueden prevenir la transmisión, "sino del todo -señala Álvarez-, casi del todo".
Es decir, "no van a acabar del todo con el virus en la nasofaringe, pero sí van a reducir muchísimo la carga, con lo cual va a ser difícil que puedan contagiar a los demás". "Cuando eso se demuestre, adolescentes y jóvenes a lo mejor deberían pasar a ser un grupo de riesgo más importante, porque así se evitaría que contagien a los demás". Aldaz es un poco más tajante: cuando se confirme la capacidad erradicadora de la vacuna, "hay que vacunarles".
"Lo primero es acabar con la vacunación de los adultos. Está bien fijar el objetivo del 70%, pero niños y adolescentes no van a entrar hasta que no lo ponga la ficha técnica. Serán los últimos, nunca van a estar por delante de los demás, a menos que tengan enfermedades de riesgo", insiste el portavoz de la AEP.
Ni siquiera cuando llegue el momento de que haya vacunas disponibles para todos: en este sentido, el doctor recuerda que España ha comprado anticipadamente el equivalente a cinco dosis por ciudadano, pero las autoridades sanitarias no darán el paso de administrárselas a los niños hasta que no se incluyan en la ficha técnica.
Sólo existe una circunstancia especial que sí que contemplan los protocolos de las comunidades, y es que algunos con trastornos neurológicos graves, institucionalizados o no, "se pueden valorar individualmente, igual que sucede con los embarazos". Algunas ponen un límite de entre 12 y 18 años, otras no.
El resto, mientras tanto, "van a estar los últimos", insiste. Si se hacen subgrupos, se vacunará antes a los adolescentes, porque los ensayos en ellos concluirán antes.
Ser los últimos no significa que no se vayan a inmunizar como todos. "Por supuesto, se va a vacunar a toda la población. Los niños, también", concluye.