En concreto, se restaurarán, recuperarán y conservarán la verja, los fontines y el emparrado del Real Jardín Botánico. Su director, Esteban Manrique, pide comprensión a las personas que en los próximos meses visiten las instalaciones por estas obras de restauración en varias zonas del Jardín, que hay que cerrar a los visitantes por su seguridad, pero la institución científica ha considerado que era "mejor la convivencia con las tareas de restauración de nuestro patrimonio, a cerrar por completodurante el periodo de duración de éstas".
Manrique ha explicado que dado el "importante deterioro que el paso del tiempo ha dejado tanto en los fontines, el emparrado y la verja, elementos históricos, muchos de ellos del siglo XVIII, de incalculable valor patrimonial y cuya restauración le permitirá recuperar todo su esplendor para disfrute de nuestros visitantes". Las obras terminarán a finales de 2022 y están cofinanciadas gracias al 1,5 por ciento cultural del Programa de Conservación Histórico Español del Ministerio de Transportes, Movilidad y Agenda Urbana del Gobierno de España y el apoyo económico del CSIC.
De forma paralela, se llevará a cabo la restauración y conservación de los treinta fontines que se distribuyen por las dos terrazas del RJB más próximas al Paseo del Prado, la recuperación y reposición del emparrado que abraza al Pabellón Villanueva, en la terrada del Plano de la Flor, y la restauración de la verja de cerramiento del Jardín Botánico entre el Paseo del Prado y la calle de Claudio Moyano.
Los fontines aparecieron enterrados en 1978, cuando se inició la restauración global del RJB. Durante el verano de 1786, se instaló el emparrado, una pérgola de hierro forjado que discurre por ambos lados del Pabellón Villanueva, con algo más de 300 metros de longitud y que otorga esa singularidad histórica al RJB.
En la restauración de 1979-1981 se recuperó parte de su diseño original y actualmente es el soporte de la colección de vides de Simón de Rojas Clemente. Los daños en el emparrado son recurrentes en casi todos sus tramos, con corrosión en sus pies y arbotantes, oxidación en su estructura y desaparición de piezas de ensamblaje o apoyo. Precisamente, parte del ramal sur del emparrado resultó hundido por la caída de una rama de un cedro durante la tormenta Filomena.