Así, se suma un año más a esta fiesta ofreciendo a los madrileños mayores de 12 años la posibilidad de pasar una tarde de miedo, en un espacio tan ambientado con esta temática y con los personajes típicos de estos días.
Para participar, tendrán que adquirir previamente las entradas, de forma gratuita, a través de este enlace, para poder presentarlas después en la estación, ya que el aforo es limitado para garantizar la seguridad (10 personas por grupo).
El viernes, la estación abrirá sus puertas desde las 16.00 horas hasta la medianoche, mientras que, el sábado y el domingo, los horarios serán de 10.00 a 14.00 y de 16.00 a medianoche.
Las visitas durarán aproximadamente media hora, tiempo en el que todos aquellos que estén dispuestos a pasar un poco de miedo entrarán en un espacio amenizado con varios actores que interactuarán con los visitantes, que descubrirán una estación ambientada con esqueletos, brujas, calabazas, arañas y demás.
Además, se habilitará un espacio especial para hacerse fotografías. Los interesados en participar podrán disfrutar de un "rato muy divertido" en una estación muy singular que Metro ha elegido para esta ocasión, como ya se hizo en 2019, tanto por sus leyendas como por sus características (menor luz y con mobiliario antiguo), lo que hacen de ella un "escenario perfecto para disfrutar de Halloween y descubrir, a su vez, un recinto de gran riqueza histórica".
Entrar en la estación de Chamberí es volver al Madrid de los años 50 y 60 sólo bajando unos escalones. La antigua estación de Chamberí pertenece a la primera Línea de Metro inaugurada en Madrid en 1919, que contaba con ocho paradas: Cuatro Caminos, Ríos Rosas, Martínez Campos, (Iglesia), Chamberí, Bilbao, Tribunal, Gran Vía y Sol.
Este es uno de los espacios museísticos de Metro más visitados de toda la red. A principios de los 60, la Compañía Metropolitana decidió aumentar la longitud de los trenes y ante la imposibilidad de alargar esta estación, la clausuró. El cierre definitivo tuvo lugar el 22 de mayo de 1966.
El diseño, también de Antonio Palacios, optó por una solución funcional muy simple en cuanto a recorridos y organización, y por unos acabados sencillos. Incorporó la luz natural mediante un lucernario en el vestíbulo. Para el interior eligió un recubrimiento cerámico con juegos ornamentales.
La bóveda de la estación va recubierta de azulejo blanco biselado y sus estribos estaban decorados por grandes recuadros de azulejos sevillanos, que limitan el contorno de los carteles anunciadores, también de cerámica, en encintado ocre y azul.
Estos carteles publicitarios son uno de los grandes atractivos de este espacio, ya que se conservan prácticamente tal y como fueron creados en la década de los 20.
La estación de Chamberí, restaurada y abierta como museo en 2008, forma parte del proyecto Andén Cero, nombre que recibe el conjunto de los museos suburbanos, con los que se quiere sumergir al visitante en la historia de este medio de transporte.