“El lagrimeo -señala la Dra. Sonia J. Hincapié, oftalmóloga especialista en cirugía plástica de párpados y vías lagrimales del Hospital Quirónsalud San José- ocurre porque existe un aumento en la producción de lágrima o porque hay una disminución o alteración en el drenaje. Existen múltiples causas de lagrimeo, entre ellas el ojo seco, malas posiciones de los párpados o de las pestañas, cuadros alérgicos o cuadros inflamatorios oculares y la obstrucción de la vía lagrimal, una de las causas más frecuentes en los adultos, principalmente en mujeres”.
La lágrima que se acumula en el ojo se drena por un conducto que comunica con la nariz, de forma que la obstrucción o alteración en cualquier punto anatómico de ese conducto lleva a la obstrucción de la vía lagrimal, que puede ser alta -si está ubicada a nivel de los puntos o de los canalículos lagrimales- o baja -si la obstrucción está ubicada a nivel del conducto nasolagrimal, que es el que comunica el saco lagrimal con la nariz-.
Independiente del nivel de la vía lagrimal donde se encuentre la obstrucción, el síntoma principal siempre es el lagrimeo; cuando la obstrucción es a nivel del conducto nasolagrimal suele estar acompañado de secreción muco-purulenta frecuente.
En casos de inflamación aguda del saco lagrimal o dacriocistitis aguda está acompañada de dolor, calor e hinchazón en la parte interna del ojo, que hace necesaria la prescripción de tratamiento antibiótico. En otros casos la obstrucción se extiende en el tiempo acompañada de lagrimeo y secreción mucopurulenta, sin que exista dolor o inflamación aguda -este cuadro es denominado dacriocistitis crónica-.
El diagnóstico, generalmente, es clínico, por los síntomas, mediante la exploración de la vía lagrimal realizada por el oftalmólogo para evaluar el drenaje de la lágrima, aunque en algunos casos es necesario la petición de pruebas de imagen como la dacriocistografía o el TAC de la vía lagrimal y senos paranasales, para descartar la presencia de masas u otras alteraciones.
El tratamiento se realiza mediante una cirugía que permita restablecer el drenaje normal, a través de la creación de una nueva vía que conduzca la lágrima hacia la nariz, denominada Dacriocistorrinostomía.
La cirugía puede realizarse vía externa, mediante una incisión en la piel de la parte interna del ojo, llamada DCR externa, o puede realizarse endoscópicamente (DCR endonasal) a través de la nariz, en cuyo caso no hay cicatriz y la recuperación es mucho más rápida, además de tener un porcentaje de éxito entre el 90-95 %, similar a la cirugía mediante vía externa, si se realiza por profesionales entrenados en esta técnica quirúrgica.
Es una cirugía ambulatoria, de rápida recuperación y se realiza multidisciplinarmente entre el oftalmólogo y el otorrinolaringólogo, para ofrecer al paciente mayor porcentaje de éxito y seguridad durante y después de la cirugía.
No hay que olvidar que hay algunos problemas del drenaje lagrimal que se ven afectados por trastornos de la vía nasal y que pueden resolverse en la misma intervención.
No es una cirugía molesta, ni dolorosa, se puede hacer vida prácticamente normal dos días después de la intervención, los cuidados postoperatorios son muy sencillos, basta con aplicar un colirio antibiótico y realizar lavados nasales que pueden ser realizados por el mismo paciente en su domicilio.
“Frente al lagrimeo u ojos llorosos la recomendación es acudir a el oftalmólogo para que realice una valoración exhaustiva y determine la causa, planteando así la solución más acertada para cada caso”, concluye la Dra. Hincapié.