La muestra ofrece una excelente oportunidad para vislumbrar la evolución de este complemento femenino, que fue un signo de distinción y de lujo en la época. En ellos se aprecian las particularidades del rococó, para después ir comprobando cómo sus estructuras se adentran en el estilo neoclásico y la moda Imperio.
Las imágenes que los engalanan son fruto del trabajo de artistas como Antoine Coypel, Charles Le Brun, Jean Antoine Watteau y François Boucher. Están confeccionadas sobre papel o vitela (piel de vaca o ternera adobada y pulida), materiales que permiten el plegado, y sus efigies se inspiraron en hechos mitológicos, históricos, galantes y pastorales, como los poemas homéricos de la Iliada y la Odisea, la Eneida, de Virgilio, y Las Metamorfosis, de Ovidio, junto con las gestas de Alejandro Magno.
Dicha colección fue atesorada por José Lázaro y su esposa Paula Florido desde que se conocieron, en 1901, y hasta la muerte de esta última en 1932. Durante ese tiempo, Lázaro regaló a Paula abanicos en dos fechas muy señaladas: el 15 de enero, día de su cumpleaños, y el 29 de junio, su onomástica, a lo que se añadió su preferencia por los abanicos del periodo de Luis XV y Luis XVI.
Los abanicos evolucionaron con la moda. En esta muestra podemos ver desde abanicos del primer tercio del siglo XVIII, donde las referencias al barroco clasicista son evidentes, hasta abanicos de comienzos del siglo XX, pasando por ejemplares en los que vemos cómo se fue fraguando el gusto rococó que dio lugar al abanico galante, fiel reflejo de la vida refinada y placentera de los nobles y burgueses europeos del segundo tercio de la centuria.
También, piezas de estructura sencilla, pero de calidad, que nos adentra en el estilo neoclásico y la moda Imperio; ejemplos de abanico romántico, llamados cristinos, e isabelino o historicista; alguno de gran tamaño, conocidos como pericones; y un abanico de baraja o brisé, realizado en celuloide y nácar, diseñado por el artista francés Georges Bastard, hacia 1913.
Las pinturas de los países están realizadas al gouache sobre papel, seda, tela, pieles finas o vitelas –piel de vaca o ternera, adobada y pulida–, materiales que permiten el plegado, e inspiradas en asuntos mitológicos, históricos, galantes y pastorales.
Calidad y variedad en los países y también en los varillajes de los abanicos de esta muestra. Podemos contemplar elegantes varillajes realizados en marfil o carey, con trabajo de piqué –incrustación de pequeños fragmentos de oro y plata–, tallados y calados en forma de rejilla o puntos –grillé / pointillé–, a los que se añaden láminas de madreperla, plata dorada o corlada, nácar y, en ocasiones, piedras preciosas para el adorno de las palas y clavillos –pasador que sujeta las varillas, las fuentes y palas–.
Los abanicos seleccionados son una excelente muestra del lujo y la distinción que encierran estos objetos artísticos, que fueron disfrutados, cuidados y orgullosamente mostrados en algunas de las fiestas organizadas en el palacio de Parque Florido.
Lugar: Serrano, 122. Madrid. Sala 6.
Fechas: hasta octubre de 2022.
Entrada: sin coste añadido al precio habitual de la entrada al museo.
Horario: de martes a domingo, de 9.30 a 15.00 horas. Lunes cerrado.