Hace tres años aproximadamente que el Gobierno presidido por Pedro Sánchez toma las decisiones que nos atañen a todos los españoles.
Asistimos, repetida e indefectiblemente, a un escándalo semanal de tal manera que se suceden, uno tras otro, y cada uno de esos escándalos supera en gravedad al anterior, lo que hace que se queden 'tapados' y olvidados por la importancia e inmediatez del nuevo escándalo.
Desde el inicio de este legislatura, vimos como la palabra del presidente se truncaba en un acuerdo que, en campaña, se había negado repetidamente y vimos entrar tres ministros de Podemos, con Pablo Iglesias como vicepresidente, y el Gobierno mas extenso de la democracia, con 22 ministerios y un exagerado número de asesores, que convierte a este Gobierno en mucho más caro que los previos.
Vimos rápidamente las maniobras de Sánchez para controlar la voluntad y decisiones de jueces, situando a una ex ministra como Fiscal General del Estado; de TVE, cambiando a Rosa María Mateo y a directores de contenido; de los medios de comunicación, a los que inyectó un buen montante de millones. Después vimos a ministro Grande-Marlaska cometer la injusticia con militares y Guardia Civil, como Cobos y otros altos cargos, además de desautorizarles ante los separatistas y los altercados en Barcelona.
Vimos como se engañó a la ciudadanía, ocultando la verdadera cifra de muertos por la pandemia, y se nos engañó con un inexistente Comité de Expertos, y se atacaba a Madrid, por ayudar y mantener un hilo de oxígeno. Conocido es por todos que, tras las elecciones regionales del pasado año, en las que Ayuso ganó en los 21 distritos de la Capital y en 177 de los 179 municipios, desde el gobierno sanchista se juzgó que los madrileños no sabían votar y la Comunidad y su capital pasaban a ser los enemigos a los que difamar y perjudicar, en la toma de decisiones.
La deriva de los pasados meses ha sido una sucesión de escándalo tras escándalo: el gas de Argelia, tras el cambio radical de postura de Sánchez ante el Frente Polisario, Marruecos y el Sáhara, la renovación de jueces del CGPJ, las previsiones absolutamente desacertadas y desacreditadas por Bancos Europeo y de España y obsevatorios que corrigen las cifras de un gobierno desgobernado, donde las trifulcas entre ministras de una y otra facción son continuas o donde se promulgan leyes sin hacer caso a las sugerencias de los especialistas, que resultan un verdadero fiasco y consiguen el efecto contrario del que se busca, con la rebaja de penas a pederastas, violadores y maltratadores.
En esa deriva de escándalos vemos como se conceden todas las peticiones de prebendas a presos terroristas y como se retira a la Guardia Civil de Navarra, en una decisión absolutamente insultante para cualquier español de bien.
Estamos a un año aproximado de las Elecciones Generales y veremos como los españoles juzgan estas tropelías.
Sin duda, la memoria de éstos influirá en su voto, a pesar de las triquiñuelas y engaños de Tezanos y sus encuestas.