Llegando diciembre, cobra una especial relevancia la cesta de la compra. Se aproximan días de reuniones familiares y de empresa, y, en todas, el componente gastronómico se convierte en protagonista.
Es tradición muy española organizar esas reuniones de familia y de compañeros de trabajo, alrededor de mesas con buenos productos con origen en el campo o la mar; cárnicos, vinos, panes, aceites y un largo etcétera, que engalanan tan entrañables fechas.
Sabiendo de la importancia de estos ingredientes, que están en los primeros puestos en las preocupaciones de la ciudadanía, observo cómo se quiere centrar sobre ellos una pesada e injusta carga. Como si estos alimentos, de esta cesta de la compra o esta gastronomía y sus comercios en general fuesen los culpables de la inflación que hoy golpea y empobrece a las familias españolas.
Sinceramente, creo que este clima de opinión obedece a unas directrices marcadas desde instancias gubernamentales y que se quiere tapar la ingente cantidad de dinero que recauda el gobierno con la subida de los precios y sus parte proporcional de impuestos, IVA, etc.
En ocasiones, no se menciona lo mollar de la inflación, el incremento del precio de los carburantes, de la energía y los transportes y de las materias primas, de los cereales y alimento de animales, etc, que han sido los 'tractores' primordiales de que se haya disparado la inflación.
Escucho, perplejo, que se centra el foco del problema económico en la cesta de la compra, cuando muchos de estos productos varían sus precios según la ley de la oferta y la demanda, y si aumenta la producción y por tanto la oferta, el precio cede y baja al ser alimentos perecederos. Pero, vemos, por contra, como la gasolina se mantiene por encima de 1,8 € l, aunque el crudo en barriles haya bajado de 110 a 80 € de media.
Entiendo que, precisamente, la cesta de la compra es la 'partida' más elástica y donde más podríamos influir con nuestra buena práctica.
Desde la clase media, o más popular, no nos es posible variar el precio que pagamos por llenar el depósito de combustible en nuestro vehículo y el margen de elegir tal o cual clase de tarifa o de compañía que nos suministre la energía es también muy estrecho y nos deja sin apenas influencia en esos gastos, que aprietan nuestra economía.
Sin embargo, sí creo que la cesta de la compra nos ofrece múltiples opciones y posibilidades para racionalizar y aquilatar el gasto. Y, en las adquisiciones para estas navidades, no sólo es recomendable, es absolutamente necesario.
Es importante que en los productos de origen hortofrutícola, sigamos de cerca los productos de temporada. En esta familia de productos, muy importante en la cesta de la compra, el precio se forma según la ley de la oferta y la demanda y dependiendo de las condiciones climatológicas,
Las campañas de producción y recolección tienen una gran relevancia en el precio final que el consumidor paga en la tienda o en el mercado, de tal manera que el mismo producto puede costar el doble o la mitad, con una variación de 15 días, dependiendo de la oferta y la demanda.
Llegados a este punto, si quieremos velar por nuestra economía y sobrevivir a nuestras entrañables fiestas navideñas, es muy importante dejarse asesorar por los profesionales, que pueden ser una ayuda importantísima para comprar bién, racionalmente, haciendo economía, los productos que están en su mejor momento y nos ayudan a ahorrar y evitar, asímismo, el desperdicio alimentario.
El comerciante minorista se convierte en una suerte de personal shopper muy valioso en los tiempos que vivimos, que puede amortiguar en un 20-25% la subida o encarecimiento de nuestra cesta de la compra.
Ustedes son los consumidores, ustedes eligen.
¡Felices Fiestas!