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Los viajes de agua de Madrid

El viaje de agua de Amaniel recogía el agua del subsuelo en el norte de Madrid, para llevarla a través de galerías subterráneas filtrantes al centro de la ciudad. Felipe III ordenó su construcción en 1613 a imitación de los qanats árabes. El nombre del viaje procede de la antigua Dehesa de Amaniel, actual Dehesa de la Villa, que es donde se capta el agua del nivel freático. (Foto: Ayuntamiento de Madrid).

En el distrito de Moncloa-Aravaca se puede visitar un tramo de 50 metros de una infraestructura hidráulica mandada construir por Felipe II

Redacción Centro | Viernes 21 de abril de 2023
Desde los orígenes de la ciudad hasta la inauguración del Canal de Isabel II, en 1858, el agua que se bebía en Madrid provenía de una extensa red de canalizaciones llamadas 'viajes de agua'.

No sólo el agua potable, sino todo el abastecimiento de los madrileños dependía exclusivamente de estas aguas subterráneas, conducidas a través de cientos de kilómetros de galerías, que los árabes comenzaron a extender en el siglo IX.

Muchas de esas conducciones siguen bajo el asfalto, si bien han sufrido graves deterioros por derrumbes o han desaparecido debido a la realización de obras sucesivas en la ciudad.


Mayrit, la ciudad edificada sobre agua

Sobre la fachada de uno de los edificios que delimitan la plaza de Puerta Cerrada, muy cerca de la plaza Mayor, sobrevive una de las tres grandes pinturas murales que, en 1983, firmó el artista madrileño Alberto Corazón, en la que se puede leer: "Fui sobre agua edificada, mis muros de fuego son".

El mural hace referencia al primer emblema que tuvo Madrid en el siglo XII, según lo describe el humanista y cronista de la villa Juan López de Hoyos. La frase, que suena casi como un acertijo, destaca dos elementos esenciales para la ciudad medieval: por un lado, los sólidos muros de pedernal que la protegían -el fuego hace referencia a las chispas que arrancaban las flechas al impactar en ellos- y por otro, a los numerosos arroyos y cursos de agua que recorrían su subsuelo, regando sus campos y abasteciendo la ciudad.

El historiador Jaime Oliver Asín sitúa en el arroyo de San Pedro (actual calle de Segovia) una aldea visigoda, de nombre Matrice o 'madre de aguas', hipótesis reforzada por el hallazgo arqueológico, en 2011, de un esqueleto visigodo cerca del Palacio Real.

Según Asín, los musulmanes se establecen por encima de esta aldea en el siglo IX y traducen el nombre visigodo, dando el nombre de Mayrit a la ciudad, palabra que hace alusión de nuevo a esta abundancia de agua.

Madrid nace como un emplazamiento militar, con valor estratégico importante. Su fortaleza se construyó en el punto más alto del terreno, donde hoy se levanta el Palacio Real, desde donde la visibilidad era mayor. Existía, por tanto, un gran desnivel con respecto al río Manzanares, el más caudaloso de la zona (sin serlo mucho), y al resto de arroyos, como el de San Pedro, que discurrían por la cota más baja.

La altura hacía muy difícil el transporte del agua hasta la fortaleza y la medina, pero, además, estas corrientes se descartaron como proveedoras de agua potable, en parte por su escaso caudal, pero sobre todo por la suciedad que arrastraban al discurrir por la superficie.

Sin embargo, el agua era abundante en el subsuelo gracias a que la tierra de Madrid se compone de una capa superior de arena permeable, que filtra el agua de lluvia, y una base más profunda de arcilla, un material impermeable que retiene el agua, formando grandes balsas subterráneas de agua dulce y limpia.

Se recurre por tanto al qanat o 'viaje de agua' (del latín vía aquae), invento de origen persa que fue empleado durante siglos, tanto por los romanos en la construcción de acueductos, como por la cultura islámica que lo perfecciona.

Se trata de un ingenio hidráulico que permite un mejor aprovechamiento del agua en los lugares donde es un recurso escaso y que consiste en captar las aguas de infiltración retenidas en los acuíferos, llevándolas hasta las puertas de la ciudad por medio de pozos y galerías subterráneas, que finalizaban en las fuentes y caños públicos.

Para que funcionara, las zonas de captación debían estar a mayor altura que la villa, de forma que las canalizaciones siempre tuvieran una pendiente descendiente, permitiendo que el agua discurriera por gravedad.

Tras la conquista cristiana en el siglo XI, los madrileños seguirán utilizando el sistema de abastecimiento que encontraron, construyendo nuevas canalizaciones e incorporando nuevos acuíferos a la red.


Abastecer a la nueva Corte

Con el establecimiento de la Corte en Madrid, en 1561, con Felipe II, la población crece exponencialmente de 20.000 a 90.000 habitantes en muy poco tiempo, comprometiendo el suministro, pues el sistema de canalizaciones es insuficiente.

Felipe III ordena buscar agua, necesariamente más lejos de la ciudad. Se encuentran tres grandes acuíferos, a partir de los cuales se ordena, en 1611, la construcción de cuatro grandes viajes de agua: el de Amaniel, para suministro exclusivo del Alcázar; el de Fuente Castellana y los de Abroñigal Alto y Bajo. En 1617, el Consejo de Castilla crea la Junta de Fuentes de Madrid, que se encargará de la creación, gestión y mantenimiento de la red durante siglo y medio.

Otros viajes menores, llamados de 'aguas gordas' por ser ricas en cal, eran usados para lavar ropa y regar, entre ellos el de la Fuente del Berro, cuyas aguas se decía tenían propiedades curativas, y el del lavadero de los Caños del Peral, cuyos restos pueden verse en el vestíbulo de la estación de Metro de Ópera.

El viaje de agua de Amaniel

Los viajes tenían titularidad municipal y terminaban en fuentes y caños a pie de calle, de los que se surtían los vecinos. No había apenas suministro privado, debido a la poca presión y caudal del agua.

El viaje de Amaniel es una excepción, pues es el único de titularidad privada, perteneciendo a la Casa Real. Daba servicio al Alcazar (y, más tarde, al Palacio Real) y servía para que la Corona pudiera dar concesiones de agua a conventos y a algunos nobles.

El tramo visitable cumple con las características de este tipo de construcciones: tiene varias galerías de ladrillo por las que cabe una persona, con pozos de ventilación y de acceso, además de hornacinas en las paredes para colocar luminarias. Los túneles llegan hasta la Dehesa de la Villa, pero están seccionados por los cimientos de edificios contemporáneos.

El departamento de Educación Ambiental del Área de Medio Ambiente y Movilidad del Ayuntamiento de Madrid organiza visitas guiadas gratuitas para conocer en profundidad la historia y las curiosidades que giran en torno a algunos de los viajes de agua del subsuelo madrileño.

Actualmente se están llevando a cabo dos itinerarios:

- Desde Dehesa de la Villa (o Dehesa de Amaniel) hasta el Arca Vieja de Amaniel (o Caño Gordo), donde se encuentra el tramo visitable del 'Viaje de agua de Amaniel'. Este itinerario muestra las galerías de captación de agua, desde las fuentes de suministro en la Dehesa con sus característicos capirotes, hasta el arca cambija, donde se reunía y decantaba el agua para ser canalizada hacia la ciudad.

- El segundo de los trayectos visitables transcurre en superficie, desde el Arca Vieja de Amaniel (Caño Gordo) hasta el Museo de los Caños del Peral, en la estación del Metro de Ópera (plaza de Isabel II), en donde se puede contemplar parte del acueducto del viaje de agua de Amaniel que se construyó para salvar el barranco del arroyo del Arenal y llevar el agua hasta el Palacio Real.

Más información sobre estas visitas, en el enlace 'Habitat Madrid'.

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