El Ayuntamiento de Madrid ha concluido la ejecución de este proyecto piloto y, este viernes, el alcalde de Madrid, José Luis Martínez-Almeida, se ha dirigido hasta la glorieta de Nueva Zelanda para comprobar la instalación.
Le han acompañado en su visita el delegado de Urbanismo, Medio Ambiente y Movilidad, Borja Carabante; la delegada de Obras y Equipamientos, Paloma García Romero, y el delegado de Limpieza y Zonas Verdes y concejal de Fuencarral-El Pardo, José Antonio Martínez Páramo.
Dicha intervención forma parte de los compromisos del Gobierno municipal de incrementar la infraestructura verde en la ciudad para contribuir a mejorar la calidad del aire, acabar con los grafitis y adaptar la capital al cambio climático.
El proyecto supone una mejora ambiental para amortiguar la isla de calor, reducir las emisiones del tráfico rodado y la contaminación acústica, pero también repercute en el embellecimiento de la ciudad, al eliminar el espacio para las pinturas vandálicas.
La obra, que ha contado con un presupuesto de 3,8 millones de euros, se ha desarrollado sobre los 400 metros de muros que separan las glorietas de Mariano Salvador Maella y de Nueva Zelanda, en la avenida de la Ilustración del distrito de Fuencarral-El Pardo.
En el acto, Almeida ha aprovechado para invitar a la vicepresidenta y ministra de Transición Ecológica, Teresa Ribera, a contemplar este proyecto, del que "se rió en Twitter, con el desprecio que caracteriza al Gobierno de España y al Gobierno de Pedro Sánchez en sus relaciones hacia Madrid".
También le ha instado a "felicitar públicamente a Madrid por tener los mejores datos de calidad al aire que nunca ha tenido en la historia y por haber cumplido con los límites de calidad al aire en el año 2022", que otras ciudades, como Barcelona, no han cumplido.
En los jardines verticales se han instalado sensores de contaminación mediante paneles abatibles. Se trata de un sistema de monitorización de contaminantes atmosféricos y material particulado (CO, CO2, NO, NO2 y PM) para conocer el impacto de la instalación de dichos jardines y su evolución en el tiempo.
Los datos obtenidos serán comparados con los datos generales de contaminación disponibles de Calle 30 o de las estaciones de contaminación del Ayuntamiento de Madrid, para saber cuál es la diferencia de concentración de contaminantes entre las distintas zonas.
Además, se valorará la capacidad de atracción de biodiversidad en los muros vegetados y su evolución a lo largo del año, con especial atención a los meses de mayor actividad faunística, que coinciden con la primavera y el otoño. El trabajo se centrará en la localización, principalmente, de especies de aves e insectos polinizadores.
Los jardines verticales cuentan con sistema centralizado y sectorizado de riego, con distintos sensores para conocer las incidencias que pudieran surgir y adaptar el riego a las necesidades. Cada módulo o panel cuenta con tuberías de riego situadas horizontalmente a distinta altura y que disponen de goteros de distinto caudal dependiendo de su situación en altura, optimizando el riego necesario.