La decisión de este nuevo uso se produce tras descartarse su uso original, el de restaurante, que fue al que el espacio se dedicó en los años 70 del siglo pasado, debido al aforo que conllevaría.
Con esta luz verde se modifica el uso de oficinas a residencial y se incluyen mejoras en la evacuación y en la eficiencia energética. También se pondrá en valor la estructura de hormigón de la construcción, incluida en el Catálogo de Edificios Protegidos de la capital.
El Plan Especial para la construcción de estas ocho viviendas y la modificación de uso se ha tramitado de acuerdo al Plan General de Ordenación Urbana de Madrid (PGOUM), que especifica que toda intervención urbanística que suponga un aumento de viviendas o locales con mantenimiento de la superficie debe cumplir unas especificaciones. En este caso, el incremento es de un único local a ocho viviendas, reduciéndose la ocupación máxima de la planta de 48 a 40 personas.
La propuesta urbanística planteada mejora las condiciones de evacuación de la planta 22, modifica el acceso actual de la entreplanta a la planta, pone en valor la estructura de hormigón armado respetando la documentación original de Sáenz de Oiza y permite eliminar una escalera privada que conecta las plantas 22 y 23, ha detallado el área que capitanea Borja Carabante.
Esta iniciativa surge como respuesta a la imposibilidad de implementar su uso original como restaurante, por los problemas de aforo que ello conlleva. El arquitecto Sáenz de Oiza proyectó el edificio Torres Blancas, en 1961, para uso residencial, con 21 plantas destinadas a viviendas, dos plantas de remate para uso social del vecindario y dos plantas sótano.
La planta 22 acogió durante la década de los 70 del siglo pasado un restaurante y después un conjunto de oficinas, actualmente en desuso.
Pese a que el edificio se compone de una sola torre, su denominación de Torres Blancas proviene de la intención inicial de Oiza de construir dos edificios. El inmueble cuenta con una altura de 81 metros y una estructura formada por cilindros en su perímetro exterior, que responden a la experimentación constructiva de su creador con el que ganó el Premio COAM 1972 y el Premio a la Excelencia Europea de 1974.
Al margen de las Torres Blancas, en Chamartín, Sáenz de Oiza ha dejado una notable huella en el urbanismo de la capital. Premio Nacional de Arquitectura en dos ocasiones, Medalla de Oro al Mérito en las Bellas Artes (1987) y Príncipe de Asturias de las Artes (1993), trabajó hasta su fallecimiento, el 18 julio de 2000. Suya es, por ejemplo, la Iglesia Hispanoamericana de la Merced, en Tetuán; el nuevo recinto ferial de IFEMA, en Barajas; la Torre BBVA de la Castellana, en Chamberí; La Triada, así como urbanizaciones en Fuencarral, Batán o El Ruedo, junto a la M-30.