En esta cuarta edición, en la que han participado 110 autores, el Dr. Juan Carlos Meneu Díaz, jefe de Servicio de Cirugía General del Hospital Universitario Ruber Juan Bravo aborda la cuestión del uso de robots en cirugía y los retos que la tecnología está introduciendo en el campo de la medicina y en la práctica clínica, tales como la privacidad de los datos, la equidad en el acceso a la tecnología y la necesidad de establecer estándares éticos consistentes, haciendo todo ello compatible con los valores fundamentales en la práctica médica.
A este respecto, el experto señala que, como bien es sabido, la cirugía robótica ofrece varias ventajas sobre la cirugía convencional, todas ellas dirigidas a mejorar los resultados de los pacientes: entre otras, menor sangrado y una recuperación postoperatoria más rápida.
“Al mismo tiempo –señala Meneu–, podemos decir que la introducción de robots ha venido a 'democratizar' la cirugía, por una parte, ayudando a reducir la variabilidad en el desempeño de los profesionales y, por otra, disminuyendo la variación en los resultados –fruto de la heterogeneidad en las habilidades de los cirujanos–, permitiendo a los menos capacitados desempeñarse casi tan bien como los cirujanos altamente capacitados”.
Sin embargo, hay una serie de aspectos éticos y legales en torno al uso de la cirugía robótica que no deberían dejarse de lado, aspectos que aluden a la privacidad, la seguridad y la responsabilidad.
Por lo que respecta al primero de ellos, la privacidad, los robots pueden recopilar, almacenar y procesar enormes volúmenes de datos, incluyendo información personal que, de no usarse adecuadamente, puede violar la privacidad de los individuos; por lo que se hace necesario establecer reglas precisas para la recopilación y el uso de datos en los robots.
En cuanto a la seguridad, es indudable que los robots son vulnerables a los ciberataques, por lo que esta circunstancia debería ser una prioridad para los fabricantes, al tiempo que deben ser susceptibles de actualizarse con frecuencia, para poder defenderse de nuevas amenazas.
Finalmente, por lo que hace a la responsabilidad, ¿quién se hace responsable de una consecuencia indeseada en el uso del robot, el fabricante, el codificador, el usuario final…?
“Las cuestiones éticas que rodean toda esta cuestión son complejas y variadas –concluye el Dr. Meneu–, requieren una estrategia multidisciplinar, que incluya especialistas en ética, abogados y formuladores de políticas, además de ingenieros. Requieren una discusión y un debate constantes, ya que surgen nuevos enigmas éticos mientras la tecnología sigue desarrollándose”.
El autor también aborda la cuestión del consentimiento informado en la cirugía robótica, que, si bien no requiere necesariamente un formulario distinto, debe hacer frente al hecho de que el conocimiento de la mayoría de los pacientes sobre la cirugía robótica es limitado, así como de la existencia de conceptos erróneos que deberían aclararse antes del procedimiento.
Por ejemplo, aclarar que la cirugía la realizará un cirujano y no el robot autónomamente; informar del posible riesgo de un mal funcionamiento del robot, por mínimo que este sea, o sobre las ventajas, los riesgos y las opciones quirúrgicas alternativas a la cirugía robótica.
Adicionalmente, algunos autores abogan por hacer partícipe al paciente de datos como la experiencia y formación del cirujano en cirugía robótica y el número de procedimientos robóticos realizados, pero lo cierto es que no se trata de un requisito obligatorio, ni hay unanimidad al respecto.