La córnea es la estructura anterior del ojo que lo protege de cuerpos extraños y cuya característica principal es la transparencia, dado que funciona como una lente que permite enfocar la luz, favoreciendo una visión clara.
“Por diferentes razones –afirma el Dr. Nabil Ragaei Kamel, jefe de Servicio de Oftalmología del Hospital Quirónsalud San José–, la córnea se daña y para recuperar su transparencia y permitir el paso de la luz y la imagen al interior del ojo, se realiza un trasplante de córnea (queratoplastia) que, normalmente, procede de un donante y se obtiene de un Banco de Córneas. Aunque actualmente existen córneas artificiales para algunos casos concretos, estamos lejos de considerarla una técnica generalizada”.
Las principales causas por las que se daña la córnea y se precisa la realización de un trasplante serían:
En función de la patología corneal pueden realizarse distintos tipos de trasplante:
La cirugía se realiza normalmente con anestesia local –aunque excepcionalmente puede utilizarse anestesia general– y sin ingreso y consiste en sustituir la córnea patológica por la córnea del donante.
Se precisa la oclusión del ojo durante 24 horas y el tratamiento postoperatorio consiste en administrar gotas y pastillas antibióticas y antiinflamatorias.
En cuanto a los riesgos, además de los inherentes a cualquier cirugía como infecciones o inflamación, el principal consiste en el rechazo, al ser un órgano de otra persona.
En la mayoría de los pacientes el ojo operado no es doloroso y la recuperación visual es progresiva y relativamente rápida, ya que se puede tener una gran mejoría al principio, pero hasta la retirada de las suturas no se puede valorar exactamente el resultado visual.
El seguimiento postoperatorio se prolonga varios meses y no se puede predecir con exactitud cuánta visión se va a recuperar.