Las agujas del reloj de la Puerta del Sol se han parado este año durante dos semanas, hasta el pasado 12 de abril, para realizar trabajos de conservación en su mecanismo.
Esta actuación se ha incluido dentro de las labores periódicas de revisión de los relojeros encargados del mantenimiento de este símbolo de Madrid y España con las campanadas de fin de año.
En esta ocasión, los trabajos se han realizado en profundidad y ha sido la mayor revisión de los últimos 30 años. Así, se han desmontado sus piezas, empezando por los engranajes, piñones y ejes de la sonería de las horas, los cuartos y también las agujas.
Según relataba uno de los relojeros responsables de los trabajos, Jesús López Terradas, la última vez que las piezas de este icono madrileño fueron desmontadas y sacadas de su espacio habitual fue en 1996. Él mismo estuvo presente en aquel procedimiento.
El mecanismo, oculto tras el minutero que puede observarse desde la calle, debía ser intervenido para evitar "un desgaste de más envergadura" que terminara haciéndolo inservible. "Es muy sencillo. Cuando una máquina se tira 30 años sin parar, noche y día, se va desgastando. Hay que limpiarla", explicaba.
Un proceso que ha llevado a cabo al haberse detectado, según López Terradas, "que el reloj iba, poquito a poco, perdiendo fuerza". Es decir, la limpieza de los componentes del mecanismo no es sólo una cuestión de higiene o estética, sino que "en ello le va poder seguir dando la hora más adelante".
"En definitiva, entre unas cosas y otras, las agujas estarán paradas sólo una semana", confirmaba López a finales de marzo, que insistía en que se le había dado prioridad a un proceso de limpieza y restauración que acortara al máximo el tiempo de inactividad.
A diferencia de la restauración realizada en 1996, cuando el reloj fue completamente desmontado y trasladado a un taller externo mientras el edificio también se encontraba en obras, en esta ocasión el proceso ha sido más rápido y menos invasivo. "Es que, entonces, estaba bastante más desgastadito", ha rememorado el relojero.
En aquella intervención, la prioridad fue la restauración integral del edificio, lo que permitió dedicar más tiempo al desmontaje y ajuste del reloj antes de devolverlo a su ubicación original.
Ahora, la estrategia ha sido diferente, ya que el mecanismo no ha sido trasladado en su totalidad. Durante este proceso, sólo algunos componentes, como el sistema de sonoridad de los cuartos, han sido llevados al taller, mientras que el resto del trabajo se ha realizado en el propio emplazamiento.
La restauración concluía con el montaje final del movimiento y la reconexión de la sonoridad de los cuartos y las horas. Esto permitirá que el icónico reloj vuelva a estar en perfecto estado para su tradicional protagonismo en la Nochevieja madrileña. "Por lo menos, lavadito estará, eso sí seguro", bromeaba el relojero.
El profesional, que trabaja en la relojería Losada desde 1997, ha destacado que su labor principal es "coger relojes del siglo XVIII y XIX, restaurarlos y dejarlos como cuando los fabricaron". "En definitiva, se trata de mantener un patrimonio", ha explicado
Respecto a la responsabilidad de ser los encargados de que "todo el mundo tome las uvas a la vez", López Terradas ha reconocido que es "una responsabilidad y un honor". "La alegría que nos llevamos cuando se da la última campanada y escuchamos la alegría de las personas es muy bonito", ha manifestado.