Retiro no es una zona de Madrid donde nos enfrentamos a las condiciones más duras, ni mucho menos. Sin embargo, las situaciones de vulnerabilidad social se han multiplicado con la irrupción de la COVID-19 y la demanda de servicios públicos sigue creciendo.
Como en otros distritos, aunque la presión ha sido relativamente menor, los y las trabajadoras de los servicios sociales han hecho y hacen todo lo que esta en su mano (y bastante más) para atender, con los insuficientes recursos con los que cuentan, a los cientos de familias que solicitan las ayudas a las que tienen derecho y que se han hecho tan necesarias en muchos casos para cubrir las necesidades más básicas.
A pesar del enorme esfuerzo de quienes han estado al pie del cañón por prestar el mejor servicio público, muchas familias no hubieran podido acceder a lo más elemental sin la solidaridad organizada por los propios vecinos y vecinas. También en Retiro hay “colas del hambre”.
Contar con una comunidad solidaria y organizada ha sido una tabla de salvación para mucha gente en nuestro distrito, pero esto nunca puede ni debe sustituir a unos servicios públicos bien dotados y gestionados, imprescindibles para garantizar el bienestar y hasta la propia vida.