En el valle de Agaete, al noroeste de la isla de Gran Canaria, existe una finca donde los cafetales crecen a la sombra de aguacates, mangos, papayas, naranjas, pomelos y otras frutas tropicales, aportando a la planta la sombra que necesita para poder crecer y dar sus exquisitos granos de café encarnados.
En medio de este valle se encuentra la Finca La Laja, donde se ubica el único cafetal de la variedad arábica existente en Europa mimado con cariño a través de cinco generaciones. Es por ello que el café de este lugar es tan especial y se ha convertido, en los últimos años, en uno de los productos más exquisitos y valorados de la isla.
Unas condiciones climatológicas favorables, con temperaturas que no descienden de los 17 grados centígrados, un agua casi 'mágica' proveniente de su manantial rico en hierro y azufre, y una recolección artesanal, hacen de este pequeño vergel de color esmeralda el lugar idóneo para el cultivo de un café de excelente calidad que, además, se elabora sin utilizar elementos químicos y con las semillas de una de las mejores variedades del mundo.
A los pies del majestuoso pinar del Parque Natural de Tamadaba, reserva de la Biosfera de Gran Canaria, los visitantes pueden conocer la singularidad de cada cosecha de este café, el valor de su variedad, su cuidado tueste y toda la cultura que rodea al 'oro negro' hasta llegar a la taza.
La caficultura llegó a Canarias en 1778, de la mano del rey Carlos III que deseaba tener su propia plantación en España y mandó plantar semillas traídas expresamente desde América y Asia en la Orotova (Tenerife) y de ahí saltaron a Gran Canaria, donde aún se conservan.
La plantación en este valle se centra en la variedad arábica 'typica', una de las más antiguas del mundo, originaria de Etiopía y de las más apreciadas por su calidad suave y aroma con toques de chocolate, regaliz y fruta, con una baja dosis de acidez y amargor. Expertos baristas dicen que este café no tiene nada que envidiar a los ruandeses, colombianos y jamaicanos.
Tras probarlo, el visitante de la finca se convierte sin dudarlo en embajador de excepción de este singular café, que no se comercializa fuera del cafetal. Aunque, lo cierto es que se exporta a más de 40 países, sin pagar transporte ni aduanas, a través de los casi 100.000 visitantes que cada año se llevan una de las mejores variedades mundiales de este producto.
Una original experiencia gastronómica que pueden disfrutar los huéspedes del Meliá Paradisus Gran Canaria, a través de 'Destination Inclusive Luxury', innovador concepto de hotel 'Todo Incluido' donde toda la experiencia está impregnada por la cultura local.
Este pequeño valle de Gran Canaria lucha desde hace años por conservar sus 200 años de tradición cafetera. La comarca está intentando revalorizar este cultivo con el doble propósito de que sea un atractivo turístico para el municipio y suponga, además, un ingreso extra para sus agricultores.
El objetivo es que el café de Agaete sea un motor turístico para la zona. Su producción anual apenas supera los 1.500 kilogramos, por lo que conseguir un paquete es prácticamente un lujo, debido a su producción artesanal. De ahí su precio: unos 80 euros por kilo.
Estas adoradas cerezas rojas, nacidas de cafetos que enrojecen a la sombra hasta llegar a alcanzar hasta los 10 metros de altura, para ser posteriormente recolectadas, durante meses, a mano con todo el mimo, seleccionándolas una a una en su momento óptimo de madurez.
Estas semillas rojas tienen un sabor similar a la fruta de la granada, por lo que se obtiene un café muy afrutado, muy dulce y muy aromático. Además, tiene un ligero sabor a naranjo, ya que cuando los árboles de la finca empiezan a florecer, coincide con la cosecha del café.
Al pie de las matas están los secaderos, unas mesas de madera con bandejas al sol y cubiertas de cristal inspiradas en el modelo hondureño. Ahí descansan los granos durante unos 25 días tras su cuidada recolección. Para tostar un kilo hacen falta siete kilos de cerezas, la producción anual de una planta entera. Por eso es tan especial este cultivo.
De ahí pasa a la única tostadora de café de la finca donde, en un proceso lento y pausado, a 180 grados, se logra obtener un café natural de tostado medio tan puro que no se necesita leche ni azúcar para disfrutarlo en cada sorbo. Esta máquina de tostado se sitúa a pocos metros de otra, la que empezó el trabajo en La Laja hace décadas y que aún sigue operativa.
La visita a la finca incluye, además del café, una degustación con productos de la zona, como el típico bizcocho 'queque', el queso semicurado de San Mateo o su famosa mermelada de café, manzana verde, canela y limón, que busca poner en valor la gran riqueza gastronomía de la región.
Y es que el microclima del valle de Agaete es ideal tanto para el cultivo del café como de frutales tropicales. Las cepas del café se encuentran rodeadas de todo un paraíso tropical entre naranjos, aguacateros, nísperos y una gran diversidad de árboles tropicales, todo bajo grandes pinares centenarios autóctonos de gran frondosidad.
En la explotación, en la que también se ubica una pequeña ermita construida por la familia en honor a la Virgen del Pino, patrona de Gran Canaria, se encuentra también la Bodega Los Bezarrales.
En ella, cepas de listán negro, plantadas y cultivadas de forma artesanal por la familia Lugo, producen tres tipos de vinos blancos, uno rosado y uno tinto, a partir de cinco variedades que son recolectadas a mano en una vendimia nocturna que se realiza cada año.
Con ello la Bodega Los Berrazales produce unas 40.000 botellas al año, que venden solo en Finca La Laja y en La Casa Romántica, su restaurante situado al otro lado del valle. El embotellado también es muy especial, con diseños del artista canario Pepe Dámaso.
Además, en la finca hay alrededor de 1.000 naranjos de la variedad 'Washington Navel'. El objetivo, según el propietario de la finca, Inocencio Lugo, es ir ampliando poco a poco esta plantación para hacerla también destacada.
Esta experiencia para los cinco sentidos en este cafetal-viñedo se puede disfrutar de la mano de la cadena hotelera Meliá, para que sus huéspedes puedan conocer de primera mano desde destilerías de ron, a museos locales, rutas de senderismo y estos cafetales únicos en Europa.