La tragedia del Madrid Arena cumple su décimo aniversario con su principal responsable libre y aún en la memoria madrileña el fallecimiento de cinco jóvenes como consecuencia de una avalancha en el interior del recinto municipal durante la celebración de una fiesta de Halloween.
Rocío Oña, Cristina Arce y Katia Esteban, todas de 18 años, fallecieron esa misma madrugada en el Madrid Arena. Semanas más tarde, fallecieron en el hospital Belén Langdon, de 17 años, y María Teresa Alonso, de 20.
En el caso se depuraron responsabilidades en el ámbito jurídico y político. En la esfera política dimitieron cuatro cargos, entre ellos el entonces concejal de Seguridad, Pedro Calvo, y el que fuera vicealcalde de Madrid, Miguel Ángel Villanueva, por su vinculación a Miguel Ángel Flores, el promotor del catástrófico evento.
La avalancha mortal se produjo sobre las 4.00 horas del jueves, 1 de noviembre de 2012, durante la celebración del evento de música electrónica 'Thriller Music Park'. La entonces alcaldesa de Madrid, Ana Botella, recibió multitud de críticas al marcharse los días posteriores a un spa a Portugal en medio de la crisis que generó lo sucedido aquella fatal noche.
El juicio
La Justicia determinó que la muerte de las cinco jóvenes y las lesiones de otras 29 personas se produjeron como consecuencia del sobreaforo existente, al haber entrado al recinto alrededor de 16.600 personas.
De la vista oral se supo que la apertura de un portón de carga permitió el acceso a miles de jóvenes para ver la actuación del Dj Steve Aoki, lo que saturó la pista central y sus pasillos de evacuación, provocando en uno de ellos la avalancha mortal.
En el juicio quedaron patentes las negligencias que hubo por parte del equipo sanitario responsable del evento, organizado por el empresario y principal condenado Miguel Ángel Flores, y por parte de la empresa encargada de la seguridad, Seguriber.
En marzo de 2018, el Tribunal Supremo confirmó la condena a cuatro años de prisión a Miguel Ángel Flores, quien se encuentra en libertad total desde octubre de 2020. Se le penó como autor responsable de cinco delitos de homicidio y catorce de lesiones por imprudencia grave.
El Alto Tribunal acordó anular la absolución del Dr. Simón Viñals, encargado de dirigir los servicios sanitarios en el Madrid Arena cuando ocurrieron los hechos. Fue condenado a un año de prisión por un delito de imprudencia grave al no atender a una de las víctimas, pero no cumplió prisión al quedar suspendida la pena.
Además, el Supremo ratificó las penas a tres años de cárcel impuestas a Francisco del Amo, responsable de Madrid Espacios y Congresos S.A., y a Santiago Rojo, director general de Diviertt. También a dos años y seis meses de prisión a Miguel Ángel Morcillo, jefe de personal de Diviertt, y a Carlos Manzanares, socio de Kontrol 34.
Las lagunas normativas diez años después
El décimo aniversario del Madrid Arena coincide precisamente con otra tragedia, la ocurrida este fin de semana en Seúl, la capital de Corea del Sur, donde miles de personas acudieron a festejar Halloween y centenares de ellas quedaron atrapadas en un estrecho callejón durante una avalancha. El resultado, 153 muertos y 133 heridos.
Otra fiesta de Halloween también este fin de semana, pero esta vez en Sevilla, ha vuelto a poner sobre la mesa el problema del control de los aforos. Trece menores tuvieron que ser atendidos por los servicios sanitarios por desvanecimientos y crisis de ansiedad durante una fiesta 'light', que fue desalojada por la Policía Local por motivos de seguridad. Había saturación de personas.
José Luis Gómez Calvo, experto en seguridad de actividades y eventos y autor de un informe técnico sobre ese suceso, para saber qué ha cambiado desde entonces. Según él, en líneas generales la seguridad en eventos de este tipo ha mejorado, pero sigue habiendo lagunas pese al tiempo transcurrido.
Y una de ellas tiene que ver con la Ley de Espectáculos Públicos y Actividades Recreativas de la Comunidad de Madrid, que data de 1997 y aún no ha desarrollado alguno de sus mandatos.
"La Comunidad de Madrid determinará reglamentariamente los espectáculos, actividades y establecimientos que por su naturaleza, aforo o incidencia en la convivencia ciudadana deberán implantar medidas o servicios de vigilancia, así como las características de los mismos", reza su artículo 7.
Pues, a día de hoy, según explica Gómez, no se ha aprobado reglamento alguno, de tal manera que no hay una normativa que especifique cómo deben ser esos servicios de vigilancia y qué características debe reunir su personal.
Control de la distribución de las masas, reto pendiente
Diez años después, nadie duda de que en el Madrid Arena falló el control del aforo. Aún hoy sigue siendo un reto pendiente para la seguridad de los eventos.
Gómez propone algunas medidas que podrían contribuir a la seguridad. Una de ellas sería la instalación de indicativos luminosos en el exterior del recinto que informara del número de personas que hay dentro. Un sistema similar al de algunos aparcamientos. "Falta información clara para el usuario", enfatiza Gómez.
Pero, si algo echa en falta es un control de la distribución interna del aforo. Y eso precisamente fue una de las causas de la avalancha del Madrid Arena, ya que en un momento dado la gente que estaba en las zonas superiores bajaron a la pista y se unieron a los que estaban haciendo botellón fuera y también entraron en el recinto.
"Es como si en un avión, en un momento dado, todos los pasajeros de clase turista se fueran en masa hacia la zona business", dice Gómez ,como ejemplo de lo que pude suceder si no hay controles internos.
"Ha pasado, y pasa, -afirma el experto- en muchos estadios de fútbol, cuando los aficionados se desplazan de sus localidades para estar más cerca de su equipo o abroncar al árbitro.
Gómez aboga no sólo por inspeccionar el aforo general, sino también el parcial, es decir, el de las diferentes zonas en las que se divide el recinto, con barreras que regulen la distribución de la masa.
Supervisar durante la celebración
"El papel lo soporta todo", enfatiza Gómez. Sobre él queda registrado el tipo de evento, sus características técnicas, el aforo previsto, etc... Los técnicos municipales lo visan y conceden la licencia para su celebración.
Pero, ¿se supervisa luego sobre el terreno lo que dice el papel? En muchos casos, no se está haciendo, responde Gómez. Hay una cierta relajación. Hasta que se produce un caso como este, concluye.