La cirugía de citorreducción con quimioterapia intraperitoneal en hipertermia (HIPEC, por sus siglas en inglés) es uno de los tratamientos más innovadores para la carcinomatosis peritoneal, un estadio avanzado de un cáncer abdominal.
El Dr. Juan Carlos Meneu Díaz, jefe de Servicio de Cirugía General y del Aparato Digestivo del Hospital Universitario Ruber Juan Bravo señala que "la HIPEC consiste en la realización de una cirugía citorreductora, es decir, la extirpación de todas las superficies peritoneales del abdomen afectadas por el tumor. Tras eliminar todas las zonas cancerosas, se aplica una dosis de quimioterapia 'caliente' -a 41 o 42 grados- directamente en el interior de la cavidad abdominal, proceso que permite aumentar la efectividad de los fármacos en el tumor y destruir las células cancerígenas microscópicas que hayan quedado en el abdomen tras la realización de la cirugía".
Al contrario que la quimioterapia tradicional, que se administra por vía endovenosa, con la HIPEC se consigue que el tratamiento actúe directamente sobre las células cancerosas del abdomen.
Según el Dr. Meneu, existen estudios sólidos, algunos de ellos liderados por la Sociedad Española de Oncología Quirúrgica, evaluando la utilidad de la citoreducción (CR) y del HIPEC, que demuestran que esta técnica ofrece ventajas significativas en la recaída y en la supervivencia de los pacientes, con niveles de morbimortalidad aceptables, aunque para resultar exitoso se precisa realizar un abordaje multidisciplinar para la adecuada selección de candidatos y de fármacos quimioterápicos (o inmunoterápicos), y siempre que la cirugía se realice en centros de experiencia en cirugía oncológica.
En el caso concreto de la primera cirugía de citorreducción con HIPEC del Hospital Universitario Ruber Juan Bravo, se trataba de un paciente con carcinoma colorrectal avanzado con metástasis peritoneales y afectación del tracto urinario. El estudio preoperatorio y la evaluación en el Comité Multidisciplinar (oncólogo quirúrgico, oncólogo médico, farmacólogos, urólogos, intensivistas y anestesistas) permitió diseñar la estrategia más adecuada, consistente en una citorreducción completa (no dejando enfermedad residual), seguida de la aplicación de quimioterapia intraperitoneal en el mismo quirófano.