Intriga histórica, acción, amor y la reivindicación de un grupo de mujeres, las gladiadoras, a las que la historia había olvidado. Juan Tranche (Madrid, 1979), especialista en la Antigua Roma, rescata en 'Gladiadoras' (Planeta) la memoria de estas luchadoras.
Durante más de setecientos años, de entre los diferentes espectáculos que calaron en el corazón del Imperio Romano y entre los que más pasiones levantaron, las luchas de gladiadores se sitúan en los primeros puestos. En la actualidad, conocemos, a través del cine y la literatura, la existencia de estos aguerridos luchadores que se jugaban la vida en los anfiteatros. Sin embargo, las gladiadoras y su presencia en la arena, como tantas mujeres a lo largo de la Historia, han sido silenciadas en el olvido del tiempo y son muy escasas las fuentes documentales que las citan.
La pasión por la Antigua Roma, con su grandeza y sus miserias, ha acompañado a Juan Tranche toda su vida, pero el germen de este libro se sitúa en el bajorrelieve de mármol de Halicarnaso que se puede contemplar en el British Museum de Londres y que testimonia un combate entre dos luchadoras. Este es “el punto del que arranco para escribir esta novela”, afirma el autor.
– ¿‘Gladiadoras’ es la cara B de su anterior novela?
– En realidad, no, aunque algunos de los personajes son descendientes de otros que pararecen en Spiculos. Pero, es una historia completamente diferente, que nace a partir de este bajorrelieve. Porque lo que yo quiero contar es la situación de la mujer en la antigua Roma y también el combate que describre ese bajorrelieve, que debió de ser formidable. Quería hacer justicia y rescatar el nombre de esas dos mujeres, Achilia y Amazona, que compartieron su destino sobre la arena y que han sido obviadas por la literatura o el cine. Decidí que las desconocidas y sexualizadas gladiadoras merecían un libro.
– ¿Cómo era la vida de las gladiadoras y cual era su estatus social?
– Era el estatus social más bajo en la sociedad romana. Más bajo no se podía caer, incluso por debajo de los esclavos… Los ‘infames’ que era el grupo de población que utilizaba su cuerpo para entretener a los romanos, incluía a los actores, las prostitutas y los gladiadores, y esto último, con el agravante de ser mujeres. Lejos de ser heroínas, para el populacho que disfrutaba de ellas, las gladiadoras eran escoria. La doble moral romana pasaba por jalear dentro del anfiteatro a quienes fuera no consideraban ni personas, seres apestados apartados de la sociedad.
– El gran 'handicap' al que se ha enfrentado para escribir esta novela ha sido la falta de documentación sobre la existencia de las gladiadoras…
– Precisamente por pertenecer al grupo de los infames, los romanos desechaban la idea de documentarlos… En realidad, tampoco hay tanta documentación sobre los gladiadores como se puede pensar. Pero, en el caso de las mujeres, hay poco más que un puñado de citas en los 250 años, aproximadamente, durante los que existieron, desde el año 40 aC hasta que la actividad fue prohibida en el 200 dC. Sin embargo, que haya poca documentación no quiere decir que no existieran. Y por eso he querido dejar constancia a través de esta novela.
– ¿Por qué no se ha escrito antes sobre ellas?
– Todos hemos oído hablar de los gladiadores, bien a través de la literatura o a través del cine… Cuando descubrí la existencia de las mujeres gladiadoras, me sentí impactado. Sentía la necesidad de reivindicar su existencia y su presencia en un mundo que las apartó. Porque las mujeres gladiadoras lo tuvieron mucho más complicado que los hombres. Los hombres luchaban por su vida –que tampoco es un hecho baladí–; pero ellas, cuando pisaban la arena, no luchaban sólo por su vida contra otras gladiadoras, ellas desafiaban las fuertes y rígidas costumbres romanas, que no querían que existiesen. Escribir sobre ellas es de justicia terrenal…
– Los gladiadores más gloriosos podían llegar a recuperar sus derechos como ciudadanos romanos. ¿Las mujeres, también?
– De hecho, sobre el relieve de Halicarnaso, aparece una inscripción que dice ‘Liberadas’. A los romanos sólo les servía la victoria y en los empates consideraban que perdían las dos partes; pero, el caso de este combate es bastante curioso, porque las dos gladiadoras se salvan y se da por hecho que ambas obtuvieron la libertad.
– ¿Qué época de Roma fue el cénit de las gladiadoras?
– En la época de Nerón, unos cien años antes del momento de la narración de la novela. En esta época se pueden encontrar hasta tres referencias sobre gladiadoras, lo que es todo un hito documental, algo inaudito. Neron es el primer emperador en ofrecer una lucha de gladiadoras, en honor de su madre tras su fallecimiento. La lucha de gladiadoras tiene un origen fúnebre. Después, aparecen dos referencias y nada más, hasta llegar al relieve de Halicarnaso, de Aquilea y Amazona. Había que contar la historia de estas dos luchadoras e intentar explicar el misterio de porqué decidieron enfrentarse dejando el casco de protección sobre la arena, a rostro descubierto… Una explicación que, por cierto, conocerán quienes lean la novela.
Una trágica historia de amor
Tranche ambienta su novela en la época del emperador Adriano, "cuando las mujeres consiguen más derechos, aunque en una etapa oscura de Roma". Valeria, hija de un reconocido abogado, sueña con vencer a su destino como esposa y madre. Junto a su hermana, retará a quien se interponga en su camino. Recrea, además, el autor la desgracia que supone pertenecer a la clase baja a través de lo ojos una esclava y de una prostituta.
– En la novela hace un retrato de las limitaciones con las que vivian las mujeres de clases sociales mas favorecidas. De hecho, dos de sus protagonistas, Valeria y Domicia, son dos jóvenes patricias…
– Las mujeres en la antigua Roma eran libres para hacer lo que les decían sus padres, hermanos y maridos. Estaban más limitadas de lo que se podría pensar, tanto que ni tenían potestad para decidir con quien casarse. Valeria y Domicia se rebelan contra lo establecido y lo cuestionan. Por desgracia, la historia es cíclica y la doble moral y los problemas y planteamientos que nos hacemos hoy en día, ya los tenían las mujeres de aquella época.
– Este es un buen momento para reivindicar a las mujeres gladiadoras…
– En realidad, cualquier momento hubiese sido bueno. Por una parte, me alegro de que no se haya hecho antes, porque así he podido escribir mi novela. Pero, por otra parte, me indigna y me da rabia que se las haya tenido en el olvido durante 2.000 años…
– Además de una reivindicación histórica, ‘Gladiadoras’ es un 'thriller'…
– Yo quería contar una historia que metiese al lector en la Roma de la época de Adriano, pero sin sumergirle en datos históricos que la hiciese pesada… Una historia muy fluida, que podría suceder hoy, pero que está ambientada en la antigua Roma. Mezclando géneros, la novela comienza con un planteamiento policial, sobre un grupo de prostitutas que han sido salvajemente asesinadas por un grupo de jóvenes. Y esa situación, por desgracia, forma parte de nuestra actualidad informativa, al igual que el miedo a caminar por la noche solas por la calle, y muchos miedos que han compartido las mujeres a lo largo de la historia…
– Las preocupaciones y las situaciones son cíclicas, por tanto.
– Exactamente. Muchas de las preocupaciones que tenemos hoy en día ya existían en la época romana. Sin embargo, además de las sombras, existen las luces en la sociedad de Roma. Por ejemplo, la educación, hasta los 12 años, era mixta, algo que hasta hace 60 años no hemos recuperado en España… No fueron tantos, pero algunos derechos sí logró la mujer durante el Imperio. Lo que ocurre es que llegó después la oscura cortina del Medievo y se llevó todo lo logrado y más.
– El hecho de que haya personajes históricos reales, ¿le facilita o dificulta la escritura?
– A mí me lo facilita, porque se trata de una historia que ya está contada y yo la utilizo como gancho.
– ¿También hay una relación de amor compleja?
–Más que una historia de amor, es una historia valiente que se centra en la relación que mantenían el emperador Adriano y el apuesto Antínoo, su amante favorito. Tener todo ese poder y ser juzgado por una convivencia de este calado no debió ser fácil. Tampoco lo fue para Vibia Sabina, que era la esposa de Adriano. Cómo percibe ella la traición de su marido es un elemento más de un libro que tiene varios frentes abiertos que intento cerrar de la mejor forma posible...
– ¿Venir del mundo editorial es una ventaja?
– Lo sería si hubiera estado en la parte de edición, que está más ligada a la creación, pero mis conocimientos están más cercanos a lo que son las ventas. Pero, ante todo soy lector y, más o menos, sé por dónde van los tiros... Los lectores quieren libros con capítulos muy ligeros de leer, en los que pasen cosas. Tener a un lector pegado a una página es una de las cosas más difíciles que hay en el mundo de la literatura. En el caso de la novela histórica, hay que conseguir el equilibrio: entretener, sin perder los amarres con lo que ocurrió en el pasado.
– ¿Se va a quedar mucho tiempo en Roma?
– Ahora mismo, no me planteo alejarme de ella. Gladiadoras me ha costado tres años escribirla y, sinceramente, hay unos hilos invisibles que me atan y que apuntan a que me puedo quedar un ratito más.