Pregunta (Esty Quesada). En tu libro 'Por si las voces vuelven', cuentas que un 4 de julio te metieron en el psiquiátrico. ¿Te vino de sorpresa?
Respuesta (Ángel Martín). No te lo hueles. Cuando me preguntaron si los acompañaba al hospital, porque estaba haciendo cosas radicales, yo no pensé que fuera para mí. Me di cuenta cuando se cerró la puerta de psiquiatría. En mi caso, fueron tres fases. Primero, me pasaron a una sala con unas enfermeras, que me preguntaban qué me pasaba. En esa sala, ya me cabreé y de ahí me pasaron a una sala pequeña, donde me hicieron esperar y vino seguridad con una silla de ruedas. De ahí me llevaron a la sala de Psiquiatría, me enseñaron la habitación donde me iba a quedar y ahí empezó el caos.
P. ¿Te reconocieron dentro?
R. No hicieron nunca una mención de que me conocieran, tampoco me lo planteé estando allí. Eso sí, tuve un momento muy gilipollas. Cuando me enseñaron la habitación, dije que yo ahí no me quedaba, que esa habitación no era suficiente para mí.
P. También cuentas que tenías una época de sentirte perdido, de fumar porros, beber alcohol y que probaste el éxtasis. ¿Crees que ese fue el punto?
R. Las drogas son una bala más en el cargador para que algo chungo pase, pero no son la bala definitiva. No creo que haya sido eso lo que haga que acabe en el psiquiátrico. Una de las movidas que tuve, aparte de las publicaciones, por lo que saltó la alarma, fue porque iba con el coche lleno de bolsas y dentro había tazas de Disney. Yo decía que era una inversión, porque Disney era mío...
P. ¿Tú qué soñabas en estas épocas?
R. No recuerdo qué soñaba. Dormía muy poco, intentaba estar despierto siempre y hay un momento en el que, realidad y sueño eran muy difícil de separar. Es una sensación de vivir en un sueño constante.
P. Yo tuve un sueño de Kevin Spacey y Ana Milán siendo dueños del mundo. ¡Era toda una pesadilla! Mi mente es un vergel de ideas, a veces buenas y otras malas, e intento poner la mente en blanco y no puedo. ¿Y tú?
R. Yo no puedo poner la mente en blanco, pero estoy tratando de aprender a controlarla para que no vaya por libre. Es muy cansado, pero si lo consigues hacer, luego fluye todo. También me aburro con la mente en blanco, trato de no reforzarle mierdas y ya.
P. Las cosas que contabas, ¿se las contabas a alguien?
R. No. Pero, no por no querer contarlas, si no porque una voz me decía que no podía decir lo que había descifrado, porque cada uno tenía que descubrirlo a su ritmo o se volverían locos. La magia de la locura es la argumentación y así la vida es infinitamente más divertida.
P. En junio de 2017, acabaste llorando en Toys'R'Us... Cuéntanos eso.
R. Fue el día de la gran explosión. Hubo un momento en el que me pareció súper injusto que no todos los niños tuvieran acceso a todos los juguetes. Me fui a un Toys'R'Us a bajar, mentalmente, el precio de las cosas, haciendo un cálculo de lo que se podía permitir la fábrica y la familia, para que ninguno saliese perdiendo...
Tenía que buscar un precio justo y necesitaba que el pasillo estuviera vacío para concentrarme y poner el precio que consideraba justo y seguir. Cuando volvía a pasar por el pasillo, me parecía que algunos precios habían subido; como había gente paseando, en mi cabeza la gente sabía que yo estaba bajando los precios y ellos iban deshaciendo el hechizo... Llegó un momento en el que me agoté y me puse a llorar, porque no podía más. Era imposible ajustar el precio de todo y me agobié.
P. Yenesi, un personaje de redes, ha contado que cuando murió Michael Jackson se le apreció con su chaqueta roja de domador, con una coleta, los guantes… Y dice que le da pánico, hoy en día, escuchar 'Thriller' y tiene que irse de la habitación. Y en Internet hay más historias de niños a los que se les apreció también y ahora les da pánico. Si en varias partes del mundo hay niños a los que se les ha aparecido Michael Jackson de muerto, ¿es una locura colectiva?
R. Yo es que tengo que ir con mucho cuidado con lo que digo, si no quiero que me ingresen otra vez. Me gustaría ver si son comunes las historias, poder meter en una burbuja a esa gente y que me cuenten lo que vivieron y si es idéntico… Afirmaría que lo han visto...
P. También cuentas que en la locura no hay grises...
R. No, porque todo tiene un significado y no hay punto medio. En nuestra vida hay grises, porque no le das valor a todo. Si un lápiz está en la mesa a nosotros nos da igual, pero en la locura no. Ves que está apuntando hacía una cosa y es una pista para otra incógnita y no puede dar igual, porque significa algo...
P. ¿A ti se te ha quedado algo de eso en la mente?
R. No voy al milímetro con todo, pero sí que hay cosas, dentro de la locura, que me resultaron útiles y las he rescatado en mi día a día. Desde que pase una mariposa blanca, porque eso era un sí para todo. Si ahora dudo en algo y de repente pasa, pues directamente creo y digo que sí. Confío mucho más en mi intuición de lo que confiaba antes.
P. Con las señales, poca broma. ¿Qué diferencia hay, realmente, entre que sea casualidad y no lo sea? ¿Cuál es la diferencia real?
R. No influye. Entre que alguien te diga "yo creo que menganito me ha llamado, porque pensaba en él", a que alguien te diga "me ha llamado, porque ha sido casualidad", no va a cambiar nada. Únicamente la actitud y la manera de ser de esas dos personas. Cada uno decidirá vivir de una manera o de otra, pero objetivamente pensar que ha sido casualidad o no, no altera nada.
P. Yo creo que la locura es magia, ¿qué opinas tú?
R. Creo que la locura son muchos conceptos mezclados en un saco y hay que ir separando muchas cosas, y es un tema muy delicado. Hay cosas que resuenan con la magia, hay cosas que resuenan con los problemas, con tragedias, con la imaginación… Y todo se mete en el mismo saco. Nada más salir del psiquiátrico, tengo una imagen que me impactó mucho: había un tío encima de un edificio, en la plaza de España, amenazando con tirarse. En ese momento recuerdo pensar: "Es que igual tiene voces en su cabeza que le están diciendo que salte". Eso es locura también y no tiene que ver con la magia...
P. Hablando de las voces, ¿escuchabas una voz que estaba por encima de ti? ¿Era tu voz?
R. Hay diferentes voces. Muchas veces, no es una voz como tal, es algo que está ahí y lo escuchas. Hay veces que sabes que eres tú, hablando contigo, desde un lugar temporal y otras veces es gente que no conoces. La forma más sencilla de entenderlo es como cuando sintonizas una emisora de radio, vas moviéndote por diferentes frecuencias. Las voces igual, podías ir sintonizándolas en diferentes momentos históricos, incluso.
Genera más ansiedad la sensación de que hay cosas tratando de apoderarse de ti o de que algo vaya mal. Más que las conversaciones, porque eso lo puedes controlar, pero los momentos más aterradores son cuando sientes a otra persona apoderándose de ti y copiando lo que eres.
P. Yo tengo miedo de perder el control y de que hable una voz que no es la mía...
R. Eso no va así. Son más pensamientos, que sabes que no son tuyos, no una voz directa.
P. Tú tienes una frase, que es ‘Punto para los locos’. ¿Cómo surgió?
R. Al poco de salir del hospital, volví para ver si me había portado bien con los enfermeros o había sido maleducado y me dijeron que no y uno de ellos me contó una anécdota, que es de donde surgió la frase. Resulta que la gente ingresada no puede cambiar de canal y un día uno de los enfermeros le dejó el mando a uno de los pacientes, no era algo habitual. En el cambio de turno, el otro enfermero pilló al paciente con el mando y fue rápido a quitárselo y le dijo: ‘Me lo ha dejado ese enfermero’, el otro fue a preguntar y le dijo que, efectivamente, se lo había dejado. Me levanté y dije: ‘Punto para los locos’, y de ahí en adelante cada vez que pasaba algo que era mérito para los pacientes, decía esa frase...
P. ¿Qué pasa en el momento que sales y dices: ‘Ya no estoy loco’?
R. Esa es la movida. Cuando sales, lo haces con la esperanza de volver a estar loco, porque si no, no vas a entender el mundo. A mí, cuando me ingresan, es habiendo encajado el mundo, todo tiene un significado, un valor y un porqué. Y cuando sales, vas con la esperanza de que siga siendo así, pero no lo es. Vuelves a un mundo dónde nada tiene un significado especial. Es el infierno y es el peor momento, porque estás muerto por dentro y tu cerebro no funciona.
Te han dicho que todo lo que pensabas es una locura. Entonces, ¿dónde está la línea para saber qué era verdad y qué no? Eres la inseguridad echa persona.
P. En pleno 2023, ¿piensas que estuviste loco o piensas que igual tan loco no estabas?
R. Es algo que nunca voy a poder borrar. Somos una biblioteca y lo difícil está en que esa biblioteca no te acompañe y esté todo el tiempo recordando qué ha pasado. Creo que sucedió algo que me dio unas herramientas y si eso no hubiera pasado, jamás las hubiera tenido.
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