El Consejo de Gobierno de la Comunidad de Madrid ha aprobado hoy la declaración como Bien de Interés Cultural (BIC) de la Fundición Tipográfica Richard Gans, en la categoría de Industrial, por ser el único ejemplo de antigua fábrica de tipos y comercio de materiales de imprenta que se conserva en la región.
El Consejo de Gobierno de la Comunidad de Madrid ha aprobado este miércoles la declaración como Bien de Interés Cultural (BIC) de la Fundición Tipográfica Richard Gans, en la categoría de Industrial, por ser el único ejemplo de antigua fábrica de tipos y comercio de materiales de imprenta que se conserva en la región.
El Ejecutivo autonómico ha concedido el máximo nivel de protección que reconoce la ley en materia de patrimonio cultural a los vestigios de este espacio, situado en el barrio de Argüelles, en el distrito de Moncloa-Aravaca.
Los edificios que conforman el inmueble, así como los bienes que en ellos se conservan, ofrecen una clara imagen de la estructura y organización de una de las compañías nacidas con el desarrollo industrial que tuvo lugar en la ciudad de Madrid a finales del siglo XIX y principios del XX.
Así lo ha explicado el consejero de Presidencia, Justicia y Administración Local y portavoz del Gobierno regional, Miguel Ángel García Martín, posteriormente a la reunión en la que ha sido aprobado.
Fundición tipográfica histórica
La fortuna de los García Gans se remonta al abuelo paterno, Richard Gans, que llegó a España en 1874. Mantuvo contactos con las empresas periodísticas y editoriales, lo que le propició los conocimientos necesarios de la primera técnica del sector. En 1878 creó un centro importador de artilugios de artes gráficas y, tres años después, creó su propia fundición tipográfica. La primera rotativa de 'ABC', la más avanzada de la época, la fabricó la marca de Gans. El primer local donde se instaló estaba en la calle de Campomanes, 10; luego pasaron a Villanueva, 22 y hasta 1886 no llegaron a Princesa, y en 1911, a Altamirano.
Según ha detallado, desde una perspectiva arquitectónica, destaca la significativa calidad espacial del edificio de la calle de Altamirano, diseñado con iluminación cenital natural para un uso industrial y que mantiene, en un correcto estado de conservación, la estructura de acero laminado roblonada característica de la época, así como gran parte de sus elementos interiores, de estética y funcionalidad.
Del edificio de la calle de Princesa, con una estructura más residencial, es destacable la fachada principal, que conserva su diseño singular, con rejerías de planta baja y balcones de plantas superiores, carpinterías con vidrieras emplomadas y pilares de fundición de planta baja. El inmueble constituye una muestra singular de ese Madrid en proceso de metamorfosis de villa a ciudad cosmopolita e industrial.
A sus valores arquitectónicos se une el interés de la maquinaria propia de la actividad, tipos móviles y mobiliario, que constituyen un valioso testimonio de la actividad gráfica de la época. La conjunción de estos elementos justifica su valor como patrimonio industrial de la Comunidad de Madrid.
También se subraya la singularidad de la actividad desarrollada y su mantenimiento durante un siglo de existencia, a lo largo del cual surtió de material a las principales empresas editoriales y gráficas de la época, entre ellas la imprenta Rivadeneira, ubicada en la cercana Cuesta de San Vicente, o el periódico ABC.