Situada a los pies del Moncayo, Tarazona cuenta con un secreto maravilloso: la 'Capilla Sixtina' del Renacimiento español. Una unicidad en España y en Europa, que marca la primera parada para conocer la ciudad que enamoró a Bécquer.
Patrimonio, paisaje, historia y arte se dan la mano en la ciudad que enamoró a Bécquer y que está considerada una de las más bellas y monumentales de Aragón y la más bonita de la provincia de Zaragoza: Tarazona.
Situada a los pies del Parque Natural del Moncayo y marcada por el cruce de caminos entre Aragón, Navarra, Soria y La Rioja, Tarazona lo tiene todo para convertirse en una de esas escapadas de finales de verano y otoño tan necesarias para revitalizar cuerpo y mente.
Inspiración y rincones no le faltan. Que se lo pregunten a los hermanos Bécquer, que se rindieron irremediablemente a ella...
Tarazona invita a pasear sus calles, llenas de pasado, como si el tiempo se hubiera detenido. Su destacado patrimonio monumental reúne ejemplos de las culturas cristiana, judía y mudéjar y una catedral, apodada 'Capilla Sixtina del Renacimiento español', por los muchos secretos que esconde, únicos en Europa.
Por ello es la principal parada de una nueva ruta histórico-artística que permite descubrir el excepcional legado renacentista de la ciudad y otros asombrosos lugares de interés, como el Palacio Episcopal, el Ayuntamiento y la iglesia de Santa María Magdalena.
Viaje al siglo XVI
En el siglo XVI, Tarazona experimentó un importante desarrollo económico y alcanzó relevancia política y religiosa. Todo eso tuvo un reflejo inmediato en el arte. Importantes mecenas y artistas, como el pintor italiano Pietro Morone –afincado en la comarca del Moncayo– o Alonso González, convirtieron a Tarazona en una ciudad pionera en sus aportaciones de estilo renacentista. Fue también el momento en el que comenzó la expansión de la ciudad hacia la margen derecha del río Queiles y alrededor de la catedral, donde las familias más adineradas levantaron sus residencias.
El de Eguarás es uno de los palacios más importantes, con una planta en forma de U que se distribuye en torno a un patio central de columnas anilladas. El palacio cuenta con un Jardín Botánico, también del siglo XVI, en el que encontramos ejemplares incluidos dentro del Catálogo de Árboles Singulares de Aragón.
Una catedral única en Europa
Frente al Palacio de Eguarás se alza la Catedral de Santa María de la Huerta, principal hito de la ruta renacentista de Tarazona y una de las joyas de Aragón. Sus orígenes se remontan al siglo XIII y en ella conviven los estilos gótico francés y mudéjar con elementos renacentistas únicos en Europa
Los primeros ejemplos de esa nueva estética los vemos en el púlpito y algunos sepulcros y retablos. Pero, lo que convierte a la catedral de Tarazona en la 'Capilla Sixtina del Renacimiento español' es la ornamentación interior del cimborrio y la bóveda de la capilla mayor, que corresponde ya al Renacimiento pleno y que salió a la luz después de casi 30 años de trabajos de restauración.
Ejecutada por Alonso González, introdujo novedades sólo vistas hasta el momento en la Capilla Sixtina de Roma, que llegaron a Tarazona gracias a la influencia de Pietro Morone.
Hablamos de grisallas –pinturas en tonos grises, que simulan el relieve de las esculturas– en las que predomina la desnudez, lo que colocó a la ciudad en la vanguardia del Renacimiento, provocando también todo un escándalo y relegando a la seo turiasonense al ostracismo durante siglos –para seguir los dictámenes del Concilio de Trento sobre la representación de figuras desnudas, las imágenes se ocultaron bajo una capa de yeso–.
El artista pintó desnudos y de cuerpo entero a personajes bíblicos como Adán y Eva y también incluyó, de manera insólita, personajes mitológicos, como Apolo, Venus y Baco. Estas escenas desnudas son únicas en una catedral europea. Otro elemento singular del edificio son las celosías de yeso de su inmenso claustro mudéjar, todas diferentes entre sí, con más de 150 diseños geométricos.
La catedral organiza visitas especiales para familias los sábados por la tarde (imprescindible reservar) y ofrece una entrada especial para visitar las terrazas, las bóvedas y el cimborrio, admirar de cerca sus pinturas y disfrutar de magníficas vistas. Es el 'Kiborion' (plazas limitadas, se recomienda reservar con antelación).
Escuchar el repicar de las nueve campanas de la catedral de Tarazona es otra experiencia que merece la pena: su campanario es uno de los que mejor suenan en España.
Centro artístico del Renacimiento
Junto a la catedral se encuentra la iglesia del exconvento de San Francisco, cuyo interior alberga interesantes y valiosas obras, que corroboran el nivel que alcanzó Tarazona en la década de 1530 como centro artístico del Renacimiento. Y encontraremos más elementos renacentistas en la fachada del Ayuntamiento, que fue construido junto a la muralla y originariamente cumplía la función de lonja municipal.
Callejeando por la judería y subiendo las escaleras de la cuesta de Palacio se encuentra el Palacio Episcopal, con su peculiar fachada volada hacia el río, una de las estampas más reconocibles de Tarazona.
Esta antigua fortaleza musulmana (zuda) pasó a ser un castillo medieval y se convirtió después en un magnífico palacio renacentista. El patio, la escalera noble y el salón de los obispos, todo según diseño de Pietro Morone, son grandes exponentes del estilo renacentista en la ciudad. De hecho, entre las numerosas galerías de retratos episcopales de Aragón, la del Palacio Episcopal de Tarazona destaca por su antigüedad y características.
La ruta histórico-artística del Renacimiento de Tarazona continúa en la iglesia de Santa María Magdalena –unos de sus tesoros son las pinturas del retablo de la capilla de Nuestra Señora de la Esperanza– y en la iglesia parroquial de San Miguel, situada en el barrio más alto de la ciudad, de la que destaca su retablo mayor.
La herencia de las tres culturas
A lo largo de los siglos, Tarazona ha bebido de múltiples influencias y culturas, por eso su patrimonio es tan rico y variado. Su milenario urbanismo, marcado por el río Queiles, y su trazado romano, acoge una judería, una morería, barrios mudéjares y la ciudad cristiana amurallada, con restos de torreones defensivos; todo ello salpicado por la modernidad de edificios del siglo XIX y XX de carácter industrial y construcciones tan peculiares como la Plaza de Toros Vieja.
Esta última es una de las más antiguas que se conservan en España y la más original en cuanto a su forma –octogonal– y su uso, ya que alberga viviendas. Su construcción data de 1792 y es, sin duda, uno de los monumentos más curiosos y significativos de la ciudad. Actualmente, en ella se celebran actividades culturales, como conciertos y festivales, y sigue habitada.
Tras los pasos de Bécquer
Gustavo Adolfo Bécquer fue un enamorado de Tarazona. Junto a su hermano Valeriano recorrió los caminos del Moncayo y, entre 1863 y 1864, pasó una temporada en el cercano Monasterio de Veruela.
Todo ello inspiró los relatos que componen las nueve 'Cartas desde mi celda', que escribió para el diario El Contemporáneo. En ellas, cuenta sus experiencias recorriendo la comarca. Uno de los lugares preferidos por Bécquer en sus paseos por Tarazona era la plaza del mercado, actual plaza de España, y mostró especial fascinación por la fachada del Ayuntamiento.
Más información sobre cómo concertar las visitas, propuestas para familias y grupos concertados, y disfrutar de una escapada con repicar de campanas, paisajes bonitos, paseos con historia, vistas de altura y una inmersión en la Capilla Sixtina sin salir de España: www.tarazonamonumental.com y www.catedraldetarazona.es