El aborto de repetición (AR) se define como la pérdida espontánea de dos o más gestaciones. Se estima que entre el 2 y el 5% de las mujeres embarazadas sufrirán abortos de repetición.
El aborto de repetición (AR) se define como la pérdida espontánea de dos o más gestaciones. “Es importante señalar que se trata de una patología diferente de la esterilidad, según el criterio de la Sociedad Española de Ginecología y Obstetricia (SEGO)”, aclara la Dra. Vanesa Núñez Morante, especialista en Ginecología y Obstetricia y Coordinadora de la Unidad de Diagnóstico Prenatal y de la Consulta de Alto Riesgo del Hospital Quirónsalud San José.
Se estima que entre el 2 y el 5% de las mujeres embarazadas sufrirán abortos de repetición. Sin embargo, este riesgo se incrementa por dos factores: el número de abortos previos (la probabilidad de sufrir un aborto espontáneo –pérdida gestacional involuntaria en las primeras 22 semanas de embarazo– es del 15%, sin embargo, si ha sucedido una vez, la probabilidad asciende al 18% y si ha sucedido dos veces, puede superar el 25%) y la edad materna (a mayor edad, mayor riesgo).
En cuanto a las causas, aunque en el 50% de los casos se desconocen y en algunos casos pueden concurrir más de un factor de riesgo en la misma mujer o en la misma pareja, los AR pueden obedecer a diversos factores:
– Anomalías cromosómicas, que se dan entre un 3 y un 5% de las parejas con AR.
– Síndrome antifosfolípido, causa de entre el 10 y el 15% de los AR.
– Trombofilias (adquiridas o congénitas).
– Alteraciones anatómicas del útero: +útero septo/subsepto (el útero está dividido en dos por un tabique), insuficiencia cervical o miomas uterinos.
– Factores uterinos y metabólicos: déficit de progesterona, alteraciones tiroideas, diabetes mellitus u obesidad.
– Factores infecciosos: vaginosis, toxoplasmosis, rubéola, citomegalovirus, herpes simple o VIH.
“Cuando se han producido dos abortos –señala la experta–, lo recomendable es la realización de un estudio de abortos de repetición, incluso en el caso de las parejas que ya tienen hijos fruto de embarazos anteriores”. Este estudio incluye:
– Elaboración de una historia clínica, en la que se recojan los antecedentes familiares y personales de ambos miembros de la pareja, antecedentes obstétricos y ginecológicos, el tipo de abortos, trimestre en el que tuvieron lugar y exposición a fármacos, tóxicos ambientales o traumatismos.
– Estudio de la morfología del útero, mediante ecografía transvaginal, histerosalpingografía, histeroscopia o RM.
– Realización de un estudio completo de los cromosomas de ambos miembros de la pareja (cariotipo).
– Estudio de coagulación.
– Estudio de la función tiroidea.
– Estudio de las trombofilias congénitas.
Una vez diagnosticada la existencia de AR, en función de los resultados del estudio, y aunque no existe unanimidad clínica sobre su manejo terapeútico, las acciones a realizar serían la realización de un diagnóstico genético preconcepcional (en parejas portadoras de anomalías cromosómicas estructurales), el tratamiento con aspirina y heparina (en pacientes que presenten síndrome antifosfolípidico), la resección del septo uterino (en pacientes que presenten útero septo/subsepto), el tratamiento con hormona tiroidea (en pacientes con trastornos tiroideos –hiper o hipotiroidismo–), la administración de progesterona (en pacientes con tres o más AR) o la modificación del estilo de vida (adopción de hábitos saludables, evitando tabaco, alcohol y estrés).
Además, en todos los casos, la realización de una biopsia de la placenta, con el fin de obtener una muestra de tejido para su cultivo y estudio.