Mayo es el mes de las fiestas de Madrid. Si el día 2 hemos celebrado el Día de la Comunidad Autónoma y el 15 es San Isidro, el patrón de la ciudad. Es también el mes de las rosquillas, porque es precisamente entre estas dos fechas cuando es típico comer alguna de estas especialidades.
Para los que conocen el Madrid moderno de grandes edificios de oficinas, estaciones de metro, coches y gente corriendo de acá para allá, la Verbena de San Isidro puede resultarles verdaderamente chocante: una pradera verde plagada de chulapos y chulapas, en torno a multitud de puestos de comida, con el chotis de fondo.
Cuentan que es precisamente en esos puestos en los que nació la tradición de tomar rosquillas para festejar las fiestas de Madrid. “La receta es muy antigua, quizás se remonte a la Edad Media. Sin embargo, la costumbre de tomarlas durante la verbena no parece que lo sea tanto. Se desconoce la fecha exacta, pero sí sabemos mucho de quién la popularizó: la tía Javiera, en el siglo XIX”, nos cuenta Moncho López, de Levaduramadre Natural Bakery.
Javiera tenía un puesto en la Pradera de San Isidro y allí vendía unas rosquillas especiales, con un dulce baño de color blanco, que fueron un gran éxito de inmediato. “A partir de ahí, surgieron imitadores por doquier y varias versiones para la cobertura de la rosquilla, que con el paso del tiempo, se han convertido en los cuatro tipos que conocemos hoy: las tontas, las listas, las de Santa Clara y las francesas”.
“Hace unos años, las rosquillas del Santo perdieron un poco de tirón y muchos dejaron de consumirlas en estas fiestas, pero la tradición ha recuperado el terreno perdido y, actualmente, hay muchísima gente que nos las pide”, nos explica Moncho, quien además nos hace una breve descripción de cada uno de los tipos:
• Las tontas, que reciben el nombre por la simpleza de la receta, se preparan a base de harina, huevos, azúcar, aceite y un poquito de anís y son la base del resto de rosquillas.
• Las listas tienen, como hemos dicho, la misma base que las tontas, a las que se añade un glaseado de azúcar, huevo y limón, que les da un aspecto muy apetecible. Evidentemente son más dulces y jugosas que las anteriores.
• Las de Santa Clara llevan también la base de las tontas, pero están cubiertas de un merengue blanco muy vistoso. Se llaman así porque parece ser que fueron las monjas de Santa Clara del Monasterio de la Visitación, las que las inventaron
• Las francesas fueron creadas por el repostero francés de Fernando VI a petición de su mujer Bárbara de Braganza, a la que no le gustaban demasiado las que existían hasta ese momento. Están cubiertas por un baño de azúcar glass y también almendras.