Un centenar de voluntarios de la Guindalera se han constituido en Red de Cuidados para las familias vulnerables del barrio: proporcionan alimentos y acompañamiento gracias a la solidaridad vecinal, que viene colaborando con las recogidas de comida que organizan, pero en pleno mes de agosto su despensa se ha quedado vacía.
La Red de Cuidados Guindalera es uno más de los 63 grupos organizados en Madrid a raíz de la pandemia, a los que los vecinos se han ido sumando para ofrecer su solidaridad a quienes peor lo están pasado tras una crisis económica sin precedentes. Si al principio, durante el confinamiento, se centraron en ayudar a personas de riesgo con la compra, o haciendo acompañamiento social con la pegada de carteles por el barrio, desde mayo proporcionan alimentos a un buen número de familias del distrito de Salamanca que no han conseguido levantar cabeza. Actualmente hay un centenar de voluntarios implicados.
“Sorprendentemente, en nada de tiempo teníamos 30 familias”, cuenta una de las voluntarias, que agradece la colaboración a todas aquellas personas que han ido donando alimentos en las recogidas que organizan periódicamente, tanto frente a supermercados del barrio como en la sede de La Atenea, en Pilar de Zaragoza, 51.
Pudiera parecer que en el distrito de Salamanca no hay necesidad, pero en La Guindalera, su "barrio más popular", además de personas que aún no han cobrado los ERTE, “la mitad son personas despedidas, que no tenían contratos”, explica, refiréndose al perfil de cuidadores de mayores y empleadas de hogar que prolifera y que carecen de derechos si no están dadas de alta en la Seguridad Social. También hay cinco o seis personas "que son refugiados, están esperando la tarjeta de residencia", pero mientras están en un limbo.
Esta Red, que colabora con los Servicios Sociales de la Junta y se reunió recientemente con su concejal, José Fernández, actúa a modo de “puente”. “La administración tarda a veces en proporcionar las ayudas, y ahí estamos nosotros”, señala la portavoz. Pero además, no sólo se trata de atajar “la emergencia pura y dura” del hambre, la “otra pata” del trabajo de estos 40 voluntarios es el acompañamiento a las familias para tramitar el Ingreso Mínimo Vital, los Ertes y papeles a personas refugiadas, un "valor añadido" que ofrece la asociación, que no quiere ofrecer "sólo caridad, sino ayuda para volver a la normalidad".
De momento, tras repartir esta última semana de julio una gran cesta que cubra las necesidades de todo agosto, además de bonos para adquirir productos frescos en una frutería del barrio, la red teme un "bajón" y pide colaboración para volver a llenar la despensa y comprar frescos. Los voluntarios que también se van de vacaciones, otros que se incorporan al trabajo, menos público en los supermercados dispuesto a colaborar... En estas circunstancias, la despensa de La Atenea se ha vaciado y mientras, los voluntarios esperan que con las donaciones haya un punto de partida para volver a llenarla a partir del 20 de agosto.