Este año se han instalado en la plaza un total de 104 casetas de Navidad, que permanecerán abiertas al público desde el 26 de noviembre hasta el 31 de diciembre, además de 21 puestos de pineros, que abren el 1 de diciembre.
La tradición ocupa, de nuevo, la plaza Mayor de Madrid en forma de mercadillo. La Navidad ofrece su rasgo más singular en este recinto, que abre la puerta a la celebración más entrañable y familiar.
Como lo viene haciendo desde 1860, cuando el Ayuntamiento trasladó definitivamente el mercadillo a la plaza Mayor, este zoco navideño acude a la cita con madrileños y visitantes y se convierte en reclamo para todos los que quieren iniciar las fiestas en un lugar emblemático de la ciudad de Madrid. Desde hace generaciones, se encarga de su organización la Asociación del Mercado Navideño de la Plaza Mayor, en colaboración con el Ayuntamiento madrileño.
Después de la situación vivida el pasado año a causa de la pandemia, la ocupación del tradicional mercadillo navideño vuelve a la normalidad al cien por ciento, con la instalación de 104 casetas de Navidad y 21 puestos de pineros.
El Ayuntamiento valora el esfuerzo realizado durante la situación provocada por la COVID por parte de todos los sectores económicos y por los vendedores no estables en particular, por lo que bonificará el 100% de las tasas de los mercadillos también el próximo año, lo que, en el caso del de la plaza Mayor supone un ahorro para los comerciantes de 24.000 euros.
Las características casetas de madera nos brindan la posibilidad de comprar cualquier producto relacionado con la decoración navideña, como el espumillón, luces y bolas para el árbol, piezas y figuritas para el belén o bien artículos de broma para darle ese tono divertido al festejo. Los puestos permanecerán abiertos al público desde el 26 de noviembre hasta el 31 de diciembre (a excepción de los de pineros, que abren el 1 de diciembre) y su horario será de lunes a viernes, de 10.30 a 21.00 horas, y los sábados, domingos y festivos, de 10.30 a 22.00 horas.
Los stands son de tipo modular, adaptados a las necesidades de los artículos que se exponen y adosados unos a otros, contando con tejados decorativos en color gris pizarra. La construcción de madera está pintada en esa tonalidad de rojo que en años anteriores resultó tan atractiva para el conjunto armónico de la plaza Mayor y que se ha convertido ya en una imagen icónica del Mercado de Navidad.
También se va a instalar un belén, con una ocupación de nueve metros de largo por cuatro de fondo, para disfrutar en el mismo horario de apertura y cierre que el mercado.
Una tradición de siglos
Nos remontamos al siglo XVII, cuando comenzó a funcionar en la vecina plaza de Santa Cruz, frente a la actual sede del Ministerio de Asuntos Exteriores, un mercadillo de Navidad en el que se vendían alimentos (carnes, verduras o frutas), animales (pavos y pollos vivos, sobre todo), flores, adornos y regalos.
Con los años, el mercadillo fue extendiéndose poco a poco por las cavas, Puerta Cerrada, calle de Toledo, calle del Arenal y, por supuesto, la propia plaza Mayor, tal como recogió en 1765 el dramaturgo Ramón de la Cruz, uno de los padres del casticismo madrileño, en su sainete La Plaza Mayor por Navidad. Fue tal el éxito, que las autoridades decidieron poner orden y, de paso, sacar algún beneficio económico.
En el siglo XIX, el Ayuntamiento dictó una normativa reguladora que obligaba a todos los comerciantes navideños a solicitar su licencia de venta, previo abono de una tasa de cinco pesetas por “cada metro cuadrado o fracción, en la plaza Mayor, calle de Ciudad Rodrigo, Zaragoza y plaza de Santa Cruz”.
Es en 1860 cuando el Consistorio traslada definitivamente el mercadillo a la plaza Mayor. Desde entonces y, sobre todo, desde principios del siglo XX, los mercaderes de la plaza empezaron a incorporar nuevos productos a sus puestos de venta, desde turrones y mazapanes a zambombas y artículos de broma y, por supuesto, figuras del belén y árboles de Navidad.
Tras el receso obligado de la Guerra Civil, el Ayuntamiento de Madrid prohibió, en 1944, que se siguieran vendiendo productos alimenticios en la plaza Mayor y ordenó que las casetas se limitasen a los artículos de broma y a los adornos navideños. Hasta nuestros días, se viene montando el mercado en la plaza tal como está ahora, a excepción de una ocasión, por los años 70, en que hubo que cambiarlo a la plaza de Santa Ana por las obras del aparcamiento.
Este año pos-COVID, nuevamente y fieles a su cita, los puestos continuarán vendiendo en la plaza Mayor.