La Feria BioCultura cumple 40 años, del 21 al 24 de noviembre, en Ifema Madrid. Una buena oportunidad para conocer más sobre esta cita y sus cuatro décadas de historia, de la mano de Ángeles Parra, su directora y presidenta de la entidad que la organiza, la Asociación Vida Sana.
– Pregunta. Cuarenta años de BioCultura. ¿Cómo empezó todo?
– Respuesta. Éramos unos ciudadanos conscientes, que habíamos constituido la Asociación Vida Sana. Queríamos promover un modelo de alimentación ajeno a productos químicos de síntesis, lo más natural posible, basado en los ritmos de la Naturaleza. Llamamos a muchas puertas. Enrique Tierno Galván, entonces alcalde de Madrid, puso todo a nuestro alcance para poder celebrar la primera BioCultura, en la Casa de Campo.
Hace cuatro décadas, cuando nosotros empezamos, no había ni certificación oficial para los productos ecológicos. Lo tuvimos que inventar todo. Contra todo pronóstico, aquella primera feria fue un gran éxito. Asistieron 15 mil personas. En todo este tiempo, hemos sido un acelerador del proceso de consolidación del movimiento 'bio' en España y un marcador de tendencias. El mundo bio existiría sin BioCultura, por supuesto, pero sería diferente. Y, ahora, estamos abrimos las puertas en la 40ª edición. Cada inauguración de la feria, incluso después de cuatro décadas, es como un soplo de vida.
– P. Ha llovido mucho desde entonces. ¿Qué momentos le han impactado más?
– R. En cuatro décadas, ha ocurrido de todo. Hemos tenido momentos muy alegres e instantes de agonía. Muchos han nacido en la feria y otros ya han fallecido. Ha venido mucha gente aquí que se ha inspirado, para cambiar totalmente de vida. Un mal trago fue lo de la pandemia. Todavía lo estamos padeciendo. Nos afectó muy negativamente. Los escándalos alimentarios (‘vacas locas’, dioxinas en los pollos, etc.) han ido suponiendo grandes saltos para el sector ecológico. Hemos bregado contra muchos intereses que nos querían hundir. Hoy, algunos de ellos invierten en el sector ecológico. Resumir cuarenta años de BioCultura es casi imposible, pero sí diré una cosa: lo que nos ha movido siempre, de verdad, ha sido nuestra conciencia de estar en el camino correcto. En el sector, muchas empresas han prosperado y eso nos llena de orgullo.
– P. ¿Qué es lo que ha cambiado más en la feria y en el sector en todo este tiempo?
– R. Al principio, no había certificación oficial, ni productores, ni profesionales, ni nada. En Vida Sana, fuimos los primeros que creamos unas bases que dieran lugar a avalar. Un alimento ecológico, biológico, 'eco', 'bio' u orgánico es un alimento sin productos químico-sintéticos ni modificación genética, ni en su producción ni en su elaboración. Está limpio desde el principio hasta el final, sea vegetal o animal.
Años más tarde, se creó el Reglamento Europeo de producción ecológica y con él, las certificadoras públicas y privadas, que asumieron el trabajo de control y certificación de los productos ecológicos. Cuando empezó BioCultura, prácticamente no había ni una hectárea 'eco' en España. Ahora ya hay más de tres millones de hectáreas certificadas como ecológicas. Es un sector que se ha profesionalizado y se ha internacionalizado. Somos la despensa orgánica de Europa. Pero, todo empezó con cuatro ‘locos’ que querían alimentos limpios, justos y bellos. La profesionalización, desde el activismo, ha sido el gran cambio.
– P. Somos, por encima de todo, productores…
– R. Así es. Las cosas están cambiando, pero muy lentamente. El consumo interno está creciendo y es esperanzador. España se ha afianzado en el top 10 de los países con mayor cuota de mercado 'bio' y ha logrado alcanzar los 3.000 millones de euros en el año 2023. Por delante, se sitúan sólo EE.UU, Alemania, China, Francia, Canadá, Suiza, Italia, Reino Unido y Suecia.
Además, España representa el 5,7% de la cuota de mercado europea y todo indica que podría seguir creciendo del orden del 6 o 7% anual. El gasto per cápita de los españoles se situaba en 2023 en 64 euros de media al año en productos 'bio' (datos elaborados por Ecovalia, a partir de información del MAPA). Esto indica que le queda mucho por recorrer a nuestro sector.
Las comunidades autónomas se reparten así los porcentajes más altos de consumo: 117 euros, Baleares; 86 euros, Galicia; 80 euros, Catalunya, etc. Creo que, en España, nos cuesta entender cuál es el infinito abanico de virtudes que tiene el alimento ecológico y por eso avanzamos con lentitud en el consumo interno. La crisis coyuntural tampoco ayuda y la alta inflación, tampoco. Por eso, pedimos constantemente al Gobierno, entre otras cosas, campañas de promoción en los medios públicos…
– P. ¿Cuándo llegaremos a las cifras de consumo 'bio' de otros países de nuestro entorno más cercano?
– R. A España le queda mucho por recorrer si lo comparamos con el gasto de los diez primeros países a nivel mundial, que está entre los 85 euros, de Noruega; los 176 euros, de Francia; los 365 euros, de Dinamarca o los 437 euros, de Suiza.
¿Cuándo llegaremos a esas cifras? Cuando la transición hacia la agroecología sea una cuestión de estado, como ya ha ocurrido en los países citados, algo que va más allá de las derechas y las izquierdas y de los intereses cortoplacistas. Cuando el gobierno acceda a responder afirmativamente a las exigencias del sector: IVA 0 para el producto ecológico; prioridad y discriminación en la compra pública para el alimento orgánico; incentivos de todo tipo para la producción y el consumo 'bio'; grandes campañas promocionales en los medios públicos; subvenciones con cara y ojos, más agilidad en la burocracia y una PAC agroecológica de verdad, etc.
– P. En 2023 y 2024, los agricultores y ganaderos han salido a la calle. No sé si estás de acuerdo con todas las reclamaciones de las gentes del campo...
– R. Aquí hay que tener cuidado, sinceramente. El mundo agrario es plural y no todas las reivindicaciones son las mismas. No podemos compartir las exigencias de los megaempresarios, que quieren seguir apostando por grandes granjas de bovino y/o porcino, por ejemplo, altamente contaminantes. Tampoco podemos compartir las peticiones de los latifundistas, que quieren seguir explotando las fincas a la manera industrial, con sus enormes consecuencias sanitarias, ambientales y sociales.
Nuestra apuesta es por la agroecología y los circuitos cortos. El sistema industrial nos encamina hacia la destrucción, la enfermedad y la merma de la biodiversidad. Pan para hoy y miseria para mañana. La transición urgente hacia la agroecología significaría: combatir el calentamiento global, frenar la desertización, darle vida y economía a los pueblos, darle salud a nuestros organismos, conservar los ecosistemas…
– P. ¿Cómo ve el futuro?
– R. Será ecológico o no será. Vivimos en una sociedad muy convulsa y compleja. En nuestro mundo, aumenta el consumo de alimentos agroecológicos al mismo tiempo que aumenta el consumo de comida basura o ultraprocesada y sus respectivas consecuencias.
¿Qué hacer? En lo personal y en lo público, da un buen ejemplo del camino correcto por el bien de la Humanidad, los ecosistemas y la salud de tu familia y la tuya propia. Lo demás no está en tus manos. Consume aquello que regenera; evita consumir lo que denigra y aumenta la degeneración; contribuye, en todo lo que puedas, a restaurar el mundo y, sobre todo, el alma del mundo.
Fíjate lo que ha ocurrido en la Comunitat Valenciana y en gran parte del estado con la última dana. Nosotros llevamos, desde Vida Sana y BioCultura alertando, desde hace cuarenta años, de cuáles van a ser las consecuencias de un modelo agraolimentario / energético / financiero / social que hace aguas por todas partes. Tenemos aquí las consecuencias y esto no ha hecho más que empezar.
Pero, todavía estamos a tiempo de cambiar el rumbo de nuestra sociedad para impedir que el desastre que vivan nuestros nietos sea mucho mayor aún. Es una cuestión de ética y supervivencia. La ecología profunda no sólo conlleva plantear parches urgentes a los problemas que nos asuelan, sino ir a la raíz del drama. La agroecología es capaz de generar muchas soluciones para los enormes desafíos a los que nos enfrentamos.
– P. ¿En qué medida crees que, como mujer, has tenido una sensibilidad especial para dirigir BioCultura y para estar al frente del movimiento 'bio' en España?
– R. El ser humano universal tiene que tener tanto de masculino como de femenino. La justicia, la belleza con mayúsculas y la verdad están más allá de los géneros y de las modas sociales. A mí, me gusta pensar en estar más cerca de los grandes sabios y sabias de las grandes culturas de la Humanidad que de los postureos sociales de las redes, que se apuntan al carro cuando el coche ya ha echado a andar. Soy más de las que tiran del carro cuando no hay quien lo mueva…