Un nefrólogo del Hospital de La Princesa de Madrid y un historiador de arte se unen para escribir una crónica sobre viajes sin billete de vuelta: un amigo acompaña a otro durante su último año de vida.
Cerca de 80.000 personas mueren al año en nuestro país sin recibir cuidados paliativos, un área olvidada, que enseña a vivir mientras se ayuda a morir. Un nefrólogo del Hospital de La Princesa de Madrid y un historiador de arte se unen para escribir 'Paliativo', una crónica de viajes sin billete de vuelta: un amigo acompaña a otro durante su último año de vida. Una novela que nos recuerda que la amistad es el mejor cuidado paliativo.
Tras el seudónimo Samuel Dacanda se esconden los recuerdos y las vivencias de Borja Quiroga y Manuel Rodríguez, dos amigos unidos también por su amor a la literatura. La experiencia de Borja como médico y el bagaje de Manuel como historiador del arte, los animó a imaginar y a escribir a cuatro manos esta travesía que linda entre la narrativa y la no-ficción.
Conscientes de la profundidad de las emociones que exploran en Paliativo, sintieron que al darle vida a Samuel Dacanda creaban "un espacio seguro", donde sus propias "experiencias y sentimientos podían ser expresados de manera libre y honesta".
Imaginemos por un momento que nuestro mejor amigo nos pide que abandonemos todo lo que tenemos y le acompañemos en un viaje, que no deja de ser también una huida hacia adelante. Es lo que le pide Guzmán a su mejor amigo, Rodri, tras recibir la fatídica noticia de una enfermedad sin cura, "que lo deje todo durante un año para acompañarle en el que será su último viaje".
No hay espacio para un tercero. Los dos amigos deberán cancelar sus vidas a la búsqueda de un viaje casi iniciático. "Un recorrido en donde no será fácil sobreponerse a las diferentes crisis por las que pasan, desde la huida, la negación, la ira, hasta llegar quizás a una posible aceptación".
Una historia sincera y emotiva, que es también una detallada indagación de los límites de la vida y la naturaleza humana y donde la amistad se erige como un bálsamo que alivia el alma en tiempos tormentosos.