En esta época, en la que la mayoría hemos dejado delado nuestras actividades cotidianas y nuestra forma de vida para adaptarnos a una vida más sedentaria y bastante privada de lujos como una charla con amigos, un paseo al sol o una comida con la familia, son muchos los cambios que hemos implementado en nuestro día a día. Sin embargo, ¿estamos haciendo cambios adecuados en nuestra alimentación durante el confinamiento?
Tal y como destaca
Belén Fontán, Nutricionista del complejo hospitalario
Ruber Juan Bravo, es importante
adaptar nuestra alimentación a la nueva situación para no producir
ni excesos, ni déficits de nutrientes en nuestro organismo.
Para ello, deberíamos
interiorizar una alimentación basada en la dieta mediterránea; el estudio
'The Mediterranean Diet, its Components, and Cardiovascular Disease' nos desvela cómo la dieta mediterránea
reduce las probabilidades de sufrir enfermedades cardiovasculares y, ahora que nuestra actividad física se ve disminuida, el modelo de dieta mediterránea debería ser
nuestro patrón a seguir. Es muy importante
el control de los excesos, por ello
no consumir grasas saturadas, ni productos precocinados, nos ayudará a
mantener un nivel de colesterol adecuado, así como
no consumir azúcares rápidos ni refrescos azucarados, ni bollería industrial, etc., nos ayudará a
mantener nuestros niveles de glucosa en sangre estables.
A estas alturas, casi todo el mundo conoce los excesos a evitar… Pero, ¿nos hemos planteado
si tenemos déficit de algún nutriente, debido a nuestra extraordinaria situación? ¿Existen
carencias nutricionales debido al confinamiento?
Si seguimos nuestro modelo de dieta Mediterránea, con la
ingesta de frutas y verduras, aportamos
vitaminas, minerales, antioxidantes, así como agua y fibra, no deberíamos tener un déficit de nutrientes de manera general.
En cuanto a las vitaminas, destacar la
vitamina D, cuya forma de sintetizarse principal es la exposición solar; debemos tener cierto cuidado, de manera que podemos
incrementar los alimentos que la contengan como pescados azules, huevos, etc. para
favorecer su síntesis endógena e intentar
salir a nuestro balcón o ventana para aumentar la exposición solar en la medida de lo posible. Será nuestro médico quien, a través de una analítica, valore si hay que suplementar la vitamina D en nuestra dieta.
Siguiendo las pautas de nuestra dieta Mediterránea, debemos
vigilar el aporte de grasas. Se ha demostrado que el aporte de
ácidos grasos esenciales, como el Omega 3 (en semillas de lino, nueces, pescados azules, aceite de oliva), es fundamental en la prevención de muchas enfermedades y muchas veces escaso en nuestra dieta.
Dentro de la serie de Omega 3, el
ácido eicosapentaenoico (EPA) y el ácido docosahexaenoico (DHA) son los más importantes en nuestra dieta y poseen importantes funciones en nuestro organismo, sobre todo en la
prevención de enfermedades cardiovasculares, en el
desarrollo cognitivo de los niños, efectos en
piel y mucosas y cobran importancia también en el
embarazo y el desarrollo fetal.Por lo que, en tiempos de confinamiento, teniendo en cuenta que la actividad física ha disminuido y las patologías cardiovasculares se ven más afectadas, que nuestra piel no se oxigena lo suficiente y que nuestros hijos están encerrados en casa, el aporte de estos ácidos grasos debe estar garantizado.
Sin embargo, a veces es complicado garantizar un aporte exclusivo a través de alimentos y por ello
existen numerosos suplementos de Omega 3 en el mercado. De elección sería,
VIDALIM (Frialtec), que posee un innovador formato en el cual en un sobre de 10 ml compuesto por aceite de oliva virgen extra y aceite de microalgas encontramos la cantidad optima de Omega 3 para nuestra dieta diaria, así la podemos añadir fácilmente a nuestros platos.
Siguiendo las recomendaciones de nuestra querida dieta Mediterránea,
no podemos olvidar el aporte de agua. Es curioso, pero al cambiar de rutina a veces
perdemos el reflejo de beber agua e hidratarnos de manera continuada a lo largo del día y
sólo lo hacemos cuando sentimos sed. No debemos olvidar que la sed es un mecanismo de defensa y que
cuando esta aparece es porque hemos comenzado a deshidratarnos.Por lo tanto,
siguiendo las pautas marcadas por el modelo Mediterráneo, no deberíamos tener
ningún exceso ni déficit nutricional durante el confinamiento, siempre y cuando tomemos las medidas oportunas y vigilemos nuestra alimentación de cerca.