El concejal de Salamanca, José Fernández, ha asistido a la colocación de un 'stolpersteine', adoquines metálicos en homenaje a personas que fueron deportadas a campos de concentración alemanes, que se incrustan en las aceras junto a los lugares en los que residieron.
Fernández, junto a familiares de Gregorio Huete, ha estado presente en la colocación del stolpersteine en la calle de Conde de Peñalver, lugar donde nació y residió Huete antes de ser capturado en Dunquerque, en junio de 1940, e internado en el campo de Mauthasen, primero, y en Gusen, posteriormente.
Madrid ya cuenta con varios adoquines stolpersteine repartidos entre los distritos de Chamberí, Moncloa, Tetuán, Latina, Arganzuela, Centro, Carabanchel, Ciudad Lineal y Salamanca.
Stolpersteine (piedra que te hace tropezar, en aleman) es una creación del artista alemán Günter Demnig y puede decirse que es el monumento más extendido del mundo desde que el primer adoquín se instalara en 1997, en el distrito berlinés de Kreuzberg.
El artista alemán ha fabricado e instalado más de 65.000 de estos pequeños memoriales en 23 países, incluso fuera del viejo continente, hasta llegar a Argentina. Se pueden encontrar adoquines Stolpersteine en Bruselas, Hannover, Burdeos, Roma, Viena, Nuremberg o Praga.
Gracias al trabajo de Gunter Demnig, más de 1.800 localidades europeas rescatan del olvido los nombres de sus vecinos que, entre 1933 y 1945, fueron víctimas del horror nazi.
El texto cincelado suele arrancar con las palabras 'Aquí vivió', ya que lo habitual es instalar estas piedras en el suelo, delante de la puerta de la que fue vivienda de la víctima, nunca en la pared. Ante uno de estos adoquines lo importante no es conocer el idioma, ya que todos suelen acabar con palabras trágicamente conocidas como Treblinka, Theresienstadt, Sobibor, Sachsenhausen, Ravensbrück, Mauthausen, Neuengamme, Lodz, Gurs, Drancy, Dachau, Chelmno, Buchenwald, Bergen-Belsen o Auschwitz.
Dada la enormidad del Holocausto judío, muchas de las piedras instaladas ya sean dedicadas a la memoria de deportados que profesaban esta religión, pero el trabajo de Demning también reconoce a otros represaliados, como Testigos de Jehová, prisioneros de guerra, personas sin techo, detenidos por mestizaje, niños discapacitados o miembros de las Brigadas Internacionales.