Cada vez que Juan Tamariz vuelve a los escenarios de la capital es noticia. Este jueves, 7 de julio, tuvo lugar una de esas ocasiones 'mágicas', con la conferencia-espectáculo gratuita ‘Por arte de magia’ en la Fundación Juan March, dentro de la programación de Veranos de la Villa.
Una única función, en la que mezcló arte, surrealismo, azar y la ilusión de los espectadores y que se desarrolló durante noventa minutos de charla, proyecciones, magia de cerca e interacciones con el público, dirigidos por el mago más apasionado y apasionante.
Su ‘tirón’ está más que demostrado. De hecho las entradas reservadas para descarga previa estaban agotadas, aunque se reservó un tercio de las mismas para los rezagados del último minuto que podían recogerlas en taquilla hasta completar el aforo, desde una hora antes del inicio del espectáculo, por orden de llegada.
De oficio, “mago guapetón”
Cuando le preguntaban de niño eso de «¿y tú qué quieres ser de mayor?», lo tenía claro: “mago”. Ahora, pasados unos años, cuando preguntas a Juan Tamariz qué termino le define como artista, no titubea ni un segundo: "guapetón". Una vocación que ha ido labrando a base de mucho aprendizaje y mucha pasión, y que, combinada con su buen humor, le han convertido en uno de los magos más reconocidos y queridos de España.
Tan vocacional es lo suyo que Juan Tamariz está escribiendo un libro que presentará en septiembre, aunque no sabe de qué año, titulado Yo nací a los cuatro años. Porque fue a esa edad cuando se quedó "pasmado" al ver actuar a un mago y pidió a los Reyes Magos una caja de magia, con cuyos juegos primero amenizó y con el tiempo hastió a primos, vecinos y amigos.
El niño Juan Tamariz fue entrenando la técnica hasta que, un buen día, un compañero de clase le prestó un libro del ilusionista español Wenceslao Ciuró. Fue entonces cuando, con doce años, descubrió la magia en mayúsculas: "Del padre Ciuró aprendí una multitud de juegos de magia y toda la parte psicológica que es imprescindible en este arte para lograr ilusionar a los espectadores y hacerles disfrutar de los sueños compartidos".
Con el tiempo y la práctica, fue profundizando Juan Tamariz en este arte y convirtiéndose en el “mago guapetón” y maestro que es. Su etapa televisiva también ayudó.
“La 'tele' en España ha hecho mucho por la magia”, apunta el artista. Esta presencia de los espectáculos de magia en televisión impulsó su carrera artística en la pasada década de los ochenta y, posteriormente, las de compañeros como Anthony Blake, Pepe Carrol o Jorge Blas, por citar algunos.
'Por Arte de Magia'
Así, ilusionando al público, lleva seis décadas Juan Tamariz. Y con ese propósito ha vuelto a los escenarios en la Fundación Juan March, en un acto para todos los públicos, iniciados o no en los secretos de la magia, pero admiradores todos del "arte de cumplir los deseos imposibles", como lo llama él.
Porque eso es la magia, asegura el artista, la facultad de "conseguir que los deseos imposibles que las personas llevamos dentro como volar, hacer desaparecer las cosas negativas o hacer aparecer bienes infinitos… se hagan realidad en la realidad artística".
Por Arte de Magia consta de una parte divulgativa, donde se explica la parte conceptual del arte de la magia, dice Tamariz, así como los caminos y maestros que le han guiado hasta el lugar que ocupa. Y habla de la pasión, elemento común a las artes en general y esencial de su arte en particular.
En el espectáculo le “ayudan” a hacer los sueños realidad la maga colombiana Consuelo Lorgia y el Mago Alan. Ella hace telepatía y transmisión mental. "Los espectadores piensan algo y ella lo adivina -explica Tamariz-, algo que es deseable, pero también arriesgado. Y lo digo con conocimiento, ya que Consuelo es mi mujer y no sabéis lo que es vivir con alguien que te lee el pensamiento". El Mago Alan, por su parte, se encargará de hacer una sorprendente aparición de la nada. Intensidad y calidad artística es su sello.
Tamariz, que estudió Ciencias Físicas hasta cuarto curso y que hizo sus pinitos en el cine, reserva un espacio para la reflexión sobre la relación entre estas artes, íntimamente conectadas: “La magia y el cine, ambas artes, tienen mucho de representar los sueños, una en la ficción y otra en la realidad”.
Madrileño y urbanita de pura cepa
Juan Tamariz nació en Madrid, en 1942, y en esta ciudad sigue viviendo. Su barrio de niño lo es también ahora, donde se recuerda jugando entre escombros por un paseo del Pintor Rosales destrozado por la guerra civil.
Lleva también en su memoria, y en su corazón el Teatro Circo Price, donde iba de joven como espectador cuando estaba ubicado en la plaza del Rey y donde ha actuado, como mago, cuando se trasladó a la Ronda de Atocha. “Para mí, es un lugar encantador, que permite al público, que rodea el escenario, disfrutar de la magia de una manera muy cercana”.
Madrid es una ciudad mágica, dice Tamariz, “en sentido literal y figurado”. Un adjetivo que le viene como anillo al dedo, porque expresa la atmósfera que se respira en sus calles, pero, también, porque “es una de las ciudades del mundo en la que más espectáculos de magia se programan en locales, pubs, bares, salas o teatros cualquier día de la semana”. Y este año ha entrado con fuerza en la programación de los Veranos de la Villa.
En Madrid hay, además, asociaciones de magia, multitud de librerías y tiendas especializadas que son punto de encuentro para magos y aficionados; una Fundación con la biblioteca más impresionante sobre este arte, la Juan March, donde actúa en Veranos de la Villa y también la Gran Escuela de Magia Ana Tamariz, donde su hija ha dado continuidad profesional y artística al conocimiento y aprendizaje de un arte que ha heredado de su progenitor.
Esta ciudad, la suya, le concedió su máxima distinción en 2019, la Medalla de Oro, un reconocimiento que se sumaba a una lista casi interminable. Como ejemplo, unos cuantos ‘botones’: Medalla de Oro al Mérito en Bellas Artes (2011), Gran Premio del Congreso Nacional de Magia (1972), Primer Premio Mundial de Cartomagia (1973), Premio Honorífico de Teoría y Filosofía del Congreso Mundial de Magia de 2009, celebrado en Pekín.
No hay más que escuchar hablar a Juan Tamariz, para entender su pasión: "Si aparezco en el escenario y voy sacando de una caja lo que me piden niños y no tan niños, y no paro de extraer objetos y la caja no se vacía nunca… habré encontrado una forma maravillosa de hacer posible todo eso que en la realidad cotidiana es imposible". En definitiva, habrá logrado hacer realidad un sueño, aunque, en verdad, todo sea un sueño. Así es la magia o, como diría él, ¡chan-ta-tachán!