En marzo se decretó el estado de alarma y el confinamiento dejó sin ingresos a miles de familias, pero también hubo otra epidemia, la de solidaridad, que ha intentado que, al menos, nadie se quedara sin comer. Al menos cinco cocinas han estado elaborando menús.
Hasta el pasado mes de julio, al menos cinco cocinas solidarias han estado funcionando a pleno rendimiento -como GastroMad en Villaverde, la Escuela de Hostelería de la Casa de Campo, cocinas en colegios cerrados- y sólo la Ong Cesal ha elaborado 100.000 menús desde su apertura en abril.
El Ayuntamiento calcula que 82.000 madrileños han recibido a diario un menú equilibrado salido de estos fogones, gracias a la colaboración de personas y entidades que han aportado trabajo en las cocinas, elaborando platos completos, bocadillos o envasando menús, organizando la logística o repartiendo en los hogares de quien estaba en situación de necesidad.
Cesal, una organización de ayuda humanitaria, y la chef Cristina Oria, con la ayuda de Deliveroo para distribuir los alimentos, se encargó por ejemplo de preparar comidas, gracias también a las aportaciones económicas de empresas y particulares para adquirir las materias primas necesarias.
En La Quinta Cocina, un proyecto del área de Familias, Igualdad y Bienestar Social también con Cesal que forma a jóvenes en riesgo de exclusión de 16 a 23 años en las instalaciones de la Quinta de los Molinos en San Blas, también han estado elaborando un millar de menús diarios desde mayo.
Al igual ocurrió en las instalaciones de la Escuela de Hostelería de la Casa de Campo, junto con las del colegio Nuestra Señora del Lucero y Costa Rica, de Latina, de donde han salido más de 2.000 menús diarios, gracias al trabajo de otra Ong, Turismo Solidario, y su red de colaboradores.