Según pone de manifiesto Paloma Méndez de Miguel, es importante no “contagiarse” emocionalmente del estado emocional del niño. Si los padres se muestran serenos, es más fácil que los niños puedan neutralizar su ansiedad.
Padres, profesores y alumnos vienen coincidiendo en expresar su
inquietud y sus
dudas en el regreso a la actividad educativa, en un contexto marcado por la pandemia provocada
por la COVID-19.En opinión de
Paloma Méndez de Miguel, neuropsicóloga infantil de Hospital Quirónsalud San José, el modelo de afrontamiento del
adulto es un referente para los menores, de manera que
si perciben tranquilidad a la hora de transmitir el mensaje, los niños lo vivirán sin ansiedad. Del mismo modo que al enseñarles educación vial aprenden a pararse cuando el semáforo está en rojo, a cruzar por el paso de peatones, a mirar… En definitiva,
conductas protectoras para su vida sin sentir angustia por ello, pueden aprender rutinas protectoras
frente al covid-19.Los niños más pequeños precisarán reforzar más estas nuevas medidas hasta que se conviertan
en rutina. Para ello, pueden usarse distintas
pautas didácticas: juegos, pictogramas, cuentos, etc.
La parte positiva es que durante estos meses
han podido familiarizarse con el uso de mascarillas, lavado de manos, uso de geles, y muchos niños
ya lo tienen integrado en su conducta habitual.
En cuanto al proceso de
adaptación al colegio, después de meses sin rutinas, y la dificultad de alejarse del entorno familiar tras meses de contacto permanente,
la experta señala que los niños más pequeños y aquellos que mostraban previamente resistencia a ir al colegio, son los que más dificultad encontrarán.No obstante, es importante
no “contagiarse” emocionalmente del estado emocional del niño. Si los
padres se muestran
serenos, es más fácil que los
niños puedan neutralizar su ansiedad.Puede ser positivo durante las primeras semanas,
buscar pequeños alicientes cuando salgan del colegio, así el día será más sencillo para ellos. Por otro lado, es importante que tengan
buena rutina de sueño y que esa rutina no se rompa durante el fin de semana las primeras semanas, intentando
consolidar el nuevo horario.Para concienciar a los niños, sobre todo a los más pequeños, de la necesidad de
mantener las normas de seguridad, especialmente lavado de manos, uso continuado de la mascarilla o la necesidad de mantener la distancia social,
el uso de juegos, cuentos, pictogramas en el aula… puede resultar útil. También que en el colegio se desarrollen actividades dirigidas. Por eso, los recreos, si es que se hacen, son un momento complicado, porque
en la conducta espontánea es más fácil que se olviden de las normas y busquen a sus amigos.
Es importante, además,
insistir a los niños para que, si se encuentran mal, les duele la cabeza o tienen tos, lo comuniquen a sus padres y profesores. Casi todos los niños suelen comunicar a un adulto cuando se encuentran mal, pero puede ocurrir que los síntomas no sean suficientemente intensos para comunicarlo. En este caso, aunque podamos preguntarles de vez en cuando,
la pauta más protectora es que los adultos estén pendientes, pues no podemos delegar el autochequeo en los pequeños.
Finalmente,
ante la posible ausencia de actividades extraescolares, Méndez de Miguel insiste en la necesidad de
intentar que no las suplanten las nuevas tecnologías. En la medida de los posible, realizar actividades al aire libre y si puede ser practicando algún deporte individual, como montar en bicicleta o patinar mejor aún.
Si tienen jornada continua y disponen de muchas horas libres, estructurar la tarde ayudará, combinando actividades más sedentarias (dibujar, hacer tarea escolar…), con actividades al aire libre o juegos en casa.