Los directores y actores Valérie Lesort y Christian Hecq adaptan la narración que escribió en los años 50 un ex espía inglés y la funden con la trama de un exitoso episodio de la famosa serie francesa 'Strip-tease'.
Los directores teatrales y actores Valérie Lesort, de Francia, y Christian Hecq, de Bélgica, estrenan en España, en Teatros del Canal, el 8 de febrero La mosca, una comedia sarcástica en la que versionan libremente el relato en que se basó el cineasta David Cronenberg para su película homónima y un programa famoso de la televisión francesa de los años 90.
Valérie Lesort y Christian Hecq formaron pareja artística en 2012 y, aunque ambos desarrollan por separado sus propias carreras, periódicamente se unen en espectáculos como este, su séptima colaboración, donde ponen en pie una inventiva visual atrayente y un humor hilarante.
Del cuento escrito por un ex espía inglés en los años 50, y del que Cronenberg extrajo el material para su película, Lesort y Hecq toman prestado el personaje del científico loco, mientras que del exitoso episodio de la popular serie Strip-tease se quedan con los personajes de una madre y un hijo ya mayor, de cincuenta años, obsesionado por construir en su laboratorio un platillo volante.
“Nos divertía la historia del sabio loco. Siempre nos ha atraído lo fantástico, pero en el teatro necesitábamos una profundidad humana”, explican Lesort y Hecq. Esa profundidad era la que le daba la historia del programa de Strip-tease.
Lesort y Hecq acentúan en escena lo grotesco de sus personajes: el hijo calvo, barrigón y malhumorado, que cumple con los criterios para ser un soltero empedernido; la madre, ocupada de la casa, del jardín y del hijo, un eterno adolescente; la relación entre ambos tan inquietante como hilarante…
La obra, que presentan en la Sala Roja hasta el 12 de febrero, describe la vida cotidiana de esta extraña pareja, perturbada por una sucesión de experimentos de teletransporte, con resultados más o menos exitosos. El hijo practica primero con objetos, luego con animales, incluido el perro de la madre. Preocupada por el aislamiento de su hijo, ella invita a tomar una copa a una mujer cohibida y solterona, del mismo tipo que el hijo. Tras una velada desastrosa, el hijo convence a la invitada para que acepte convertirse en el primer humano en ser teletransportado.
Con movimiento corporal, efectos especiales y estética de la época de los inicios de la informática, La mosca se presenta como un laboratorio de exploración escénica y visual, un extraordinario campo de juego, que remite a esa era en que todos los inventos parecían aún posibles.
El diseño de esos años inspira la configuración estética de este espectáculo. La computadora del hijo se convierte en un personaje propio y el laboratorio es una mezcla de la habitación de su infancia donde nada ha cambiado desde que era niño.
La crítica francesa se ha rendido a La mosca, de la que se ha dicho que es “un espectáculo que agrada a la vista, divertido y extravagante. Uno se estremece y ríe con este matrimonio exitoso de ciencia ficción y comedia tierna, pero realmente chiflada”, como lo ha descrito Le Parisien. “Maestro de las muecas, especialista en lenguaje corporal, Hecq, mejor que cualquiera, interpreta a un introvertido, a un genio inconsciente, medio idiota, medio Nobel”, ha reflejado, por su parte Le Figaro.