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Marcos Chicot, escritor

Error en vacunación, la cepa india y mayor riesgo en niños

'Las vacunas son imprescindibles, pero la mayoría de ellas no sirve para detener la epidemia ni aunque se las ponga el 100% de la población...' es el inicio del artículo de opinión que firma el escritor Marcos Chicot sobre la vacunación y su efectividad en el inmunidad de la población.
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"Las vacunas son imprescindibles, pero la mayoría de ellas no sirve para detener la epidemia ni aunque se las ponga el 100% de la población..." es el inicio del artículo de opinión que firma el escritor Marcos Chicot sobre la vacunación y su efectividad en el inmunidad de la población. (Foto: Archivo)
lunes 28 de junio de 2021, 20:58h
"Las vacunas son imprescindibles, pero la mayoría de ellas no sirve para detener la epidemia ni aunque se las ponga el 100% de la población...". Así comienza este artículo de opinión que el escritor Marcos Chicot ha difundido a través de su cuenta de 'facebook' y que reproducimos íntegro.
Entender esto es tan sencillo como tomar el porcentaje de inmunidad que se necesita alcanzar y compararlo con la efectividad contra contagio que tiene cada vacuna (efectividad contra contagio, no contra enfermedad grave):
  • Inmunidad necesaria para detener la epidemia. Con la cepa original de la Covid-19 rondaba el 70%, pero con la cepa india (también llamada variante delta), bastante más contagiosa, la inmunidad que hay que alcanzar en el conjunto de la población está entre el 80% y el 85%.
  • Efectividad contra contagio de las diferentes vacunas:
  • Pfizer (95% / ”88%”): 95% contra la cepa original (estudio poblacional), 88% contra la cepa india (contagios sintomáticos, el dato será algo inferior en el total de contagios (sintomáticos + asintomáticos)).
  • Moderna (94% / ¿?): 94% contra la cepa original (estudio realizado por la empresa), sin datos contra la cepa india (la empresa dice que “se mantiene en niveles muy altos”).
  • Astra Zeneca (60% / “60%”): 60% contra la cepa original (estudio poblacional), 60% contra la cepa india (contagios sintomáticos, el dato será algo inferior en el total de contagios (sintomáticos + asintomáticos)).
  • Jansenn (“67%” / ¿?): La empresa dice que “67% contra coronavirus moderado a grave”, pero no han reportado el dato contra contagio, que necesariamente es más bajo. Y no hay datos contra la cepa india.

En cuanto a vacunas no aprobadas por la EMEA, no hay datos contrastados para ninguna de ellas. La china de Sinovac, que se está poniendo a la mayor parte de la población en países como Uruguay y Chile, reportaba un 50,2% de efectividad según la compañía. Un dato que, sea o no cierto, de poco sirve, como se ve en la negativa progresión de la epidemia en los países que han recurrido a ella (y que tienen tasas de vacunación muy elevadas).

Por cierto, no hay que confundir porcentaje de inmunidad con porcentaje de población vacunada. Si tenemos un 70% de población vacunada con una vacuna cuya efectividad contra contagio es del 60%, el total de inmunidad alcanzado es del 42% (70% x 60%).

En resumen, sólo con Pfizer, y quizás con Moderna (hay que contrastar sus declaraciones con estudios poblacionales) se puede alcanzar una inmunidad suficiente para que la epidemia no pueda expandirse con nuevas olas, y esto sólo si el porcentaje de población vacunada (incluyendo niños) supera el 90%.

Los países -como España- que van a recibir suficientes dosis de estas vacunas a corto plazo, deberían recurrir en exclusiva a ellas y dejar de administrar vacunas como Astra Zeneca y Jansenn, que tienen una efectividad contra contagio mucho más baja y disminuyen el porcentaje total de inmunidad que se puede alcanzar al vacunar a “toda” la población.

Los países que no van a disponer a corto plazo de vacunas con alto porcentaje de efectividad frente a contagio, tienen que poner las que tengan disponibles, pero deberían lanzar el mensaje a su población de que, más que vacunas, lo que se les está administrando son tratamientos de cierta efectividad preventiva contra la enfermedad grave, pero poca contra el contagio.

En estas circunstancias, un mensaje demasiado optimista sólo sirve para que se relajen las medidas de precaución y se multiplique la tasa de contagios/hospitalizaciones /fallecidos.

Por otro lado, los países ricos deberían hacer el esfuerzo suficiente para que el conjunto del mundo alcance con rapidez una alta inmunidad contra contagio, aparte de porque sería lo correcto, para evitar que surjan nuevas cepas que pueden ser todavía más agresivas y escapar de la protección que se haya logrado hasta entonces con las vacunas y los contagios. Hacer un esfuerzo insuficiente -o mal dirigido-, que no permita alcanzar con rapidez una alta tasa global de inmunidad contra contagio, podría tener costes incalculables.


Es importante tener en cuenta que administrar a un grupo de personas vacunas con tasas bajas de efectividad contra contagio, como las de Jansenn y Astra Zeneca (aunque tengan una tasa de efectividad relativamente alta contra la enfermedad grave), no sólo hace que se siga contagiando un porcentaje alto de esas personas, sino que provoca un número muy elevado de contagios entre el resto de la población (vacunada y no vacunada). No debemos ver la diferencia entre administrar unas vacunas y otras sólo por el diferente impacto en esas personas vacunadas, sino en el conjunto de la población, y ahí la diferencia se multiplica.

Efectividad contra la enfermedad grave

Por otra parte, y con relación a la efectividad contra la enfermedad grave, también hay una considerable diferencia entre las vacunas. Ciñéndonos a estudios sin la cepa india (para la que todos los porcentajes disminuyen), Pfizer tenía una efectividad del 99%, Astra Zeneca del 94% y Jansenn del 85%.

Eso significa que queda un riesgo remanente del 1% con Pfizer, 6% con Astra Zeneca y 15% con Jansenn. Quince veces más riesgo con Jansenn respecto a Pfizer no es una diferencia despreciable, y debemos unirla a la gran diferencia en efectividad contra contagio. Como consecuencia, en algunos países se está empezando a administrar Pfizer a quien se había vacunado con Jansenn, algo que habrá que hacer también con los vacunados de Astra Zeneca para lograr una tasa alta de inmunidad. En cualquier caso, siempre que sea posible, el primer paso debería ser dejar de administrarlas y administrar a cambio Pfizer/Moderna.

Hay gente que es reticente a vacunarse por los posibles efectos secundarios. En Astra Zeneca y Jansenn, las muertes asociadas a vacunas son inferiores a un caso por cada millón de vacunados (es decir, menor que el de algunos analgésicos). En Pfizer, con cientos de millones de dosis administradas, no hay ni un solo caso de muerte provocada por la vacuna. En cambio, con el virus, de cada cien millones de contagiados han muerto 1,5 millones y los casos con secuelas graves/crónicas se estiman entre 5 y 10 millones.

Parece evidente que es mejor “arriesgarse” a inmunizarse con la vacuna que con el virus. Además, confiar en que tomar medidas de protección servirá para no contagiarnos supone asumir un considerable riesgo. En España ya se ha contagiado alrededor de una de cada cinco personas, y la reciente ola de cepa india está superando en algunos países el pico máximo de incidencia que se había alcanzado previamente entre la población no vacunada.

Por otra parte, tampoco haber pasado la infección debería ser motivo para confiarse. Un amplio estudio realizado en Dinamarca mostró que la tasa de reinfección, respecto a la población que no se ha contagiado, ronda el 20%, y en mayores de 65 años la reinfección superaba el 50%. Además, se sabe que la inmunidad disminuye con el paso del tiempo, y la mayor contagiosidad de la cepa india hace que debamos rebajar aún más el porcentaje de protección que otorga la primera infección. La conclusión a la que lleva esto es que quienes hayan pasado la infección y quieran tener una alta tasa de protección, tienen que vacunarse.


Hasta que se alcance al menos el 80% de inmunidad en el conjunto de la población, la única manera de evitar olas epidémicas es mediante el resto de medidas de protección. Esto es especialmente importante debido a la rápida propagación de la cepa india. Muchos países han pensado que estaban “doblegando la curva” gracias al avance de sus campañas de vacunación, cuando sólo habían alcanzado porcentajes de inmunidad (no de vacunación) del 20-30%.

Como hemos visto una y otra vez, después de cada ola se produce una caída que tiene una velocidad, magnitud y duración proporcional a las dimensiones de la ola. Quizás porque se desarrolla una inmunidad de corto plazo, que limita los contagios, proporcional a dicha ola, y esta inmunidad de corto plazo se pierde en pocos meses. El caso es que ocurre esta remisión proporcional a la dimensión de la ola previa, y si han pasado varios meses desde la última ola fuerte hay mucho más riesgo de que se produzca una nueva ola fuerte.

A esto hay que añadirle la rápida propagación de la cepa india, mucho más agresiva, que disminuye la efectividad de las vacunas y aumenta la velocidad a la que se propagan los contagios tanto entre no vacunados como entre vacunados, como ya se está viendo en varios países.

Así pues, la evolución de la pandemia parece estar determinada por la magnitud del último pico y el tiempo transcurrido desde él, y por el porcentaje de cepa india entre el total de contagiados (porcentaje que debido a su alta contagiosidad aumenta con mucha rapidez).

En el caso de países con un brote fuerte y reciente (2-3 meses), como Francia, Alemania, Italia o Hungría, los casos han caído con mucha fuerza y todavía lo hacen. En el caso de países con un brote lejano (5-6 meses), como UK, Portugal o España, el riesgo de una nueva ola es mayor, y ésta se produce con mayor fuerza cuando la cepa india se vuelve mayoritaria.

En UK, más del 90% de contagios son de la cepa india y la media a siete días, tras hacer un mínimo el 5 de mayo, ha subido en siete semanas más de un 600% (con lo que UK ha pasado de ser el mejor de los grandes países de Europa a ser el peor con bastante diferencia). Además, tras tener en cuenta el decalaje de 1-2 semanas en hospitalizaciones y 2-3 semanas en fallecimientos, se ve que éstos están subiendo en un porcentaje similar al de los contagios, desmintiendo la idea de que “el aumento de contagios no se traduce en aumento de casos graves”.

En Portugal, donde la cepa india comienza a predominar, el mínimo se alcanzó el 10 de mayo, y desde entonces los casos han subido un 290%. En España, donde la cepa india todavía es minoritaria, pero su porcentaje aumenta con rapidez, la bajada de la incidencia se detuvo el 21 de junio. La semana anterior había descendido un 9%, pero, desde entonces, ha aumentado un 9% en sólo cuatro días (y los datos provisionales del fin de semana apuntan a que se está acelerando con rapidez). Además, hay que tener en cuenta que en España la incidencia de partida para encarar una nueva ola ya es alta (diez veces superior a la de Alemania, por ejemplo).

Por cierto, indico datos de incidencia a siete días porque la incidencia a 14 días es un mal indicador para detectar cambios de evolución (retrasa la detección en varios días), y además diluye engañosamente la velocidad de los cambios.

La cepa india parece crecer con tanta rapidez que habría que considerar que tenemos dos epidemias, la de las cepas anteriores y la de la nueva variante. En algunos países, las cepas anteriores estaban remitiendo, pero en paralelo la cepa india ha ido creciendo con fuerza, y según se ha ido convirtiendo en mayoritaria ha determinado que el número total de casos crezca muy rápido (de poco han servido porcentajes de inmunidad que rondan el 30%). De hecho, en Israel, con una inmunidad teórica frente a la cepa india que ronda el 55%, el mínimo se alcanzó el 9 de junio (y además con una incidencia bajísima, parecía que la epidemia iba a desaparecer y decretaron quitar la mascarilla, incluso en interiores). En poco más de dos semanas, un brote explosivo de cepa india ha hecho que la incidencia suba más del 1300%, superando ya a países como Alemania e Italia.

La agresividad de la cepa india está haciendo que muchas personas con doble dosis de vacunación (incluso de Pfizer) estén contagiándose y siendo hospitalizadas. La cepa india disminuye la efectividad de las vacunas contra el contagio y contra la enfermedad grave, pero también hay que tener en cuenta que los porcentajes de efectividad son una media que oculta una alta variabilidad entre individuos, que es más baja según aumenta la edad, y que además disminuye a lo largo de los meses (por lo que es importante que no se demore mucho la tercera dosis de recuerdo de la vacuna, idealmente adaptada a las últimas variantes).

Otro punto inquietante de la cepa india es que la protección natural que disfrutaban los niños y jóvenes contra las cepas anteriores parece que es considerablemente menor (algo lógico, si la variante india es tan agresiva como todos los indicadores están mostrando). En Escocia, donde la ola provocada por la cepa india está golpeando con mucha fuerza, la incidencia en estas edades ha subido tanto que ya es más del doble de la que se había alcanzado en toda la epidemia.

En definitiva, es fundamental tener en cuenta que la mayoría de las vacunas tienen una efectividad contra contagio muy baja respecto a la que se requiere en el conjunto de la población para controlar la epidemia. Sólo con un 90% de la población (incluyendo niños) a la que se haya administrado una vacuna que tenga una efectividad contra contagio de al menos el 90% se podrá controlar la epidemia y prescindir de la mayoría de medidas de protección.

También es importante reaccionar lo antes posible ante la fuerte ola de la cepa india. Mientras es minoritaria en porcentaje, su evolución y efectos se difuminan en los indicadores totales, pero debemos prestar atención a su intenso crecimiento de forma separada, sin esperar a que todos los indicadores globales estén creciendo con mucha fuerza. Los indicadores adelantados ya nos muestran lo que ocurre, los indicadores de otros países también nos señalan su mayor contagiosidad, la menor efectividad de las vacunas, la alta incidencia que alcanza entre niños y jóvenes…

Tengamos en cuenta que los indicadores oficiales son una foto con semanas de retraso de lo que ya está ocurriendo.

Marcos Chicot

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