El Día Internacional de la Cerveza fue creado en 2007 por un grupo de amigos en un pequeño bar de California. En 2012 se estandarizó para ser celebrado el primer viernes de cada agosto, para que más de 200 países en todo el mundo pudiese compartir su gusto por esta bebida.
Gastronomía, sociedad, cultura, una excusa, una obsesión… La cerveza ha sido asociada a multitud de situaciones y eventos a lo largo de nuestras vidas, ya sea para una celebración o para disfrutar de un momento de ocio.
En España decimos salud, los franceses dicen santé; le sigue cheers, para los británicos; prost, en el caso de los germanos o kanpai, para los japoneses; pero todos quieren decir lo mismo, dedicar un brindis a la salud de todos con los que compartes una cerveza.
Y precisamente por estar de celebración es por lo que debemos estar atentos a cómo puede afectar la cerveza a nuestra salud. ¿Se puede mantener un estilo de vida saludable con cerveza? Por ejemplo, existen evidencias científicas de que un consumo moderado de cerveza y dentro de un estilo de vida saludable podría aportar beneficios al sistema inmune, así como una aportación considerable de vitaminas y minerales, como el silicio o ácido fólico . Al igual que ocurre con otros alimentos fermentados, la cerveza puede aportar valores nutricionales valiosos y su bajo aporte calórico la hace una opción más dentro de la dieta mediterránea.
La evidencia científica afirma que el consumo moderado de cerveza podría tener como resultado ser menos propensos a sufrir infecciones o en un incremento de las capacidades antinflamatorias. Además, los flavonoides, antioxidantes naturales presentes en la cerveza, han demostrado tener capacidades para contrarrestar de forma eficaz el crecimiento de tumores en combinación con agentes quimioterapéuticos.
Con respecto al sistema cardiovascular, otros estudios epidemiológicos anteriores ya respaldaban la idea de que un consumo moderado de cerveza, con una correcta alimentación y ejercicio, podría llegar a reducir el riesgo de enfermedades cardiovasculares y neurodegenerativas, debido a su contenido en fenoles, compuestos orgánicos con notables capacidades antioxidantes.
Otros estudios publicados recientemente por la revista BMC Medicine, siguen apuntando hacia la idea de que un consumo de bajo a moderado de cerveza podría estar asociado a un menor riesgo de mortalidad, así como de sufrir una enfermedad cardiovascular. Esto sería así siempre y cuando mantengamos unos patrones de alimentación y de estilo de vida adecuados y sin caer en excesos, la medición y el contexto serían esenciales para determinar la utilidad y beneficios que puede tener la cerveza en nuestras vidas.
Por último, también podemos destacar algunas investigaciones que podrían indicar que un consumo moderado de cerveza podría ser determinante para disminuir uno de los factores de riesgo asociado a la enfermedad de Alzheimer y otras enfermedades neurodegenerativas debido a su contenido en silicio, que actúa como protector frente al aluminio, uno de los elementos neurotóxicos responsables de esta enfermedad.
Desde el FICYE se recomienda que el consumo moderado de cerveza debe de ser siempre por parte de adultos sanos (200 ml, una caña, en mujeres y 400ml, dos cañas, en hombres), acompañado de alimentos, de manera social y optando por la opción SIN en situaciones que deben excluir el consumo del alcohol, como es la conducción, o se esté bajo tratamiento médico, embarazo, lactancia y la adolescencia.